Es noticia
Defender la justicia a puñetazos
  1. Economía
  2. El Observatorio del IE
Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

Por

Defender la justicia a puñetazos

En 1565, Solimán el Magnífico envió una de las mayores flotas jamás construidas para conquistar y arrasar Malta. Defendida por los caballeros de San Juan, valientes

En 1565, Solimán el Magnífico envió una de las mayores flotas jamás construidas para conquistar y arrasar Malta. Defendida por los caballeros de San Juan, valientes milicias locales e importantes contingentes de soldados españoles e italianos, la batalla de Malta fue uno de los momentos decisivos en la geopolítica mediterránea del Renacimiento. La defensa de la capital se aseguraba con dos fortalezas, San Ángel y San Telmo. Tras una heroica resistencia que otorgó a los cristianos el tiempo suficiente para terminar de fortificar la capital, el fuerte de San Telmo fue finalmente conquistado por los turcos.

El general otomano, Ali Pasha, ordenó que no hubiera cuartel. Los heroicos supervivientes fueron torturados hasta la muerte, decapitados, sus cadáveres crucificados y enviados corriente abajo hacia la capital para que sus defensores pudieran ver lo que les esperaba si mantenían la resistencia. El maestre de los caballeros, La Valette, que dio nombre a la actual capital de Malta, tenía por entonces más de 70 años. Al contemplar el horrendo espectáculo de los crucificados cadáveres decapitados, ordenó ejecutar a los prisioneros turcos, decapitarlos y bombardear desde la capital el recién conquistado fuerte de San Telmo, pero utilizando como munición las cabezas de los prisioneros otomanos, para que los conquistadores del fuerte vieran cómo se las gastaban los defensores.Al final, la capital resistió el asalto heroicamente y una flota de rescate repleta de tercios organizada por el virrey español García de Toledo fue capaz de levantar el asedio, culminando en la derrota turca, derrota prolegómeno en el cambio de poder que experimentó el Mediterráneo Occidental desde ese momento: de ser un mar dominado por los turcos a un mar dominado por los españoles.

Los defensores de la democracia liberal explican que esta no consiste sólo en votar cada cuatro años dudosos programas electorales. Consiste también en una genuina separación de poderes y en una adecuada libertad de expresión dentro y fuera de los partidos políticos

La violencia de este episodio nos muestra un concepto salvaje de justicia en un mundo dominado por la violencia extrema.Hoy rezuma crueldad, pero en aquel momento, tras una guerra sin cuartel que duraba décadas con espantosas acciones de violencia por ambos lados, tanto Pasha como La Valette estimaban que sus acciones eran justas.

Han pasado casi quinientos años desde entonces. La pasada semana el partido islamista moderado que gobierna en Turquía liderado por Erdogan llevó al Parlamento su propuesta de ley para que el equivalente al Consejo General del Poder Judicial turco sea nombrado por el parlamento, de mayoría islamista, y ya no por los propios jueces. Los defensores de la democracia liberal explican que esta no consiste sólo en votar cada cuatro años dudosos programas electorales. Consiste también en una genuina separación de poderes y en una adecuada libertad de expresión dentro y fuera de los partidos políticos.

Por eso, cuando Erdogan anunció esta reforma del poder judicial hace ya unos meses, reforma no contemplada en su programa electoral, miles de turcos salieron a las calles para expresar su indignación: la modernidad de la Turquía gestada por Ataturk, las bases de una sociedad liberal, se verían atacadas por este asalto político al poder judicial. Además, dicho asalto se produce en un contexto en el que durante el boom inmobiliario turco se han multiplicado los casos de corrupción que afectan a políticos del partido en el poder. El control de la justicia por los políticos, razonan los liberales turcos, tiene un fin último: evitar las consecuencias penales que conllevarían que unos pocos jueces valientes se enfrentaran a los políticos corruptos.

A pesar de la indignación popular, el proyecto de ley siguió adelante. Al llegar al Parlamento, los defensores de que los jueces sigan manteniendo su independencia hablaron apasionadamente contra los argumentos del partido islamista. El debate degeneró en una lucha a puñetazos que causó conmoción en muchos medios occidentales. Finalmente fue aprobado por la mayoría islamista, volviendo a generar el interrogante sobre si la democracia consiste en algo más que una mera votación cada cuatro años de un programa que no tiene relación alguna con la acción de gobierno.

En España, al insultante y paleto grito de “Montesquieu ha muerto”, el PSOE procedió a asaltar la independencia del poder judicial en los años 80. A pesar de que los dos grandes partidos españoles hacen declaraciones a favor de la independencia de los jueces, la realidad es que todas sus acciones de los últimos 30 años han conducido a acabar con la libertad judicial. El Partido Popular recogió en su último e ilusionista programa electoral la vuelta a la independencia del Consejo General del Poder Judicial, mediante la elección de los vocales directamente por los jueces. Pronto volvió a las andadas, violando dicho precepto del programa y pactando con la práctica totalidad del arco político el reparto de las vocalías del poder judicial de acuerdo con la cuota de sangre que impone el arco parlamentario.

Mi opinión macroeconómica es positiva sobre España y negativa sobre el futuro de los países emergentes. Sin embargo, unos cuantos políticos y los ciudadanos turcos nos han dado una lección a los españoles sobre las bases en las que se sustenta Occidente

El cadáver de Montesquieu ha vuelto a ser apuñalado. El telón de fondo, la maraña de imputaciones y procesamientos a cientos de políticos españoles acusados de corrupción al aliento del boom inmobiliario. Lentos procesos que no culminan y que son instruidos y juzgados por jueces cuyo futuro profesional depende de nombramientos a realizar por el CGPJ. A su vez los vocales del CGPJ son elegidos a propuesta de partidos, quienes subsumen el “propuesta de” por una presunción de un alarmante “a servicio de”.

A diferencia del parlamento turco, en el nuestro apenas hubo valientes voces que expusieron cómo el latrocinio que se ha perpetrado recientemente en el CGPJ es un atentado contra la calidad de nuestra democracia, calidad ya muy en entredicho y clave para entender el divorcio entre ciudadanos e instituciones. A diferencia de las calles turcas, la población española volvió a reaccionar desalentada y pasivamente a este nuevo pucherazo, con el decimonónico y desalentador grito con el que se dio la bienvenida al infame Fernando VII: “Vivan las caenas”.

Es bien conocida mi opinión macroeconómica positiva sobre el futuro de España y negativa sobre el futuro de los países emergentes.Turquía presenta todos los factores de riesgo que sustentan dicha opinión negativa. Sin embargo, una cosa tengo clara: unos cuantos políticos y los ciudadanos turcos nos han dado una lección a los españoles sobre las bases en las que se sustenta Occidente.

Probablemente, La Valette y García de Toledo, si revivieran de sus tumbas, sentirían vergüenza de nosotros.

En 1565, Solimán el Magnífico envió una de las mayores flotas jamás construidas para conquistar y arrasar Malta. Defendida por los caballeros de San Juan, valientes milicias locales e importantes contingentes de soldados españoles e italianos, la batalla de Malta fue uno de los momentos decisivos en la geopolítica mediterránea del Renacimiento. La defensa de la capital se aseguraba con dos fortalezas, San Ángel y San Telmo. Tras una heroica resistencia que otorgó a los cristianos el tiempo suficiente para terminar de fortificar la capital, el fuerte de San Telmo fue finalmente conquistado por los turcos.

Jueces CGPJ Democracia Ciudadanos Rescate