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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Asalto al poder

Cualquier democracia plena no es más que un complicado y sibilino juego de poderes y contrapoderes entre los tres poderes del Estado

Cualquier democracia plena no es más que un complicado y sibilino juego de poderes y contrapoderes entre los tres poderes del Estado, valga la triple redundancia, y una sociedad civil que tiene la obligación de vigilarlos y controlarlos. Un contrato con derechos y obligaciones para ambas partes, gobernante y gobernado. La mera existencia de asuntos como los de Snowden o Manning indica que las democracias occidentales están enfermas.

Parecen estar en manos de desalmadas sanguijuelas que pretenden enriquecerse obscenamente y apropiarse del control de la caja de los estados y sus nacioncitas para tapar su propia incompetencia, las pérdidas financieras provocadas y las atrocidades comerciales o, lo que es lo mismo, medioambientales, promovidas.

Un mecanismo genial…

El mecanismo de asalto al poder es genial, por no decir demencial. Más bien absurdo: se proporciona crédito barato ilimitado a los Gobiernos y las empresas colocadas en la diana que obviamente es malgastado en locos proyectos, embajadas pueblerinas, AVEs, aeropuertos y desmesura incontinente de nuevo rico para atolondrar la bancada.

Una vez atrapado el deudor, promovida la corrupción que todo dinero abundante y sin esfuerzo promueve, y rescatados a prorrata los bancos que han provocado tal desbarajuste con el dinero del pagano contribuyente, se toma al asalto por los mismos la susodicha democracia, su caja, colocando a tontos útiles al mando, los que no lo son en origen, que deciden qué se paga y a quién, a los bancos por supuesto, destrozando de paso la cultura, la educación y la investigación para neutralizar toda crítica y oposición, todo atisbo de civilización.

El proceso es financiado, para más inri, por los mismos perjudicados. Vigilado por los supuestos acreedores que en el fondo somos nosotros mismos. Por el Banco Central Europeo (BCE), arrogante tonto útil, que es la guillotina escogida. Por Alemania en su inconsciente papel de líder de la patraña y por la Reserva Federal (FED) en EEUU.

Prestamistas ambos de último recurso sin fondos propios ni garantías tangibles más allá de la defraudada confianza depositada en ellos por los ciudadanos y el trabajo afanoso de la imprenta digital, capaz de fabricar dinero del aire a cambio de nada.

Los esbirros de la parte más malvada de la economía que han propiciado tal desbarajuste se ponen a continuación al volante con el fin de saquear con gozo y fruición al enfermo, de dirigir a su antojo la menguante democracia capturada mientras Alemania, ingenua arrogante, carga con el remordimiento y la culpa.

Acribillando a continuación a las desarboladas víctimas mediante impuestos al ser imposible cuadrar las cuentas, ya que el haber escasea y el debe se escaquea. Desfase que impedirá alcanzar el equilibrio presupuestario durante la eternidad más próxima.

Consiguen así que los votantes paguen sus dislates y remuneraciones astronómicas mediante mecanismos parásitos que han infiltrado entre los maltrechos entresijos de las democracias saqueadas, y en el puente de mando de las bobaliconas democracias agresoras que presumen de virtuosas.

… triturador de democracias…

Grecia ha sido el exitoso banco de pruebas inaugural, sarcástico, por no decir criminal. Todo el Sur de Europa sigue su zaga degenerada una vez afinados los mecanismos de succión democrática y no sólo económica.

Estamos saliendo de la recesión, dicen algunos lacayos que son abanicados por cohortes de ilusos. El crecimiento jamás llegará con la misma intensidad que el endeudamiento, que no se podrá incrementar indefinidamente. Este seguirá aumentando hasta tocar el cielo o hasta que el contubernio reviente, que será lo más probable. ¿Qué sectores impulsarán el crecimiento? ¿De dónde saldrá empleo a mansalva para tantos millones de parados? Las quitas serán masivas. Las jubilaciones menguarán drásticamente.

Cuando no quede nada que rascar, los que mueven los hilos cerrarán el chiringuito, abandonarán el barco antes de que se termine de hundir para continuar al acecho de la siguiente democracia pardilla que se ponga a tiro, que será parasitada con igual tesón y mayor eficacia. Hasta que no quede ninguna por sangrar, el planeta se agote y se rinda derrotado, esquilmado sin remedio, y los océanos alcancen la altura que merecen las tropelías medioambientales perpetradas, anegando las ruinas profusamente hormigonadas de esta llamémosle civilización.

