Es noticia
Qué baratas redes 4G si hubiese buena disposición
  1. Economía
  2. Apuntes de Enerconomía
José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

Por

Qué baratas redes 4G si hubiese buena disposición

Europa está perdiendo el tren de las tecnologías de la comunicación. España sigue en el vagón de cola. ¿La culpa? Del empedrado, para variar.El sector de

Europa está perdiendo el tren de las tecnologías de la comunicación. España sigue en el vagón de cola. ¿La culpa? Del empedrado, para variar.

El sector de las telecomunicaciones es el que más quejas de los abonados acoge, los cuales no son clientes a causa del maltrato recurrente. Los operadores propietarios de redes han entorpecido todo lo que han podido la apertura del mercado, protegiendo los diferentes Gobiernos tales engendros, que dejan a empresas y ciudadanos desprotegidos también desde el punto de vista jurídico.

Continúan con sus abusos, mientras que la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, esperemos pronto extinta, se ha dedicado a salvaguardar sus privilegios poniéndolos a buen recaudo de los fastidiosos ciudadanos. Una vez desahogado, sólo soy un sufrido ciudadano más, vayamos al grano atravesando algún ejemplo.

Telecomunicaciones buenas, bonitas y baratas…

Podríamos estar disfrutando de redes móviles líderes mundiales, envidiables en calidad y precio, si hubiésemos aprovechado la experiencia propia extrañamente exitosa proveniente de otros sectores donde lo somos que, haberlos, haylos.

No interesaba. Había que apuntalar el oligopolio amigo, asegurando beneficios vergonzosos para unos pocos, incluyendo a los políticos que pastan a su vera a los que agradecen los favores con sueldos disparatados, una vez aliviados del ingrato pesebre político del que han abrevado con indecorosa promiscuidad.

Todavía estamos a tiempo. Se podría realizar una labor de libro con las redes 4G que fuese el ejemplo a seguir en Europa.

… inspiradas en las redes energéticas…

En algo damos cumplido ejemplo de que, aunque sirve para aumentar la eficacia-país de las infraestructuras energéticas, no es suficiente para garantizar una adecuada competencia en tales mercados. Los políticos y los reguladores de todos los Gobiernos presuntamente democráticos se han preocupado al alimón, desde que España ingresó en la UE, de que eso no sucediera.

En sectores con necesidades de capital muy intensivos es más rentable desde el punto de vista económico y operativo la inexistencia de competencia mediante la utilización una única red compartida por todos los operadores en las mismas condiciones.  

Cuando se trata de construir carísimos oleoductos para transportar combustibles, gasoductos que atraviesan todo el país hasta llegar a su cocina o líneas de alta tensión que transporten la energía eléctrica al por mayor, el fomentar la competencia de las redes multiplicando inversiones implica, necesariamente, un costo unitario mayor de cada litro de gasolina transportado, cada metro cúbico de gas bombeado o cada kilovatio-hora electrocutado. Por mucha competencia que haya entre ellas, el precio final de tales servicios, y la repercusión en el coste final, será siempre mayor.

Sale más barato e interesa a las cuentas nacionales en los tres casos utilizar una única red, aunque esté mediocremente gestionada. Lo cual no es el caso en España, a pesar del habitual pasteleo político. ¿Será porque si hacen las cosas mal se notará en seguida? Excepciones milagrosas.

El que haya en ciertos sectores logísticos de los llamados estratégicos diferentes suministradores no garantiza la competencia. Es mejor tener uno solo bien regulado, para que no abuse con las tarifas, que no varios que hagan un paripé competitivo o que podrían ponerse de acuerdo fácilmente sin dejar trazas si fuesen listos, lo cual no es el caso. Y más si el regulador es cómplice por omisión de los abusos, si no por acción, como tradicionalmente el de las telecomunicaciones.

Cuando España ingresó en la Unión Europea en el año 1986, esta impuso una liberalización de los mercados energéticos que ha resultado fallida por culpa de todos los Gobiernos habidos desde entonces sin ninguna excepción, con especial hincapié en los que más presumen de liberalismo y son paladines teóricos del libre mercado.

A pesar de ello, surgieron tres compañías: CLH, heredera de la antigua Campsa y de la concesión de sus vetustos oleoductos; Enagás, que ha construido una envidiable red de gasoductos; y Red Eléctrica Española, REE, que gestiona la alta tensión y ha incorporado con éxito las energías renovables al sistema, con todos los problemas técnicos que eso implicaba.

Tales empresas, cada una en su especialidad, son pioneras mundiales y líderes en calidad y eficiencia de redes energéticas. Ventaja competitiva y tecnológica que se puede mostrar con satisfacción y que se podría convertir en orgullo si la ausencia de competencia programada en los mercados extremos a ellas, la mala regulación y la corrupción endémica no oscurecieran tales logros.

