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¡Es la política, imbécil! La nueva derecha tras el 20-D
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Gonzalo Jiménez-Blanco

Arbitrando, que es gerundio

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¡Es la política, imbécil! La nueva derecha tras el 20-D

Ahora es un momento para hablar de política, para poner negro sobre blanco lo que uno piensa después de las elecciones y tratar de entender lo que ha dictado el resultado de las urnas

Foto: Una mujer saca una foto de Mariano Rajoy durante una rueda de prensa. (Reuters)
Una mujer saca una foto de Mariano Rajoy durante una rueda de prensa. (Reuters)

Ya he publicado en la editorial Aranzadi el libro 'El arbitraje en 55 lecciones práctica', que reúne los artículos que sobre arbitraje he venido publicando en El Confidencial en el blog 'Arbitrando que es gerundio'. Lógicamente podía haber seguido publicando los artículos en este blog hasta llegar al 55 pero parece que ya que estoy en la calle (en sentido figurado no se crean) deja de tener sentido publicar un artículo que ya no tiene el factor de la novedad como principal atractivo. Pero confieso que me ha entrado el gusanillo de publicar aunque sea de otro tema. Siempre que me dejen mis amigos de El Confidencial.

[Resultados de las elecciones generales por municipios y comunidades]

Ahora es un momento para hablar de política, para poner negro sobre blanco lo que uno piensa después de las elecciones (¿o fueron lecciones?) del 20 de diciembre, para evitar lo que una tía mayor (en sentido familiar, no es que se me haya pegado ya el modo de hablar propio de Podemos) del presidente Leopoldo Calvo Sotelo le decía mientras pasaba una tras otra las páginas de los periódicos: "No entiendo nada, no entiendo nada". Esa es seguramente la percepción que tenemos todos del escenario político de España y necesitemos alguna ayuda para entender dónde estamos y sobre todo cómo hemos llegado hasta aquí.

Lo primero claro es que necesitaremos aprender un poco de aritmética. A partir de ahora, tenemos que acostumbrarnos a vivir todo el día haciendo sumas y restas: éste tiene tantos diputados, éste otros tantos, en total suman tanto... Y buscar todas las combinaciones posibles.

Dicho esto, hay que entender que no todo es economía. Todavía se recuerda la frase de la campaña de Clinton: la economía, imbécil. Y aquí nos creemos que con el bolsillo saneado ya no hay más que hablar. Pues no, la economía es importante, pero es mucho más importante la política. Pasaron los tiempos en los que Franco se permitía aconsejar a los políticos de la época: "Haga como yo, no se meta en política". Ahora hay que hacer política, hacer posible lo imposible, dialogar, fijar metas, ejercitar acciones para llegar a la gente, hacer todo eso que no se ha hecho en los últimos años.

También hay que tener una idea de país, hay que saber qué queremos hacer de Europa y en Europa, qué queremos hacer de España, del Senado, de la reforma constitucional, de las Diputaciones, del aborto... Hay que definirse en los temas importantes y la respuesta no puede ser evasiva, no puede ser un "no tengo nada de que hablar". Y la derecha no puede ir a remolque de la izquierda en todo, aceptar todo dos legislaturas después: la Constitución, el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual...

Con estos mimbres debe construirse la derecha: hacer política, defender una idea de país, aceptar la modernidad social, renunciar a cualquier corrupción

Y por supuesto, un último tema al que corresponde tolerancia cero: la corrupción. No puede ser que comunidades autónomas enteras (léase Valencia o Baleares) o los ayuntamientos de Madrid estén todos podridos, que el tesorero del Partido Popular sea un golfo o que se pagara en 'b' la sede del partido. Y además, que se mirara para otro lado. Ay, qué lejos quedan los tiempos en que la bandera anticorrupción parecía estar en manos de la derecha.

Con estos mimbres puede y debe construirse la derecha de los próximos cuatro años: hacer política (no sólo económica), defender una idea de país, aceptar en su tiempo la modernidad social (si no se puede ir por delante, por lo menos no descolgarse), renunciar a cualquier forma de corrupción. Si a ello se añaden algunas directrices clásicas que todos imaginamos, como menos intervención económica, más libertades, más disciplina presupuestaria, menos impuestos... podremos construir una derecha irresistible y civilizada. Pero hay que hacerlo. Ah, olvidaba que habría que poner encima del pastel a un líder carismático, a una persona capaz de ilusionar a la gente.

Recuerdo que mi padre decía en 1974, en vida de Franco, que quería que hubiera democracia para votar a la derecha. Yo era entonces un niño y no entendía bien para qué hacía falta la democracia si ya teníamos a la derecha en el poder. Ahora lo entiendo. Ahora tenemos democracia. Por eso, mantengo el deseo de mi padre, aunque debo reformularlo. Quiero tener una derecha en condiciones para poder votarla. No debe ser tan difícil.

[Para más información y consultar otros datos, puede descargar gratuitamente la aplicación de El Confidencial, Elecciones 20-D, tanto para dispositivos Android como para teléfonos y 'tablets' de Apple]

Ya he publicado en la editorial Aranzadi el libro 'El arbitraje en 55 lecciones práctica', que reúne los artículos que sobre arbitraje he venido publicando en El Confidencial en el blog 'Arbitrando que es gerundio'. Lógicamente podía haber seguido publicando los artículos en este blog hasta llegar al 55 pero parece que ya que estoy en la calle (en sentido figurado no se crean) deja de tener sentido publicar un artículo que ya no tiene el factor de la novedad como principal atractivo. Pero confieso que me ha entrado el gusanillo de publicar aunque sea de otro tema. Siempre que me dejen mis amigos de El Confidencial.

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