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D.E.P., la nueva política fulmina el Consejo Empresarial de la Competitividad
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D.E.P., la nueva política fulmina el Consejo Empresarial de la Competitividad

La tercera cancelación del Consejo Empresarial para la Competitividad desde las elecciones generales del 20 de diciembre supone su defunción en la práctica

Foto: El presidente del Consejo Empresarial para la Competitividad, César Alierta. (EFE)
El presidente del Consejo Empresarial para la Competitividad, César Alierta. (EFE)

La tercera cancelación del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) desde las elecciones generales del pasado 20 de diciembre supone su defunción en la práctica. No habrá nuevas reuniones. O no las habrá más allá de aquella en la que certifique que este 'lobby' está muerto y más que muerto. Con la salida de la presidencia de Telefónica de quien fuera su principal impulsor, lo que se atisbaba desde hace meses como una posibilidad terminará por convertirse en breve en certeza. Descanse en paz.

Más allá de las excusas formales con las que se ha pretendido justificar la falta de deseo de sus miembros de reunirse, prima de fondo una realidad: la nueva política y la vieja empresa son incompatibles, al menos en los términos en que lo habían sido hasta ahora. Todo grupo de presión está mal visto, todo intento de condicionar la opinión pública desde lo que se ha dado en llamar -en muchos casos demagógicamente- las clases extractivas, también. El principal contrapoder es a día de hoy, paradójicamente, la propia ciudadanía. Por primera vez en mucho tiempo, existen grupos dispuestos a canalizar su rebeldía, bien desde posiciones más moderadas, bien desde el populismo radical. Y la empresa, entendida como ejecutivo en la sombra o como icono del capitalismo, está en el punto de mira.

En un entorno, como ese cualquier pronunciamiento más allá de las trivialidades generalistas de rigor sobre la estabilidad, la confianza o el bien común de los españoles resultaría no solo inconveniente sino, probablemente, temerario. En tiempos de turbación, mejor no hacer mudanza por lo que pueda pasar. Más cuando son estas nuevas fuerzas políticas las que van a tener, previsiblemente, la llave del Gobierno de la nación. De ahí que los miembros del consejo hayan preferido aplicarse el adagio "calla si lo que tienes que decir no es más importante [o conveniente, cabría decir en este caso] que el silencio". Mutis por el foro.

El Consejo Empresarial de la Competitividad se irá con más pena que la gloria mediática con que se fundó, pataletas de excluidos incluidas

No hay que olvidar, por otra parte, que si la finalidad del CEC era "aportar propuestas que mejoren la competitividad, ayuden a la recuperación económica y fortalezcan la confianza internacional en España", en un momento en que se ponía en tela de juicio nuestro derecho como país a pertenecer a clubes cada vez menos exclusivos como la eurozona, se puede decir que su razón de ser ha desaparecido por la vía de los hechos. El fantasma de una intervención o una posible salida de la moneda única se ha desvanecido y nuestra economía es la que más crece de la UEM. Y, aunque el cambio de modelo productivo está lejos de producirse, el tridente euro, petróleo y tipos de interés ha camuflado tal carencia. Perdida su finalidad, poco o nada hay que justifique su vigencia.

El Consejo Empresarial de la Competitividad se irá con más pena que la gloria mediática con que se fundó, pataletas de excluidos incluidas. Con la frustración de que buena parte de las propuestas que hiciera en su día, y que tan bien plasmadas se hallan en su documento 'España 2018', han vuelto a toparse con la estulticia administrativa de los mismos que prefieren demonizar a los creadores de riqueza antes que apalancarse en ellos para desarrollar una idea de nación. En el pecado de las injerencias pasadas de algunos de sus miembros llevan la penitencia de la indiferencia presente. Ni siquiera habrá sido una oportunidad perdida porque, en realidad, solo ellos se creyeron un papel que nadie les arrogó y que nunca representaron con convicción.

La tercera cancelación del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) desde las elecciones generales del pasado 20 de diciembre supone su defunción en la práctica. No habrá nuevas reuniones. O no las habrá más allá de aquella en la que certifique que este 'lobby' está muerto y más que muerto. Con la salida de la presidencia de Telefónica de quien fuera su principal impulsor, lo que se atisbaba desde hace meses como una posibilidad terminará por convertirse en breve en certeza. Descanse en paz.

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