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Juan Manuel López-Zafra

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Son los muros que tratan de frenar la movilidad de las personas en busca de un futuro mejor los que deben hacernos reflexionar

Foto: Foto: EFE.
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“La gente que no puede vivir dignamente no tiene otro remedio que intentar ganarse la vida en países donde sí puede hacerlo”, Mariano Rajoy Brey

Trump cumple sus amenazas, titulan los medios. Resulta curioso cómo al cumplimiento del programa electoral que le ha llevado a la presidencia se le llama “cumplir amenazas”; entiendo que debe ser por la falta de costumbre, en un país donde quien gana la contienda electoral tiene la costumbre de contravenir la palabra dada. No estamos acostumbrados a políticos honestos, por aberrantes que nos parezcan sus propuestas.

“Sí, aquí también hay una valla en Ceuta y Melilla”, reconoció a Carlos Alsina el presidente del Gobierno de España tras la frase que abre esta columna; “desde hace muchos años”, añadió en tono que parecía de disculpa. “No existen fronteras abiertas en ningún lugar de la tierra”, concluyó, dotando su reflexión de la fuerza de la mayoría.

En 1959, el economista austriaco Oskar von Morgenstern, conocido por sus fundamentales aportaciones a la teoría de juegos con Von Neumann, publicaba 'The International Spread of Business Cycles', recordando cómo sí han existido periodos no tan lejanos en la historia donde la libertad de movimientos era algo más que un deseo.

“Antes de 1914, existía la libertad de desplazamiento sin pasaportes, libertad de migración y libertad de intercambios sin restricciones monetarias. Se otorgaba la ciudadanía a los inmigrantes sin coste. Los capitales a corto y a largo plazo se movían sin restricción alguna en cualquier dirección, y bajo cualquier formato”.

Foto: Donald Trump, antes de su intervención durante una reunión de congresistas republicanos en Filadelfia, el 26 de enero de 2016. (Reuters)

Israel elevó un muro a partir de 2012 para proteger a sus ciudadanos de las acciones terroristas procedentes de Líbano. Recordemos que Israel vive bajo amenaza constante desde el mismo día de su constitución como Estado libre e independiente; la única democracia de Oriente Medio intenta protegerse de este modo de agresiones que persiguen su destrucción. Similar es el caso del muro que Líbano está levantando alrededor del campo de refugiados de Ain al Hilweh, para evitar enfrentamientos entre distintas facciones palestinas y el ejército del país. Curiosamente, pocos medios occidentales alertan de este mientras critican el de Israel.

Son los muros que tratan de frenar la movilidad de las personas en busca de un futuro mejor los que deben hacernos reflexionar. La brecha de renta per cápita en paridad de poder adquisitivo entre España y Marruecos es inmensa; si en nuestro país disponemos de alrededor de 35.000 dólares, en nuestro vecino del sur es casi ocho veces menos, con menos de 4.500 dólares; con el África subsahariana son más de 17 veces, quitando a los países productores de petróleo. México, el décimo primer país del mundo por producción de petróleo, presenta un PIB per cápita de 18.370 dólares por los 56.420 de los EEUU, su vecino del norte. La frontera entre ambos países, de 3.200 km, tiene al río Bravo como una barrera natural de más de 1.400 km; el resto, lo que los mexicanos denominan La Línea, por razones obvias, está ya ocupado por alrededor de 1.000 km de un muro que se empezó a construir en los años noventa por orden del entonces presidente, Bill Clinton, en el seno de la operación Guardián promovida por su fiscal general, Janet Reno. México siempre ha mantenido su oposición al mismo, señalando que viola derechos básicos de movilidad de las personas; curiosamente, en julio de 2014 el presidente Enrique Peña Nieto, estos días muy beligerante con la postura de Trump, presentaba su Programa Frontera Sur. La principal medida “para proteger al inmigrante” era la construcción de un muro con Guatemala, y de este modo evitar el tránsito de ilegales por su territorio hacia los EEUU. La renta per cápita en Guatemala, siempre en paridad de poder adquisitivo, es de 7.700 dólares, 2,5 veces menos que la mexicana.

Muros se han construido en Belfast para separar católicos de protestantes, en la frontera este de Europa para evitar la entrada de refugiados, en el Sáhara por Marruecos, entre Arabia Saudí e Irak y entre Kuwait y el mismo país, en Río de Janeiro para aislar favelas o en el barrio de La Molina de Lima para “prevenir la delincuencia” procedente del de Ate. No podemos olvidar, por supuesto, el que separa las dos Coreas a lo largo del paralelo 38 norte.

Dejando de lado este caso, último vestigio de la Guerra Fría y único muro para evitar la fuga de los propios ciudadanos, sometidos a una dictadura comunista de larga tradición familiar, los otros pueden dividirse en dos: los que se elevan para evitar el asesinato de los propios ciudadanos por parte de quienes persiguen su aniquilación y exterminación, y los que pretenden limitar, dificultar, impedir la búsqueda de oportunidades. Evidentemente, no puede decirse que los muros levantados en Europa sean del primer tipo, porque inmigrantes procedentes de África, de América o de Asia viven con nosotros desde hace años.

Lo que diferencia la inmigración hacia los EEUU de la inmigración hacia Europa es la causa. Mientras que los que allí pretenden entrar lo hacen buscando la promoción personal, familiar, por mejorar su vida a costa de su esfuerzo, y no para vivir de los réditos de un sistema que no los permite, en Europa es el Estado de bienestar el que actúa como imán poderoso. Un Estado de bienestar carísimo, construido en virtud de falsos derechos que los políticos han regalado a los votantes, y que muchos, con toda la lógica del mundo, pretenden aprovechar. Si usted pudiese elegir entre dejarse la piel trabajando ilegalmente durante años para quizás algún día conseguir la nacionalidad, bajo la tensión constante de la expulsión, o acudir allí donde todo es gratis, gratis de verdad porque lo pagan los contribuyentes y no los usuarios, allí donde discuten sobre la instauración de una renta básica devengable de forma automática si se demuestra que no se trabaja (más bien, si no se tiene contrato de trabajo, que no es lo mismo), ¿qué haría usted?

La libertad de las personas se construye sobre la capacidad de decidir. Nuestro Estado de bienestar es el estímulo de cientos de miles de personas. Solo reduciéndolo al mínimo se logrará parar el flujo migratorio. Cualquier otra medida es estéril.

“La gente que no puede vivir dignamente no tiene otro remedio que intentar ganarse la vida en países donde sí puede hacerlo”, Mariano Rajoy Brey

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