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Ni izquierdas ni derechas: arriba o abajo
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Ni izquierdas ni derechas: arriba o abajo

Desde que comenzamos esta andadura hace casi seis años, la sociedad, no sólo la española, ha seguido degenerando. La NASA ya ha descubierto las causas. No

Desde que comenzamos esta andadura hace casi seis años, la sociedad, no sólo la española, ha seguido degenerando. La NASA ya ha descubierto las causas. No ha deducido nada que no hayamos voceado durante todo este tiempo. Ya no hay derechas ni izquierdas. Solo élites extractivas y pueblo pagano, los que disponen de la caja y los obligados a rellenarla sin ser preguntados.

Hemos hecho hincapié todos estos años en una de las dos patas que están haciendo quebrar el tinglado de la misma manera que hicieron sucumbir múltiples civilizaciones: las causas medioambientales, en el sentido más amplio del término, que incluyen el agotamiento de minerales, energías fósiles y otros recursos naturales finitos, así como la pérdida de biodiversidad y la contaminación provocada, siendo el cambio climático un corolario de todo lo anterior, por muy preocupante que se haya vuelto y que se volverá.

La degeneración social y política progresiva de muchas civilizaciones a lo largo de la historia es el segundo factor. La entropía social se aplicó a ellas. Acabaron sucumbiendo a causa de las élites extractivas cuando abandonaron el interés general o erradicaron estructuras de gobierno que eran aceptables para la época.

Cuando el primer poder está formado por gente floja o desalmada, cuando el segundo es ocupado por gente incapaz, codiciosa o corrupta, y el tercero por jueces torpes, fanáticos u holgazanes, sólo queda el cuarto poder para denunciar a los otros tres, si goza de buena salud

Élites cuya codicia hizo insoportable la convivencia y la estabilidad de la sociedad en cuestión al promover instituciones degeneradas que succionaban no sólo los valores o la riqueza del pueblo, sino los recursos que la abastecían, destrozando los fundamentos en los que se basaba la convivencia, hasta que colapsó. Como les pasó a mayas, romanos o al imperio español. Esta vez no será una excepción. El turno ha llegado.

Del segundo argumento hemos andado más flojos en este blog, si exceptuamos la fácil crítica despiadada hacia un sistema económico feroz e inestable, a una teoría económica acientífica, lo cual era cosa sencilla. Apenas hicimos mención a las razones políticas o sociales, aunque sean ellas las que han otorgado a la economía la preponderancia suicida que disfrutamos al eliminar el pensamiento, la literatura o el arte del proceso fabril de la ecuación trascendental del ser humano, inmolada en aras de una mayor productividad y de un crecimiento económico suicida.

Llega el momento de nivelar ambas patas y mojarse. En el futuro hablaremos más de cuestiones sociales y políticas, como hicimos la semana pasada y alguna otra vez, igual que cuando contamos algún avatar ocurrido en la India.

Arriba o abajo

Cuando el primer poder está formado por gente floja o desalmada, cuando el segundo es ocupado por gente incapaz, codiciosa o corrupta, y el tercero por jueces torpes, fanáticos u holgazanes, sólo queda el cuarto poder para denunciar a los otros tres, si goza de buena salud.

Prácticamente, toda la prensa de papel está quebrada y a órdenes del poder político y financiero que, a la postre, son la misma cosa. Lo están todos los grandes grupos de comunicación en España. Sobreviven con sus finanzas al límite por culpa de la mala gestión que los endeudó hasta el corvejón durante la década delirante. Se han convertido en peleles de la banca, la cual sigue también quebrada, mal que pese, y del resto de poderes fácticos que continúan chupando de la teta común, sean recalcitrantes o progres, con bigote o con ceja. Una gran tragedia para cualquier democracia.

Hasta que sean amordazados o lo intenten, ya sólo son independientes algunos digitales, incluyendo este medio. Únicas fuentes de información fidedigna y crítica, de momento mordaz, capaces de denunciar a las élites extractivas que dirigen la economía y las finanzas que han asaltado el poder y las estructuras de gobierno de este país. Hasta que el Gran Hermano se proponga amordazarlas.

Sin justicia

De los tres poderes del Estado, es quizás el tercero, la justicia, el más importante al ejercer de cortafuegos de los otros dos. Cuando el poder legislativo y el ejecutivo son ocupados por peleles incompetentes o corruptos, o por visionarios populistas, como es habitual allende los mares, sólo la justicia, si se mantiene ágil y sana, puede parar los pies a los otros dos.

Cuando legisladores y Gobiernos hacen degenerar un país, la justicia acabará cayendo, aunque sea el anteúltimo poder en ser neutralizado. Sus cimientos son minados poco a poco al infiltrar a jueces incapaces, ideologizados o corruptos. El último poder en caer suele ser el último de la lista: la prensa. Pasó a menudo a lo largo del siglo XX por todo el mundo. Sigue pasando en Argentina o Venezuela. Está ocurriendo aquí.

España constituye un ejemplo patético. La justicia hace ya tiempo que está tocada. Lo hemos visto estos días con el vodevil provocado por el acusado y su imberbe abogado con barba. Por el juez que hizo bueno al delincuente.

Mostró tal lamentable espectáculo como el chorizo hacía de testigo, como se rasgaba las vestiduras, como se cachondeaba y humillaba a todos aquellos a los que estafó. ¿Honor? Qué coño sabrá ese señor lo que es, como tampoco lo sabe el impresentable juez acusado.

