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Roberto Centeno

El Disparate Económico

Por
Roberto Centeno

Medidas clave para levantar España

Me dicen a veces algunos lectores: “Bien, pero además de criticar la situación, ¿qué haría usted para arreglar España?”. Lo primero que debo responder es que

Me dicen a veces algunos lectores: “Bien, pero además de criticar la situación, ¿qué haría usted para arreglar España?”. Lo primero que debo responder es que llevo explicándolo desde 2007, ya que nunca hago una crítica sin dar después soluciones. En mi último libro sobre la crisis, El disparate nacional, publicado por Planeta, describo los hechos –de algunos de los cuales fui testigo directo– y las personas que nos han llevado a la ruina, y dedico un capítulo a explicar las medidas para salir de la crisis. Lo segundo que debe considerarse, y esto es el centro de la cuestión, es que el problema de España no es económico, como en Grecia, Irlanda y Portugal. Es político.

Político fue el desastre financiero, donde un Gobierno insensato hizo caso omiso de la carta de los inspectores del BdE en 2006, en la que se alertaba inequívocamente de lo que iba a suceder, e hicieron justo lo contrario de lo que debían. Política fue la decisión de ignorar la crisis y de falsear el cálculo del PIB que desde 2008 se sobrevalora en más de dos puntos anuales. Y política es la decisión de mantener un modelo de Estado infinanciable y corrupto, unos bancos inviables y unos monopolios esenciales con licencia para robar. Afirmar que hay soluciones que dejen intacto este entramado de expolio sin límites es un insulto a la inteligencia y un engaño miserable a los españoles.  

Primera medida: cambio del modelo de Estado

La primera medida es obvia, indiscutible, sine que non: hay que cambiar el modelo de Estado. Ningún país puede soportar un sistema político que lleva al despilfarro anual del 11% de su PIB. Es metafísicamente imposible. Desde las duplicidades entre administraciones –36.000 millones–, hasta la estructura del sistema –17 comunidades autónomas con todos los elementos propios de un Estado soberano y 8.127 ayuntamientos con una legión de personas y medios–.

Y todo ello con el descontrol más absoluto y el mayor nivel de corrupción, tanto institucional como personal, de la historia de España. Es obsceno, es inmoral y es indigno que la casta política, con la señora De Cospedal al frente, afirme con total cinismo que “las Comunidades no son el problema”. Si el despilfarro del 11% del PIB no es el problema, ¿entonces cuál es, Maricospe?

Y ya no vale el camelo habitual, el de corregir los excesos. El sistema es el exceso. Hay que cortarlo de raíz manteniendo solo las autonomías históricas: País Vasco, Navarra y Cataluña. Y reducir los ayuntamientos a menos de 3.000. Mantener el resto de autonomías es contrario a la razón y a la realidad histórica. Es solo un invento de la infausta Transición para que la casta política pudiera  colocar a sus familiares y amigos por cientos de miles, y con sueldos un 40% por encima que la media del sector privado. Un diferencial jamás ocurrido antes de la Transición y que tampoco sucede en ningún otro país, donde los salarios públicos están siempre por debajo de los  privados. Están saqueando España sin contemplaciones. Desde aquí me adhiero a los llamamientos a los funcionarios para que saquen a la luz todo lo que saben de corrupción, estafas, apropiación indebida, gastos suntuarios, engaños y clientelismo. Hay que desenmascarar a los corruptos. España debe saber.

El centro de la cuestión es que el problema de España no es económico, como en Grecia, Irlanda y Portugal. Es político

Pero voy a ser mas concreto. Hay que eliminar los 2,5 millones de empleos* públicos nombrados a dedo o con pruebas a medida. Ningún país y menos España se puede permitir pagar a gente por no hacer nada. Aparte de su disparatado sueldo medio, el costo total es mas disparatado: oficinas –la mayoría de lujo– en edificios señeros, medios de todo tipo, cientos de miles de ordenadores a la última, 300.000 teléfonos móviles,  30.000 coches oficiales, etcétera. Pero es que el tema es mucho peor que no hacer nada. Les pagamos por destruir España.

