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Sor Ana Patricia Botín y la presencia de Rodrigo Rato en el Santander
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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Sor Ana Patricia Botín y la presencia de Rodrigo Rato en el Santander

La presidente de la entidad tiene una gran oportunidad para pasar de los dichos a los hechos y demostrar que, en efecto, los tiempos están cambiando en la banca

Cuando el presidente de un banco se mete a columnista, a escritor, a periodista, cuando alquila por un día la página relevante de un periódico para difundir sus ideas sobre cómo debe ser el sistema financiero del futuro, la curiosidad se pone en guardia. Cuando ya no es solo un banquero, sino una familia entera, la singularidad acentúa las suspicacias sobre qué pretende el banco yel papel del medio de comunicación.

Así ha ocurrido esta semana con Ana Patricia Botín, ahora rebautizada como Ana, simplemente Ana, y El País, diario que hace unos meses sirvió para que Jaime Botín, hermano del recientemente fallecido Emilio, se explayara hablando de éticatrasuna dura sanción de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por ocultar una participación relevante en Bankinter. Un paquete de acciones que estaba “olvidado” lejosde nuestras fronterasque, como ya saben,las fortunas patriassiempre han sido muy internacionales a la hora de diversificar su fortuna. Qué bonita es Zurich.

Ana Botín ha utilizado una página en estaotrora referencia periodística para hablar sobre la nueva función de los bancos en una sociedad cambiante, que ha sufrido una de las crisis más profundas que se recuerdan. Un periodo convulso que ha provocado la desnutrición de las clases medias, indignadas porque el dinero de los estados se haya utilizado para rescatar entidades financieras mientras muchos individuos eran ejecutados hipotecariamente hablando o veían cómo el director de su oficina cortaba las líneas de financiación a las empresas de los polígonos. Fábricas cerradas, gente a la calle.

El mensaje de la presidenta del Santander era legítimo en tanto en cuanto incideen que “los bancos existen para contribuir al progreso de las personas y las empresas. Está en nuestra mano apoyar el crecimiento, generar riqueza, crear puestos de trabajo e invertir en la sociedad en la que desarrollamos nuestra actividad. Si no cumplimos nuestra función, no progresan ni los bancos ni la sociedad a la que servimos. Y si actuamos con negligencia se destruye la confianza de la sociedad. Demasiados banqueros perdieron de vista su función básica antes de la crisis. En Santander, queremos hacer una banca sencilla, cercana y transparente”.

Ni ahora el más mínimo reconocimiento de culpa, de arrepentimiento, de pedir disculpaspor parte de la familia Botínporque cuando habla de los banqueros que “perdieron de vista su función básica antes de la crisis” habla de un plural impersonal, de unos señores no identificados, de esos supuestos directivos que antepusieron sus intereses personales a los de sus stakeholders, palabra de moda en el mundo financiero que incluye a accionistas, clientes, proveedores y empleados.

Porque una cosa es predicar y otra dar trigo. Está muy bienhablar de cuidar a los empleados y luegoprescindir de 4.000 por la integración de Banesto; de velar por los intereses de los accionistas, pero haberles diluido hasta la saciedad con tanto dividendo en papelitos y no en dinerito (el número de acciones ha pasado de 7.994millones a 11.998mientras el beneficio se ha dividido casi entre dos).

Sin duda son de agradecer las buenas palabras y mejores deseos de AnaBotín, más en estos días de cabreo generalizado por el escándalo de las tarjetas opacas de Caja Madrid. Pero la sociedad y cualquier mortal con sentido común tiene que hacer un esfuerzo ímprobo para creérselas si el banco más importante de este país y de la Eurozona sigue dando cobijo a uno de los titulares de esas tarjetas, Rodrigo Rato, al que tiene como miembro de su consejo asesor internacional, con una remuneración indigna dado su desconocimiento del sistema financiero–no se sabía la ley de cajas-, del fiscal –no sabía cómo hacer la declaración de la renta pese haber sido ministro de Hacienda- y de los mercados de capitales, visto cómo acabó Bankia y lo que nos ha costado a todos.

Ana Botín tiene una gran oportunidad para demostrar que su homilía no es papel mojado de un día, que los tiempos están cambiando, que los banqueros se inspiran en la ética, que se puedehacer negocios sin abrazarse al poder y que los corruptos y malos gestores no pueden formar parte de una institución centenaria, con una marca global de la que muchos se sienten orgullosos. Cada día que este señor de placeres mundanos sigue en nómina del Santander, el mensaje de la presidenta en el diario de Prisa, de la que el banco es dueño del 4,6% del capital y de un porcentaje mucho mayor de sus ingresos, pierde validez. Porque si algún banquero perdió de vista su función básica, ese fue nuestro Rodrigo.

Sean felices

Cuando el presidente de un banco se mete a columnista, a escritor, a periodista, cuando alquila por un día la página relevante de un periódico para difundir sus ideas sobre cómo debe ser el sistema financiero del futuro, la curiosidad se pone en guardia. Cuando ya no es solo un banquero, sino una familia entera, la singularidad acentúa las suspicacias sobre qué pretende el banco yel papel del medio de comunicación.

Rodrigo Rato Ana Patricia Botín