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Ignacio de la Torre

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Los riesgos de España

El problema de raíz es que los políticos tienen incentivos a cuatro años, y los riesgos son muchas veces a mayor plazo

Foto: El Congreso de los Diputados. (EFE)
El Congreso de los Diputados. (EFE)

Hace muchos años, el jefe de una gestora portuguesa me comentó: “Cuando entrevisto a gente joven y les pregunto que a qué nos dedicamos en el mundo de las inversiones, casi todos me responden que a ganar dinero, y la verdad es que la mayoría de nuestro tiempo está centrado en gestionar riesgos”.

Es pública mi visión positiva sobre la economía de España, que he mantenido desde 2012, y que ha resultado ser realista, no optimista. También he expresado abiertamente cómo en una economía con un déficit público relevante, mucha deuda soberana y perteneciente a la arquitectura institucional del euro, los políticos apenas tienen margen de maniobra, y lo que hay que hacerse, se acaba haciendo. Baste como ejemplo el que el Gobierno que hoy en día más recortes y privatizaciones realiza en Europa es precisamente el griego, Gobierno 'populista' y de 'extrema izquierda'.

El Gobierno que hoy en día más recortes y privatizaciones realiza en Europa es precisamente el griego, Gobierno 'populista' y de 'extrema izquierda'

Hoy, sin embargo, quiero volver a las palabras del inversor portugués, y reflexionar sobre los riesgos que habrán de afrontar los políticos que surjan de las próximas elecciones. España tomará a corto plazo, salga el Gobierno que salga, las decisiones necesarias para mantener el crecimiento y reducir el déficit, acordadas con Bruselas y el BCE. Sin embargo, el nuevo Gobierno sí puede dedicar tiempo para empezar a mitigar los enormes riesgos de medio plazo que afrontamos. El problema de raíz es que los políticos tienen incentivos a cuatro años, y los riesgos son muchas veces a mayor plazo, de ahí que sea imperativa la movilización de la opinión pública para plantear soluciones a los enormes problemas de medio plazo que afrontamos.

Hagamos un somero repaso a los mismos

El desempleo es una vergüenza nacional. No puede ser que el desempleo medio en América Latina se sitúe en el 6% y en España supere el 20%. No puede ser que ni en los mejores años el desempleo bajara del 8%. La realidad es que nos hemos imbuido de conformismo ante la mayor tragedia del país. Es necesario impulsar un plan nacional para incrementar la media de tamaño de nuestras empresas (más medianas, menos pequeñas) para así aflorar empleo sumergido, y es necesario suprimir las rigideces que explican el que nuestro país sistemáticamente sea el farolillo rojo del desempleo. Puede hacerse.

La demografía española es una bomba de relojería, con apenas 1,3 hijos por mujer (la fertilidad ha subido desde el fin de la crisis desde 1,28…). La inversión de la pirámide demográfica (la media de edad hoy se sitúa en los 48 años) provocará la imposibilidad de financiar el Estado social tal y como hoy lo conocemos, y nos llevará a crecimientos económicos más que mediocres (Japón es un buen ejemplo), hasta que 'desaparezcamos'. La única alternativa realista consiste en fomentar la natalidad y aceptar la inmigración para estabilizar la pirámide poblacional.

Pasamos de subir nuestra deuda internacional cada año en 100.000M, a reducirla en 20.000M al año, un esfuerzo que se estudiará en los libros de historia

Las pensiones, asociado al punto anterior, no son sostenibles. Somos menos, y más viejos, y los nuevos jubilados cobran más pensión que los jubilados que fallecen, lo que hace encarecer la pensión media un 3% anual aunque las pensiones no suban. El gasto en pensiones como porcentaje de PIB no hace más que subir, generando todo tipo de alarmas pero escasa reacción política. El motivo no es otro que los más de ocho millones de votos que representan los pensionistas (frente a menos de cinco millones de votos entre jóvenes). Seguir aumentando el gasto en pensiones solo puede hacerse reduciendo el gasto en Sanidad, en Educación o con impuestos excesivos vía cotizaciones sociales, lo que minora los sueldos (un español gana de media 16 euros la hora trabajada, pero cuesta 21 euros, la diferencia la explica la Seguridad Social, lo que supone una carga tributaria mayor que en otros países de nuestro entorno).

La deuda nacional sigue siendo excesiva. Los hogares han reducido enormemente su apalancamiento, pero la inmensa mayoría de su deuda, la hipotecaria, sigue a tipo variable (un 93%), lo que nos hace muy sensibles cuando lleguen las subidas de tipos, y llegarán antes de lo que muchos creen. Las empresas siguen presentando niveles de deuda superiores a otros países occidentales, algo que también ocurre ya con la deuda pública. A su vez, la deuda que debemos a los extranjeros (posición neta deudora internacional) sigue siendo una de las más abultadas del mundo. Con el esfuerzo de nuestra nación vía exportaciones, hemos pasado de incrementar nuestra deuda internacional cada año en 100.000 millones a reducir la deuda en unos 20.000 millones al año, esfuerzo encomiable que se estudiará en los libros de historia, pero los niveles de deuda siguen siendo muy altos.

El sector inmobiliario tendrá años muy provechosos en los que se generará mucho empleo y subirá el precio de nuestras casas

La productividad mejoró durante la crisis según se destruyó empleo en sectores con menos valor añadido por hora trabajada, como la construcción, pero hoy en día volvemos a observar crecimientos muy exiguos de la productividad (algo que también ocurre en otros países occidentales). La productividad está ligada a la innovación, y España sigue invirtiendo en I+D menos que los países de nuestro entorno.

No se confundan. Sigo siendo optimista sobre España, y creo de nuevo que mi optimismo en el futuro será reconocido como realista. Nuestros costes laborales unitarios son extremadamente competitivos, lo que explicará que la inversión y las exportaciones sigan creciendo por encima de las de otros países occidentales. Se avecinan años muy prometedores para el consumo, con diferencia el principal vector de nuestra economía. La financiación seguirá proporcionando a empresas y ciudadanos dinero abundante, barato y a ritmos sostenibles. El sector inmobiliario tendrá años muy provechosos, en los que se generará mucho empleo y subirá el precio de nuestras casas, y en lo que respecta a innovación, según recientes datos de Eurostat, España registra hoy en día 202 patentes por cada millón de habitantes, comparado con una media en Europa de 176… quizás el unamuniano axioma de “que inventen ellos” deja de ser cierto.

Cuando pasé mi hipoteca de variable a fijo (hipoteca con 28 años de vida restante que acabo de novar al 2,25% fijo), el notario me dijo sonriendo: “A ver si ganas”. El director del banco me comentó a la salida: “¿Qué clase de país tenemos que hasta un notario ve un acto como pasar una hipoteca de variable a fijo como una apuesta tipo casino? Tú estás gestionando tus riesgos”.

Ojalá los políticos que elijamos reflexionen sobre la enorme tragedia nacional que hemos vivido, y esta vez entre ellos y el aliento de los ciudadanos miremos con valentía y realismo a nuestros riesgos.

Todavía son gestionables.

Hace muchos años, el jefe de una gestora portuguesa me comentó: “Cuando entrevisto a gente joven y les pregunto que a qué nos dedicamos en el mundo de las inversiones, casi todos me responden que a ganar dinero, y la verdad es que la mayoría de nuestro tiempo está centrado en gestionar riesgos”.

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