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Four more years
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Juan Manuel López-Zafra

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Four more years

“Lo mejor está por venir” JL Rodríguez Zapatero, 2004 “The best is yet to come” Barack H. Obama, 6-nov-2012  Obama lo ha vuelto a hacer. Un

“Lo mejor está por venir”

JL Rodríguez Zapatero, 2004

“The best is yet to come”

Barack H. Obama, 6-nov-2012

El 40% de las ventas de grano norteamericano no se destina a la exportación para paliar el hambre en el mundo, no: se destina a la producción de etanol, la última burbuja. 

 

Four more years… de estímulo económico.

Ya he hablado en estas mismas páginas del legado de Obama. Ahora conviene hablar del futuro. El primer obstáculo al que se enfrenta es el precipicio fiscal, sobradamente conocido por los lectores de El Confidencial, por lo que no volveré sobre él. Sin embargo, y a pesar de todo lo que se ha dicho, soy de los que creo que, de producirse (algo que contemplo sólo remotamente), el precipicio será más bien un escalón. El principal aliado de Barack Obama en su lucha contra la austeridad es el gobernador de la Reserva Federal, Ben Helicopter Bernanke, que viene inundando los mercados internacionales con dólares americanos desde hace ya cuatro años, y que no va a cejar en su empeño hasta conseguir que el patrón de reserva de las finanzas mundiales tenga el mismo valor que el Bolívar venezolano. Sólo viendo la evolución del precio del oro durante los últimos cinco años podemos hacernos una idea.

 

Un déficit en 2012 de 1,1 billones de dólares (trillones norteamericanos) no es el más alto de la historia de los EEUU, cierto es. Es el cuarto más alto, sólo superado por los tres años inmediatamente anteriores. Alcanza ya el 7% del PIB, frente al 3,2% que dejó Bush en 2008, un presidente que no se caracterizó precisamente por una limitación del gasto público. La caída del gasto que efectivamente se ha producido en 2012 (de 3,6 billones de dólares a 3,54 billones - trillones norteamericanos) se debe a la reducción en un 4% del gasto en defensa, del 24% en subsidios a los parados y en un 9% en el gasto de Medicaid, el programa de salud para los que menos tienen en los EEUU. Eso sí, al mismo tiempo el presidente Obama ha incrementado los pagos de impuestos a los individuos en un 26% en los últimos dos años.

Al mismo tiempo, la monetización de deuda llevada a cabo por la Fed (ligada directamente a la política económica del presidente Obama, como señalé en su día, postura que comparte conmigo y así explicaba el ministro de Asuntos Exteriores de nuestro austero Gobierno el día 7 por la mañana desde Singapur: “La política presupuestaria de Obama es más alegre, su política monetaria menos estricta, un tipo de interés más bajo. Ese modelo lo que supone es que la deuda se reparte entre acreedores y deudores, mientras que el modelo republicano, el modelo de austeridad pone toda la carga en los deudores;  la victoria de Obama nos favorece.”) provocará inflación. No algo de inflación, sino mucha inflación. Inflación que no sólo afectará a los EEUU, sino que se exportará a todos los países, en forma de alzas generalizadas en, por ejemplo, los precios de los alimentos. Mientras no se modifique el sistema de ayuda al tercer mundo, esta alza de precios no hará sino crear pobreza allí donde pretende combatirla. Esa inflación afectará a los norteamericanos que invierten en su pensión. Esa inflación nos afectará a todos.

No entienda el lector que acuso a Obama de ser el culpable de todos los males que asolan la tierra, ni mucho menos. Obama es un síntoma de nuestros tiempos, de la necesidad de buscar respuestas cuando parece que todo falla, del deseo de muchos de que sea un ilustrado, amparado por el poder del Estado, quien nos guíe entre la niebla. Muchos siguen defendiendo, como él, que la única solución es más Estado, más gasto, más intervención. A pesar de haberse comprobado hasta la saciedad que la intervención del Estado en la economía no corrige deficiencias (salvo allí donde el mercado no llega) sino que las aumenta. Los mismos que acusan al mercado de haber fallado acusan a la UE de haber creado “la mayor burbuja de crédito de la historia”; aparte del desconocimiento supino que demuestran acerca de la intervención manipuladora de los bancos centrales, ni siquiera se dan cuenta de la brutal contradicción en la que se encuentran. Da igual. 

Es mejor vivir de espaldas a la realidad y seguir imprimiendo para salir de esta, seguir limitando la libertad para garantizar nuestra seguridad, nuestra energía limpia (mientras condenamos al tercer mundo al hambre limpiando nuestras conciencias pequeñoburguesas con la entrega de ingentes cantidades de ayuda al desarrollo que no solucionan el problema), nuestro trabajo (mientras impedimos que quienes pudieran trabajar en otros países tengan acceso al mercado). Pero cuando dentro de cuatro años, al finalizar esos four more years, todo esté peor, no pregunten cuál es la alternativa. Pregúntense por las causas. Y revisen, entonces, los manuales de política económica en vigor desde hace más de cincuenta años. Llegará el momento del cambio.

“Lo mejor está por venir”