Hay 350.000 personas dedicadas a tiempo completo a idear, legislar y controlar 17 mercados diferentes, a poner barreras de todo tipo entre las regiones españolas. Han destruido la unidad de mercado, que es el elemento esencial para el crecimiento. Es mas fácil mover productos entre Estados europeos que entre regiones españolas. ¿De qué sirve la reforma laboral sin unidad de mercado?  Y les recuerdo lo que ya he repetido mil y una veces, una de las verdades más profundas del funcionamiento de nuestra economía: por cada puesto eliminado en el sector público se crean 2,8 en el sector privado.

Los beneficiarios y la casta dirán que la marcha atrás es imposible. ¡Mentira! Que nos lo pregunten a los españoles. Convóquese un referéndum claro, Autonomías sí o Autonomías no. ¿O es que dejar que los españoles decidamos es imposible? No podemos permitir que sea una oligarquía que no nos representa quien decida sobre nuestras vidas. Es imposible mantener la situación actual.

Segunda medida: implantación de una democracia real

Es el tema esencial, previo incluso al anterior. No voy a repetir lo explicado en numerosas ocasiones aquí y en detalle. La democracia real fue hurtada a los españoles por los padres de la infausta Transición, algo por lo que, como decía mi gran amigo Camilo José Cela, “si tuvieran vergüenza, se habrían pegado un tiro”. No se lo pegaron, sino que llevan 35 años viviendo como rajás a costa del pueblo.

Lo que implantaron fue una oligarquía donde no existe división de poderes, ni institución independiente alguna, y eso no es una democracia, es una dictadura. Una dictadura de partidos. Los diputados no representan al pueblo, no han sido elegidos por él. Solo representan a quien les puso en una lista; son meros aplaudidores, aparte de chorizos que pierden iPads a decenas y exigen que se les reemplacen. El pueblo no les importa nada. Véase a la alcaldesa de Madrid, de puente con la ciudad llorando a sus muertos. Tiene cinco secretarias, mayordomo y dos conductores, un auténtico escándalo, mientras sube hasta las tasas hasta por casarse y los IBIs sin parar, aunque el valor de las viviendas se hunda. Hay que echarlos como sea.

Esto es lo primero que cambiar porque un régimen oligárquico corrupto y depredador, donde se tapan los unos a los otros –hoy por ti y mañana por mí, tú colocas a mi primo y yo a tu cuñado– es absolutamente incompatible con el crecimiento. Y simultáneamente es imprescindible cambiar la infecta ley electoral que sostiene todo el tinglado, y permite además que los votos de nacionalistas y separatistas valgan cinco veces los del resto de los españoles. El procedimiento el mismo: referéndum. O por las buenas ahora, o por las malas antes o después.

Tercera medida: cierre de bancos inviables y reestructuración hipotecaria

Los ocho bancos nacionalizados –o casi– deben ser cerrados ya. Primero porque son inviables, y segundo porque es imperativo adecuar el tamaño del sector financiero al de la economía real. El pasado lunes explique por qué. Algunos sacan el cuento chino de los 100.000 euros garantizados. ¡Dejen de engañar a la gente! Los depósitos de los ocho ascienden a 500.000 millones. De ellos, un 20% son de empresas y del resto, la parte garantizada es el 90%. O sea, 360.000. Pero sus activos son casi un billón en balance –junio 2012–. Los bancos se liquidan y sus activos se venden a mercado. Pueden valer algo así como  el 50%, o sea, 500.000 millones. Lo que significa que hay dinero de sobra para pagar a los garantizados. Rescatarlos, que es en lo que está Rajoy avalándolo todo para salvar a unas élites irresponsables y depredadoras, llevará a la ruina definitiva a la nación.

En España, por cada puesto eliminado en el sector público se crean 2,8 en el sector privado

Y luego lo inaplazable, el drama hipotecario. Un drama responsabilidad íntegra de Solbes, Zapatero, bancos y cajas. Los inspectores del BdE se lo dejaron muy claro en su carta de 2006: “El número de familias que tendrán que afrontar graves dificultadas para pagar sus hipotecas crecerá de forma alarmante”. Hicieron todo lo contrario a tomar medidas. “Cuanto más se endeuden, más ricos serán, los pisos siempre subirán de precio”, dirían en 2007. Mintieron conscientemente a los españoles y se negaron a hacer lo que sabían inevitable, llevando a cientos de miles al desastre. Solo por eso, ambos deberían ser procesados. Y ahora, la disparatada política fiscal y económica de Rajoy está produciendo un empobrecimiento brutal de las familias.

