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Verdades y mentiras del incendio del Casino Codere para salvar al endeudado crupier
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Verdades y mentiras del incendio del Casino Codere para salvar al endeudado crupier

Pescanova, Colonial, La Seda y Codere son sociedades que se han saltado esa sentencia que dice que el que paga descansa y el que cobra, más

En las últimas semanas y en los recientes días se ha vociferado que los fondos buitre están comprando compañías españolas por la puerta de atrás, haciéndose con la deuda y convirtiéndose en los mayores acreedores, en los que tienen la sartén por el mango a la hora de negociar el futuro de un grupo industrial. Vaya por delante que estas empresas de las que se habla y que protagonizan la noticia principal de las portadas de algunos periódicos son las que han dejado de cumplir con sus acreedores, como Pescanova, Colonial, La Seda y Codere, sociedades que se han saltado esa sentencia que dice que el que paga descansa y el que cobra, más. La de los pescados congelados tiene el mérito adicional que engañó al consejo de administración, a toda la banca, al auditor y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

La de los casinos también tuvo que reformular sus cuentas de 2012 y aumentar sus pérdidas después de que el supervisor de los mercados de valores advirtiese que los gestores no decían toda la verdad cuando empezaron a airearse sus problemas financieros, en junio de 2013. Por aquellas fechas, BBVA, Credit Suisse y Barclays decidieron no renovarle una línea de crédito de apenas 60 millones que vencía en verano y se la vendieron a unos fondos buitres que, ya se sabe, no buscan precisamente rentabilidades del 5%. Codere sostuvo que aquel traspaso de esa pequeña deuda fue ilegal, puesto que necesitaba su autorización, pero nunca ha explicado porque tres instituciones financieras de este calibre le dieron la espalda y porque no las demandó si habían cometido una irregularidad. Ayer lo hicieron los sindicatos, algo inaúdito y casi grotesco.

Los restantes 1.000 millones son propiedad de bonistas, de inversores institucionales normales, como Silver Point Capital, Abrams Capital, M&G, Sothic Capital y Dupont Capital Management, que entre otras cosas gestiona las pensiones de los empleados de la multinacional química DuPont (casi 60.000 empleados en todos el mundo). Firmas cuyo único pecado fue suscribir las sucesivas emisiones que Codere ponía en el mercado para financiar sus compras en Latinoamérica, como las de México y las de Argentina. No entraron por la puerta de atrás ni por el garaje, sino que acudieron a la llamada de los Martínez Sampedro como lo hacen con Iberdrola, Acciona, FCC, BBVA y Telefónica cuando salen a pedir dinero fresco.

A estos bonistas también les ha dejado de pagar Codere al asegurar que no tiene pasta en caja para abonar ni 32 millones de euros en intereses, una falta de liquidez inquietante para una empresa que todas las noches recauda miles de euros en sus casinos y sus máquinas tragaperras. Vamos, que no es una compañía de servicios que tiene problemas de circulante, como demuestra que ha fichado a los mejores y más caros asesores, como Violy de Harper, Perella Weinberg y Estudio de Comunicación. Pero lo más llamativo es que los Martínez Sampedro no han conseguido que ningún banco comercial, ya sea el Santander, Caixabank, Sabadell, Popular o cualquier otro extranjero le haya prestado esa escueta cantidad de dinero para poder hacer frente a sus obligaciones y evitar el impago o default. No tienen crédito.

Los gestores de Codere, con la ayuda del ínclito Pio Cabanillas, ese hombre capaz de trabajar para el PP y para el PSOE sin ningún rubor, tienen la tesis de que los bonistas y los fondos buitre están compinchados, que actúan en coordinación para hundir el grupo y quedarse con el capital. La operativa de GSO el pasado septiembre respalda sus sospechas, cuando el brazo distress de Blackstone operó con Credit Default Swaps (CDS o seguros de impago) al tiempo que compraba la deuda de la compañía. Se forró ante la incredulidad de los Martínez Sampedro, que despacharon a su director financiero en plena tormenta por salvar el grupo.

Los gestores de este país parecen haber olvidado que las deudas se pagan, incluidas las personales, como las que tienen los Martínez Sampedro por más de 500 millones de euros con vencimiento en apenas un año

Pero llegados al Día D, lo cierto es que Codere ha dejado de pagar y va camino del abismo porque los todavía dueños no aceptan el plan de salvación de los bonistas, no de los buitres, que pasa por inyectar ellos mismos 400 millones, tragarse una quita de 350 millones a cambio de quedarse con la mayoría del capital, con el 82%. Pero los crupiers del casino, que exigen mantener al menos el 51% de las acciones sin pagar la deuda, rechazan la propuesta con el argumento de que se oponen a entregar su juguete a unos avaros prestamistas, confundiendo voluntariamente a los buitres con los bonistas, a los que ellos mismos se abrazaron cuando renovaron con años de antelación las licencias de juego en Argentina, país serio donde los halla del que depende un 48% de su beneficio operativo. Con eso está casi todo dicho.

Sería una pena que, entre unos y otros, el bingo de Codere se quemara porque el grupo ha facturado en sus buenos años más de 1.600 millones y ha tenido un Ebitda de casi 300 millones. Pero los gestores de este país parecen haber olvidado que las deudas se pagan, incluidas las personales, como las que tienen los Martínez Sampedro por más de 500 millones de euros con vencimiento en apenas un año, como hemos contado por estos páramos en reiteradas ocasiones. Sus activos 'conocidos' apenas valen 30 millones. Una coyuntura delicada, que no les ha impedido hacerse un casaplón en la Moraleja, muy típico de España. Suerte y que Codere reparta cartas de raciocinio a todas las partes.

Que sean felices.

En las últimas semanas y en los recientes días se ha vociferado que los fondos buitre están comprando compañías españolas por la puerta de atrás, haciéndose con la deuda y convirtiéndose en los mayores acreedores, en los que tienen la sartén por el mango a la hora de negociar el futuro de un grupo industrial. Vaya por delante que estas empresas de las que se habla y que protagonizan la noticia principal de las portadas de algunos periódicos son las que han dejado de cumplir con sus acreedores, como Pescanova, Colonial, La Seda y Codere, sociedades que se han saltado esa sentencia que dice que el que paga descansa y el que cobra, más. La de los pescados congelados tiene el mérito adicional que engañó al consejo de administración, a toda la banca, al auditor y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Deuda Blackstone Barclays José Antonio Martínez Sampedro CNMV