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¿Se imaginan a Alierta y cía abrazados a un presidente sindicalista del metal?
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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¿Se imaginan a Alierta y cía abrazados a un presidente sindicalista del metal?

No solo Podemos está modificando sus posiciones. Los dirigentes empresariales también quieran desdramatizar su posible llega al poder. Cuestión de intereses

Por primera vez desde que los amigos imberbes de Pablo Iglesias han comenzado a aflorar en las encuestas oficiales como la fuerza política con más intención de voto, tres de los mayores presidentes de empresas españolas –Antonio Brufau, César Alierta e Ignacio Goirigolzarri- se han pronunciado esta semana sobre la supuesta amenaza que supondría que Podemos llegase a tener un papel relevante en el Parlamento.

Y lo más curioso es que, aunque los jefes de Repsol, Telefónica y Bankia prefieren que sigan al frente de la Moncloa los dos grandes partidos que han llevado a España a un estado de crisis económica y moral nunca vistos, a ninguno de ellos les asusta tanto el auge de estos profesores presuntamente chavistas, defraudadores y explotadores laborales (palabras de un tertuliano que tiene sillón preferente y permanente en el palco del SantiagoBernabéu-¿remuneración en especie sin declarar, quizás?-) como a los voceros enviados por el PP y el PSOE a las tertulias para demonizar al coletas y su tropa. Unos colegas que, como buenos españoles, han cometido esos pecadillos tan patrios: no pagar el IVA, dar cursos sin asistir... pecata minuta en comparación con construiraeropuertos sin aviones, puentes a ninguna parte yrobos premeditados de las arcas públicas.

Brufau aseguró que le gustaría “desdramatizar la posible llegada al poder de Podemos”, en referencia a las dos posiciones que Iglesias ha manifestado durante su etapa de predicador: La primera, más radical -“dejaremos de pagar la deuda de España"- y la segunda, más moderada -“renegociaremos con los acreedores”-. La tranquilidad con la que el presidente de Repsol habló del político populista se deriva de que, como máximo responsable de una multinacional, se las ha tenido que ver con líderes de todo pelaje.

El gesto que tuvo don Antonio con el hombre del poncho rojo no es una excepción. ¿Se acuerdan de Lula de Silva, el carismático político de izquierdas que gobernó Brasil durante ocho años? Este tornerometalúrgico, cabecilla de uno de los mayores sindicatos de Brasil, que protagonizó la mayor huelga vivida en el país más grande de Latinoamérica, también emergió como una amenaza cuando en 2003 alcanzó el poder en Brasilia.Después de años de lucha a cara de perro contra los dictadores y los partidos de derechas, sus presuntas ideas radicales fueron temidas por las élites de un país con unas profundas desigualdades sociales.

Pues bien, Lula da Silva, ya retirado, ha pasado a la historia como el presidente que generó el mayor progreso económico y social en Brasil. Hasta el punto de que su palabra se ha convertido en un dogma de fe que va repartiendo around the world cuando es contratado para dar conferencias ante públicos selectos. Su reconocimiento es tal que tanto César Alierta como Emilio Botín le encumbraron como invitado estrella en algunas de sus últimos Investor Day, jornadas de dos días en las que Telefónica y Banco Santander convocan a más de 200 analistas de los brokers que después recomiendan comprar o vender sus acciones. El tornero solía cerrar estas conferencias en nombre de los patronos dejando boquiabiertos a los asistentes.

Las fotos y las carantoñas del presidente de la operadora y del difunto banquero con Lula da Silva son múltiples. Probablemente ni Alierta ni Botín, miembros honorarios de lo que se calificaba como casta, nunca imaginaron que se harían tan amigos del sindicalista, con el que han hecho magníficos negocios en Brasil, el país de más crecimiento para ambas compañías cotizadas. Unas relaciones que, cómo no, fueron remuneradas no con pocos ceros, que una cosa es ser un obrero cualificado expresidente de un Gobierno y otra un petinto.

El presidente de Iberdrola, con gestos muy energéticos explicó como actuó “mi amigo Lula” (vean los fotos de cuando le invitó a San Mamés)cuando llegó al poder en 2003. Haciendo como que sacaba la cartera del bolsillo, y golpeándolacontra la otra mano, Galán describía que lo primero que hizo fue pagar la deuda sistémica que Brasil tenía conel Fondo Monetario Internacional. Aunque sus asesores más comunistas le decían que no la pagara, que así podría liberar el dinero para ayudar a la gente pobre, Lula insistía en liquidar sus facturas con el mayor acreedor del mundo porque de esa manera se ganaría la libertad necesaria para implementar sus peculiares políticas sociales.

De lo contrario, pensaba el obrero, siempre tendría las manos atadas y sería obligado a poner en prácticalas políticas económicas que le imponían desde Whasington. Como ahora le pasa a España con Berlín, a Mariano Rajoy con AngelaMerkel.Una excelente lección que deberían aprender tanto los actuales inquilinos del Gobierno como los arrabaleros de Podemos. Ya saben que el paga descansa y el cobra más.

En consecuencia, y gracias a estos salarios de miseria que ha traído la reforma laboral y que asienten las empresas integrantes del CEC, no descarten que Iglesias pueda cortarse la coleta bolchevique en la Moncloa y que los Alierta y compañía se hagan la foto de rigor con el muchacho. El dinero engrasa hasta los pensamientos más distantes.

Sean felices.

PD: "Yo entiendo por democracia no sólo el derecho de gritar contra el hambre, sino el derecho de comer", Lula

Por primera vez desde que los amigos imberbes de Pablo Iglesias han comenzado a aflorar en las encuestas oficiales como la fuerza política con más intención de voto, tres de los mayores presidentes de empresas españolas –Antonio Brufau, César Alierta e Ignacio Goirigolzarri- se han pronunciado esta semana sobre la supuesta amenaza que supondría que Podemos llegase a tener un papel relevante en el Parlamento.

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