La competencia en muchos mercados energéticos españoles sigue siendo una onerosa quimera. Volveremos con el efecto lunes de las gasolinas y la sangría que está suponiendo para el Estado y sus ciudadanos que el Gobierno sigue sin atajar.

Con medidas cosméticas como las que se barajan no lo conseguirá. Deberá meter buena cirugía, enmendar errores pasados si quiere conseguir algo. No faltan razones ni buenos argumentos que ya debería conocer, para eso están sus expertos. A ver si por una vez se ganan el sueldo.

El sistema en tales tres sectores funciona como sigue, vale cualquiera como ejemplo. Pongamos el caso de los productos petrolíferos como las gasolinas, el gas-oil o el queroseno de los aviones que se transportan desde las refinerías o las instalaciones de importación en los diferentes puertos a través de los llamados poliductos hasta el consumidor final, sea un avión o usted mismo.

Construir una de tales lombrices desde Algeciras o Huelva que, pasando por Madrid, conecten con Bilbao, Zaragoza o Barcelona, los lugares de mayor consumo, cuesta unos dinerillos. Construir dos o tres redes que compitieran entre sí hubiese sido una locura a la manera ladrillera.

Sale más barato aumentar el diámetro de una única tubería que construir varias. A cambio, la empresa que las opera no debe estar participada, o en todo caso con porcentajes minoritarios sin capacidad de influir en la gestión, por ninguno de los operadores dominantes, las conocidas compañías petrolíferas que abanderan las gasolineras. Así se garantiza que todos los operadores disfruten de trato similar. Es el caso de CLH.

Las barreras de entrada se reducen así drásticamente. Para que los monopolios de facto no abusen con las tarifas de paso, el Estado controla y garantiza un retorno razonable de la inversión aprobando los peajes, iguales para todos los operadores, y las condiciones técnicas de entrada y operación.

… que fomenten un 4G ejemplar…

La materia prima, el electrón, no consume divisas ni necesita de grandes infraestructuras que no sean las encargadas de distribuir las ondas, ni siquiera de transporte, ya que lo realiza el éter.

Las telecomunicaciones móviles pudieron seguir la senda virtuosa de las tres empresas anteriores, esta vez con resultados asegurados para el ciudadano y su bolsillo, a causa de su estructura industrial más simple y sencilla al no necesitar de complejo y caro abastecimiento. Tomaron la dirección contraria y pagamos precios disparatados por su causa. ¿Por qué?

Obviaron la exitosa experiencia disponible. Las concesiones para levantar redes y operar se dieron porque sí, o casi, en diferentes fechas a empresas que a la vez eran comercializadoras, método seguro de obstaculizar la competencia. Narramos tal timo al ciudadano tiempo atrás.

A cada compañía se le obligó a construir una red distinta siguiendo el mantra del libre mercado, según vociferaban los fundamentalistas a sueldo camuflado. Se localizaban casi siempre en la misma parcela. A cambio de multiplicar inversiones inútilmente, cada una vendía los servicios prestados a sus propios abonados únicamente, con tufos pestilentes, presuntos, de concertación.

Tales abusos aflojaron algo con la entrada de los operadores virtuales, obligando a seguir la estela de Europa. Abusaron asimismo de tales operadores virtuales, los cuales las pasan canutas. A pesar de ello, estos consiguen incrementar los clientes, ya no abonados, aunque sólo sea porque el respetable está hasta las narices de las compañías dominantes propietarias de las redes a causa de una mala gestión. La situación sigue siendo injusta aunque haya ya algo de competencia, que no es suficiente, y precios todavía demasiado elevados.

… emancipando las redes

¿La solución? Calcar el proceso seguido por las redes energéticas. Obligar en una primera fase a los operadores con redes a constituir compañías diferenciadas con los activos que aglutinan tales infraestructuras, de manera que a la comercializadora resultante propia se le obligue a contratar con idénticas condiciones que los operadores virtuales. Y que estos puedan hacerlo con la mejor red, que deberán competir entre sí, con el nuevo regulador ojo avizor siempre.

En una segunda fase, se obligaría a segregar tales empresas, vendiéndolas a terceros a la manera de CLH o sacándolas a bolsa siguiendo el mismo sistema que se utilizó con las otros dos. Para que ningún operador, sea el antiguo propietario u otro espabilado, pueda influir en la gestión ni beneficiar a nadie.

Todas las comercializadoras serían, pues, virtuales. Gozarían de los mismos deberes y privilegios y contratarían con aquella red que más les interesara. A diferencia de los mercados energéticos descritos, podría haber competencia entre redes ya que estas existen, aunque alguna sobre.

Desgraciadamente, los lobbies trabajan a destajo en dirección contraria al interés ciudadano, para variar. ¿Se volverán a salir con la suya?

Europa está perdiendo el tren de las tecnologías de la comunicación. España sigue en el vagón de cola. ¿La culpa? Del empedrado, para variar.