¿Podremos mudarnos al barrio de la Alegría?

Desde hace meses estamos viendo un leve cambio de opinión sobre la situación económica de España en algunos medios nacionales y extranjeros, como, por ejemplo, el Daily Telegraph británico, la estadounidense Bloomberg o la publicación alemana Süddeutsche Zeitung. Todos ellos han visto que el esfuerzo de todos los españoles empieza a dar frutos y han publicado datos positivos y esperanzadores para el futuro de nuestro país, algo que desde esta columna hemos reclamado constantemente.

El último dato significativo ha sido la bajada del paro de 60.000 personas en diciembre. Si bien es un mes habitual de descenso, este ha sido mayor del previsto. A esto se le suman otros signos que nos permiten ser optimistas, como por ejemplo la progresiva corrección del déficit público, el aumento de la productividad y competitividad de las empresas españolas, el incremento de las exportaciones (hasta un 7%, según el FMI, cuando la media mundial es del 4,5%) y una mayor confianza de los mercados hacia España.

Israel hizo sus deberes hace tiempo y ahora, con un país de apenas 8 millones de habitantes, crea 500 empresas al año que atraen gran capital inversor, especialmente entidades de capital riesgoSin olvidar tampoco el aumento constante de la inversión extranjera en nuestro país, aunque este dato, en apariencia positivo, esconde una asignatura pendiente para 2013. ¿Cuáles son los proyectos por los que se apuesta en España? Se trata por lo general de empresas grandes, consolidadas y con un volumen de facturación alto. Un club selecto al que no pertenecen la gran mayoría de pymes y start-ups, precisamente las que hoy más necesitan el apoyo financiero de los inversores, tanto de casa como de fuera. Unos actores imprescindibles para la recuperación económica, ya que representan la mayor parte del tejido empresarial.

La Administración ha reiterado en numerosas ocasiones que tiene previsto potenciar el emprendimiento en España, pero no puede limitarse a favorecer la creación de empresas y eliminar las numerosas trabas burocráticas y administrativas, que también, sino que debe ofrecer alternativas de financiación serias y en tiempo, así como dar a conocer su oportunidad de futuro a los inversores nacionales y foráneos. La ventaja de este último punto está en que no cuesta dinero. Simplemente es poner a su disposición la red de contactos de la Administración para presentarles los proyectos. Es fácil y sencillo. Sin embargo, hoy todavía no se hace.

Esta es una de las medidas solicitadas por los círculos de emprendedores. Otras son un mejor trato fiscal para las nuevas empresas, sobre todo en temas de contratación de empleados, potenciación de mecanismos de financiación como los Business Angels, fondos públicos y privados o el MAB, así como la creación y desarrollo de entidades como ENISA.

Estas medidas se deben acentuar aún más en el caso de las start-ups. Son consideradas injustamente el ‘hermano pobre’ del conjunto empresarial, pero representan el futuro ya que la sociedad camina imparablemente hacia el e-commerce, o comercio por Internet. Lo demuestra un estudio realizado por Trusted Shops, firma de recertificación de tiendas online, que señala que el volumen de negocio del comercio electrónico en España se ha incrementado este año un 18% con respecto a 2011 y que esta tendencia continuará en los próximos años. Igual que ahora vemos normal comprar un billete de avión por la red, el día de mañana, si no ya, pasará lo mismo al pedir cita al médico, hacer la compra de la semana o pedir un taxi. A nadie se le escapa que es necesario cuidar a estas plataformas serias y avanzadas que facilitan la vida cotidiana de las personas y contribuyen al desarrollo.

No hace falta irse lejos para ver los beneficios y la riqueza que genera esta apuesta de las autoridades públicas por estas empresas tecnológicas. Israel hizo sus deberes hace tiempo y ahora, con un país de apenas 8 millones de habitantes, crea 500 empresas al año que atraen gran capital inversor, especialmente entidades de capital riesgo. En España no falta el talento ni start-ups brillantes similares a las que existen en Israel, como podemos ver en la sección de Teknautas todos los días, entre otros sitios. Sólo falta compromiso y concienciación por parte de la Administración de que el futuro va por ese camino.

Si no se apoya a estas plataformas desde hoy, el desarrollo y la recuperación de mañana no estarán asegurados. En ese caso, España volvería a ser fiel a toda su historia, una vez más. Sirva para reflejarlo la letra de la conocida canción de Sabina: “Vivo en el número 7, calle Melancolía. Quiero mudarme hace años al barrio de la Alegría, pero siempre que lo intento, ha salido ya el tranvía. En la escalera me siento, a silbar mi melodía”.

¿Llegaremos a tiempo de mudarnos al barrio de la Alegría esta vez?

*Santiago Esteban, Burson-Marsteller