La clave para perfeccionar tal desaguisado está en colocar en las diferentes cámaras legislativas o Gobiernos, sean nacionales o regionales, a peleles, inútiles, holgazanes y vagos que no saben lo que se traen entre manos ni tienen agallas para enderezar la situación, convirtiendo el poder legislativo en tosco pelele a las órdenes del macabro poder ejecutor, a su vez correveidile de los que de verdad toman las decisiones.

Su acceso está rigurosamente vedado a prohombres enérgicos e inteligentes (o promujeres, no seamos picajosos), que los hay, con capacidad crítica, cultivados y honrados capaces de pegar un puñetazo en la mesa con el fin de detener tales insensateces, de volver a encarrilar la democracia y la economía por una senda sobria y virtuosa más razonable, alejándola de la metamorfosis neodemocrática, por no decir autoritaria, en ciernes.

… con responsables conocidos

Y, si no, ¿por qué los mismos individuos con nombre y apellido que hundieron el sistema financiero están a cargo de la economía de casi cualquier país europeo, empezando por España, o de EEUU? ¿Por qué continúan declarando beneficios supuestos los bancos agresores, ganando dinero a espuertas sus responsables mientras el resto de la economía se sigue hundiendo en la miseria, provocando más parados y pobreza progresiva en forma de minijobs, digan lo que digan las manipuladas estadísticas?

Las democracias más débiles, las de Europa del sur, son las primeras en caer masacradas. Han sido trituradas por una troika a sueldo de la ignominia narrada que las ha amordazado sin ningún pudor, simples intermediarios que dirigen a políticos que no saben ejercer el poder más que para beneficiarse a sí mismos, a los poderes fácticos o partidos, no sólo políticos, que los han aupado.

Los ciudadanos piensan que tienen derechos gratis obtenidos sin ningún esfuerzo, ni tan siquiera el sacrosanto deber de vigilar la calidad de su propia democracia. Gobierna el corto plazo, el beneficio inmediato, el ¡y yo qué! Van perdiendo tales inconscientes derechos uno a uno por haber dejado el control del Estado en manos de políticos mediocres y cómodos poderes fácticos, y no son conscientes de ello. Parece que la ineducación y el enrase por la base van produciendo sus frutos.

El dinero llama a dinero. El poder atrae siempre más poder. Su acaparamiento lo vuelve más letal y corrupto. Hasta ahora parecía que los sistemas democráticos y financieros más o menos funcionaban en Occidente. Llevan años resquebrajándose ambos; en España por la corrupción, en el resto de las democracias occidentales por la misma razón: las neodemocracias pugnan por prevalecer.

La crisis provocada por la brutal desregulación financiera sigue incrementando las desigualdades, penaliza al trabajador y a la clase media, protegiendo al caradura y al desalmado. Es una muestra más de que las democracias ya no las pilotan estadistas, ni las tripulan ciudadanos educados y cultos, que son cada día menos, ni las sociedades son tan avanzadas como quisieran y fueron.

Tratan de optimizar el beneficio inmediato sin ser conscientes de que cercenan el futuro a medio plazo al pretender ignorar la economía fundamental, la crisis climática, el deshielo galopante y el preocupante aumento del nivel de los mares. Una dictadura económica encubierta mediante cacicadas y otros mecanismos nauseabundos en donde China, curiosamente, ejerce de entusiasta espolón suicida cual abeja atolondrada.

¿Hasta cuándo seguiremos consintiendo la demolición de nuestras democracias, la degradación y el agotamiento de este planeta?

Cualquier democracia plena no es más que un complicado y sibilino juego de poderes y contrapoderes entre los tres poderes del Estado, valga la triple redundancia, y una sociedad civil que tiene la obligación de vigilarlos y controlarlos. Un contrato con derechos y obligaciones para ambas partes, gobernante y gobernado. La mera existencia de asuntos como los de Snowden o Manning indica que las democracias occidentales están enfermas.

Banco Central Europeo (BCE) Crisis Reserva Federal