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Keynesianos y monetaristas: derechos contra el muro
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Keynesianos y monetaristas: derechos contra el muro

La economía actual se maneja con dos coches y cuatro pedales en una carrera hacia ninguna parte: el bólido keynesiano y el bólido monetarista. Un tercer

La economía actual se maneja con dos coches y cuatro pedales en una carrera hacia ninguna parte: el bólido keynesiano y el bólido monetarista. Un tercer bólido, el coche fantástico de las expectativas racionales y de los mercados eficientes, no tiene conductor, con lo que no necesita pedales.

Keynesianos…

El bólido keynesiano tiene dos pedales fiscales. El del acelerador marca: más gasto público/menos impuestos. En el pedal del freno: menos gasto público/más impuestos. El Gobierno de turno está al volante en cada país y el Congreso en los Estados Unidos. Ambos pedales permiten en teoría –la práctica es otra cosa- fomentar o desincentivar el consumo con el objetivo final de estabilizar los ciclos económicos y evitar las depresiones. Cuando acelera, habitualmente en tiempos de crisis, cada Gobierno inunda de dinero su propio mercado mediante reducciones fiscales y/o endeudamiento, con el fin de aumentar el consumo y que la economía no se ralentice y aumente el desempleo, haciendo chirriar los neumáticos –el déficit se incrementa-. En tiempos de bonanza utiliza, mejor dicho, debería utilizar, el pedal del freno para equilibrar el presupuesto mediante una reducción del gasto y/o un aumento de impuestos para reducir la deuda y prepararse así para el siguiente ciclo económico.

…monetaristas…

El coche monetarista, puesto a punto sobre todo por el gran economista Milton Friedman, al acelerar aumenta el suministro de efectivo al mercado para fomentar el consumo. Al pisar el freno, por el contrario, reduce la cantidad de efectivo para evitar un recalentamiento de la economía. Los objetivos son los mismos que en el caso anterior: un aumento de consumo estable que permita el pleno empleo con una inflación controlada. En EE.UU. está al volante la Reserva Federal (FED) que también supervisa la actividad bancaria; en Europa es el Banco Central Europeo (BCE) el conductor del coche, estando la supervisión bancaria en manos de los diferentes países. Tanto el coche keynesiano como el monetarista sueltan inflación –o deflación- por el tubo de escape, siempre el enemigo a batir y a controlar mediante un buen pilotaje.

… y los de las expectativas racionales…

La última gran teoría de moda, el salvaje mundo de las expectativas racionales y del mercado eficiente –Rational expectations y Efficient Market Hypothesis en inglés-, es un tercer coche fantástico que no necesita conductor porque el bólido se supone que es perfecto e inmejorable. Asegura tal teoría que si la información que llega a la economía y a los mercados es correcta, estos funcionan bien sin ayuda ni pedales que valga y los mercados no se pueden batir más que con suerte, con lo que el trabajo de economistas y gestores de fondos es inútil. Sin embargo, para alivio de muchos, parece que ha quedado muy abollada con los acontecimientos del último año aunque sus tesis ya antes habían derrapado muchas veces –crisis del 29, batacazo de la bolsa de 1987 o la burbuja punto com del año 2000 entre otras-. Un mecánico llamado economía del comportamiento –Behavioral Economics- está viendo si puede, con algunas modificaciones, volver a arrancarlo. Este mecánico proclama que los humanos, humanos son; a menudo no demasiado racionales, cosa que se acaba reflejando en la economía y en los mercados financieros con lo que el coche fantástico, por muy futurista y matemáticamente elegante que sea, también necesitará un conductor para cuando las ecuaciones se gripen.

…en una accidentada carrera…

Cada bólido tiene sus seguidores con las filias y fobias típicas de cualquier competición. Hasta los años 70 del siglo XX el bólido keynesiano iba el primero ya que el monetarista estaba todavía en la cadena de montaje. La carrera fue despiadada sobre todo para los monetaristas, que partían con desventaja y tuvieron que escalar posiciones rápidamente. Fue la Administración Carter y posteriormente la de Reagan las que instalaron las bujías que permitieron que el bólido monetarista adelantase al keynesiano. Alan Greenspan, que durante muchos años estuvo al volante del moderno coche monetarista norteamericano a través de la FED, parecía que iba ganando posiciones con cada vuelta, siendo aclamado por ello, hasta que derrapó y se salió de la pista el año pasado –apalancamiento descontrolado y crédito subprime, finanzas creativas, mala supervisión bancaria, banca quebrada-. Esto obligó al viejo bólido keynesiano, caballeroso él, a remolcarle durante unas cuantas vueltas hasta que volviese a arrancar, apuntalando a los bancos y estimulando el consumo en su país mediante montañas de déficit. En Europa, el bólido monetarista (BCE) frenó inexplicablemente hace año y pico –subió los tipos de interés-, para luego arrepentirse y apretar el pedal del acelerador a tope reduciéndolos hasta los niveles actuales. Como en Europa cada bólido keynesiano está conducido por un Gobierno diferente, van todos a su aire, por ahora. Llegará un momento en que la Unión Europea comience a sacar banderas amarillas en las curvas, que para algún país serán rojas, a todos aquellos que no cumplan con los criterios de estabilidad presupuestaria que impone el Euro. ¿Candidatos…?

Unicamente dos bólidos y cuatro pedales –el coche fantástico está en el taller intentando el mecánico del comportamiento colocarle un asiento para el conductor- son las herramientas más poderosas que la ciencia económica actual puede proporcionar.

… derechos contra el muro

La singularidad de esta carrera es que al final de la recta de tribunas hay un muro y todos los bólidos se acabarán estrellando contra él. Ese muro es la incapacidad de nuestro planeta de proporcionarnos, en un futuro más o menos lejano, todo lo que deseamos; de absorber eternamente las consecuencias de nuestras acciones y estropicios. Cualquier teoría económica pretende simplemente una cosa: que consumamos más. Más de la mitad de la contribución de los países desarrollados al PIB es consumo. Todo en economía se reduce a eso y sin eso no sabe cómo avanzar: consumir más energía, más agua, más recursos no renovables para poder crecer y así alcanzar el pleno empleo. Como consecuencia de todo ello se contamina más y las emisiones aumentan cada día otro poco, acercándose peligrosamente los bólidos al muro. Ninguna teoría económica actual nos enseña a aumentar el bienestar económico y social sin dilapidar los recursos escasos de la Tierra ni deteriorarla. Son todas incompletas. Habría que empezar a pensar en nuevos desarrollos teóricos que nos enseñasen a crecer en un sistema cerrado sin agotarlo ni destruirlo. Un salto cualitativo en la historia del pensamiento económico. Nos va el futuro en ello.

En estos momentos el muro está dentro de un túnel y nuestros bólidos en él, lanzados y con los faros rotos. No lo podemos ver y por lo tanto no sabemos cuándo llegará el choque. Las ciencias actuales –ni la económica ni ninguna otra- de momento no permiten ver el muro ni como esquivarlo. Solo sabemos que está ahí, cada día un poco más cerca.

La economía actual se maneja con dos coches y cuatro pedales en una carrera hacia ninguna parte: el bólido keynesiano y el bólido monetarista. Un tercer bólido, el coche fantástico de las expectativas racionales y de los mercados eficientes, no tiene conductor, con lo que no necesita pedales.