¿Puede hacer más el ridículo la justicia española? Sí, puede hacerlo. Cuando se condena sumariamente al que asaltó la casa del tesorero antes que al propio tesorero, por ejemplo. O cuando todavía casi nadie ha rendido cuentas del desfalco de las cajas de ahorros ni del sistema financiero español después del tiempo transcurrido. Los delincuentes, encima, se han ido a casa con indemnizaciones millonarias a costa de todos los españoles, que trabajan y siguen siendo saqueados en su dignidad y no sólo su bolsillo.

Ni izquierdas ni derechas

Los partidos políticos y las sociedades de todo el mundo siguen discutiendo en términos obsoletos: izquierdas o derechas, rentistas o trabajadores, proletarios o propietarios, progresismo o conservadurismo.

Hoy los parámetros ideológicos son otros: los que esquilman desde arriba y los que sobreviven abajo, los que retuercen la caja sin compasión y los que la rellenan con trabajo duro y sufrimiento, los que exprimen y los que son exprimidos. El resto es pura parafernalia, llámese de izquierdas o de derechas, simple envoltorio formal que permite justificar las tropelías a la inconsciente yeguada.

¿En qué se diferencia una CEOE que malversa supuestamente fondos destinados a financiar cursos, de la UGT andaluza y tantos otros sindicatos presuntamente golfos que se han embolsado cifras escandalosas por los mismos conceptos? O entre el asunto del Palau, el del Puerto de Barcelona o el 3%, la trama Gürtel y la de los ERE, y tantas otras canalladas esparcidas por toda España. La justicia apenas ha cosechado resultados condenando ejemplarmente a los culpables.

Me encantaría poder quitar de una vez la palabra presunto o supuesto de mis afirmaciones. Significará que los responsables de los actos criminales y de los desfalcos han sido por fin condenados, que la justicia se ha dignificado.

España es el país de Europa con mayor número de aforados. Gozan de unos privilegios insultantes y de unos sueldos muy por encima de su capacitación y sus méritos. No porque los sueldos sean muy elevados, sino porque los asientos no están rellenados, salvo excepciones, por individuos honrados que gocen de capacidades que los justifiquen. Sería un primer paso para limpiar la mierda de este jardín.

España constituye un ejemplo patético. La justicia hace ya tiempo que está tocada. Lo hemos visto estos días con el vodevil provocado por el acusado y su imberbe abogado con barba. Por el juez que hizo bueno al delincuente

Los partidos políticos, los sindicatos y el poder oligopólico promovido por las puertas giratorias están asfixiando a la economía española. Grupos antes marginales succionan por sistema los fundamentos de esta democracia haciendo que ya no seamos todos iguales, imponiendo por ley el rencor o succionando subvenciones públicas de manera indecorosa. Grupos que imponen leyes que, pretendiendo fomentar la igualdad, tienen un inequívoco tufo neofascista al discriminar a determinados colectivos y otorgar privilegios insultantes a otros.

Las leyes neonazis promovidas por Zapatero, destinadas a arrebatar a los hijos de sus padres y arruinarlos económicamente, son un ejemplo evidente. Hay muchos más.

La putrefacción se consolida. Algo habrá que hacer para remediar tal situación. Habrá que poner algún granito de arena, a ser posible corrosivo, para escándalo de la corrección política y el aturdimiento dominante que se resiste a salir del marasmo ni a mojarse. Las élites extractivas, fascismo camuflado en estado puro, siguen exprimiendo de manera impune esta democracia, a los ciudadanos honrados, que son la mayoría.

Dentro de año y medio habrá elecciones generales. Las europeas de este mes serán el primer varapalo. El bipartidismo extremo probablemente desaparecerá. La estabilidad política de la que hemos gozado hasta ahora ha sido dilapidada por cohortes de políticos ineptos, los que no son corruptos. Se ha perdido un tiempo precioso que habrá que recuperar si no queremos que las élites extractivas hagan su agosto, todavía más, con el pasteleo que se avecina.

Antes eran izquierdas asesinas, como lo atestiguaron Mao o Stalin. Neofascismo camuflado, como el que promovió el denostado Zapatero. Derechas bárbaras o cerriles, como lo corroboró el soberbio Aznar con brutalidad. O extremas derechas letales, como lo certificó Hitler.

Entre ambos extremos hay una similitud: millones de muertos. Entre la moderación supuesta de los otros dos sólo hay corrupción, arrogancia, vacío intelectual, degeneración social y neofascismo emergente. ¿Ideología? El dinero.

La pata social y política está hundiendo esta sociedad, como predice la NASA y este humilde servidor. Las causas medioambientales siguen tomando carrerilla. Cuando confluyan ambos factores en el tiempo, el colapso será inevitable.

Han sido unas reflexiones mesuradas. Seguiremos dando caña mientras podamos, hasta que nos llegue el turno y nos amordacen.

Desde que comenzamos esta andadura hace casi seis años, la sociedad, no sólo la española, ha seguido degenerando. La NASA ya ha descubierto las causas. No ha deducido nada que no hayamos voceado durante todo este tiempo. Ya no hay derechas ni izquierdas. Solo élites extractivas y pueblo pagano, los que disponen de la caja y los obligados a rellenarla sin ser preguntados.

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