Y bancos y cajas gobernadas por PP y PSOE peor: se inflaron a dar hipotecas imposibles de pagar, iban a comisión y les daba igual. La justicia no puede permitir que estos insensatos utilicen una ley medieval contraria a la legislación de la UE para aplastar a los hipotecados. Es urgente ir a una reestructuración hipotecaria en la que los bancos carguen con su parte de culpa. Además y, como señala el FMI, es una forma de relanzar la economía a “relativamente bajo coste”. Y necesita tres cosas: la derogación del desalojo obligatorio dando una moratoria; la entrega de la vivienda salda toda la deuda –no se puede condenar a una familia de por vida– y una reestructuración de no menos de 100.000 millones, que es radicalmente incompatible con el rescate a bancos inviables. O rescate o reestructuración.

Es de vergüenza que los grandes culpables, PP y PSOE, que se han negado desde 2009 a arreglar el problema, necesiten que se suicide la gente y estar en campaña electoral para improvisar una chapuza que aplaza pero no resuelve nada. No están dispuestos a dar un euro ni los bancos a condonarlo. Peor todavía: siendo los responsables máximos de la situación, con una voluntad depredadora como nunca había existido en el pasado, y a pesar de recibir decenas de miles de millones de dinero público, son implacables a la hora de ejecutar y perseguir, excepto el Popular. ¡Dejen de perseguir a las familias desahuciadas! Hay que habilitar a los jueces para tutelar los abusos o ir a los tribunales europeos. El tema es “muy difícil, con muchas complicaciones”, dice Rajoy con lágrimas de cocodrilo.

Es de vergüenza que PP y PSOE necesiten que se suicide la gente y estar en campaña electoral para improvisar una chapuza que aplaza pero no resuelve nada

Todo lo contrario, es muy sencillo. ¡Déjese de salvamentos indiscriminados de bancos inviables, algo que nadie ha hecho en el mundo! Y aplique el modelo de Estados Unidos, el mejor sin duda, que a través de las agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddy Mac inyectó 500.000 millones de dólares para reestructurar hipotecas y evitar desahucios. ¡Basta del expolio del banco malo y resuciten el Banco Hipotecario que ustedes destruyeron para que canalice la reestructuración! ¡Basta ya de improvisar chapuzas y de despilfarrar el dinero público para que bankeros, bonistas y acreedores insensatos se vayan de rositas! Y utilicen ese dinero para reestructurar lo más urgente. 100.000 millones de quita hipotecaria elevarían el crecimiento un 1%. ¿O es que ni siquiera saben economía elemental?

Finalmente, hay dos medidas clave más: la recuperación de crédito a la economía productiva –pero eso necesita análisis aparte– y los monopolios energéticos, ya explicado en detalle. Y luego lo demás. La enseñanza pública, que en manos de la izquierda más ignorante de la Unión Europea ha dejado de ser el ascensor social que fue en el pasado, la Justicia, la Sanidad, etcétera. Somos una gran nación con un potencial de crecimiento inmenso, pero estamos en manos de la clase política más ruin, más corrupta y más incapaz de Europa. Tienen en sus manos acabar con la crisis, pero no lo harán. No cederán un ápice de sus inmensos privilegios.

*La cifra de enchufados no es mía, la dio Montoro al afirmar que solo 700.000 empleados públicos de los 3,2 millones existentes han realizado una oposición limpia y transparente. El resto han entrado a dedo o con pruebas a medida.   

Me dicen a veces algunos lectores: “Bien, pero además de criticar la situación, ¿qué haría usted para arreglar España?”. Lo primero que debo responder es que llevo explicándolo desde 2007, ya que nunca hago una crítica sin dar después soluciones. En mi último libro sobre la crisis, El disparate nacional, publicado por Planeta, describo los hechos –de algunos de los cuales fui testigo directo– y las personas que nos han llevado a la ruina, y dedico un capítulo a explicar las medidas para salir de la crisis. Lo segundo que debe considerarse, y esto es el centro de la cuestión, es que el problema de España no es económico, como en Grecia, Irlanda y Portugal. Es político.