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El turismo es un gran invento
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Fernando Suárez

El Teatro del Dinero

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El turismo es un gran invento

... Y se espera que continúe siéndolo. Al menos en España, donde dicen, constituye la primera industria doméstica, tercer destino internacional. Dada la certera incertidumbre rodando

... Y se espera que continúe siéndolo. Al menos en España, donde dicen, constituye la primera industria doméstica, tercer destino internacional. Dada la certera incertidumbre rodando por el circuito mundial; mimo, cariño, y parada en boxes. La pérdida de 5 millones de clientes este año, la mitad antes del verano, lo requiere. Tras una doble pole position, en riqueza de recursos culturales e infraestructuras ad hoc, sexta plaza en la última meta volante de competitividad global. ¿La junta de la trócola, tal vez...? Manos a la obra.

 

Fenómeno demasiado complejo para ser siquiera esbozado en mil palabras, deviene toda una odisea si lo que se pretende es intuir, mediante indicadores coyunturales, su aparente realidad y perspectivas de futuro. Nuestra foto finish más actualizada ofrece apenas una imagen de su vital importancia en términos de empleo, PIB y Balanza de Pagos, al tiempo que perfila las tendencias de los últimos años. A nivel mundial, viajamos en tiempos de prueba por terra incognita. Los datos son incapaces de sugerir, por sí mismos, comportamientos venideros, pues la dinámica de expectativas, motivaciones y posibles, trinidad básica del negocio, escapa ante cualquier intento de modelización tradicional. Un quiero y no puedo. Sin embargo, resulta imposible sustraerse al habitual empeño de estímulos, cimbras y puntales.

Y es que, en las dos últimas décadas, la transformación sufrida por la consumición turística ha sido vertiginosa. Una revolución sociológica que puede explicarse, sin ánimo de ser exhaustivo, por factores tales como el aumento del tiempo libre y de la renta disponible; el progreso tecnológico y mejora de las comunicaciones; la penetración publicitaria e impacto de los mass media en la creación de patrones socioculturales diferenciados; el desarrollo demográfico y la saturación de la vida urbana; e incluso, por condiciones geopolíticas favorables. Boom. Tanto es así que, oficialmente, ya se considera turismo cualquier actividad que realicen las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un periodo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, negocio u otros motivos. Extraordinario filón. Atrás queda la vetusta concepción de un desplazamiento o estadía sin ánimo de lucro, como proponían los padres fundadores, y más lejos aún, el vencimiento del espacio por personas que afluyen a un sitio donde no poseen lugar fijo de residencia.

Esta metamorfosis, que bien pudiera parecer banal, tiene su miga. Por un lado, se complica el área de análisis y su acotamiento, fruto de la ambigüedad y heterogeneidad de las actividades susceptibles de consideración que, a tenor de los estándares internacionales, podrían ser prácticamente todas. Bastaría algo de imaginación y un adecuado tratamiento estadístico para engordar o adelgazar la criatura a voluntad. Por otro, se ahonda en la sumisión a los poderes públicos y contexto sociopolítico vigente, creando fuertes relaciones de dependencia en sus diferentes niveles, y no pocos conflictos de interés, debido a las servidumbres relacionadas con la gestión de recursos naturales, patrimonio histórico-artístico, riqueza cultural e infraestructuras. De postre, la propia idiosincrasia de la producción turística, cuyo consumo es inmediato, no es susceptible de almacenamiento, y donde el cliente viaja hasta la propia fábrica. Las evidentes consecuencias, dispersión de la imagen de marca, segmentación errática e intangibilidad creciente, elevan el riesgo de ruptura de la unidad de mercado y las dosis de confusión e ineficiencia cuando vienen mal dadas, como es el caso.

El café, la copa, y el puro lo pone el exceso de capacidad bajo ilusión fiduciaria. El influjo del desarrollismo desemboca en residencialismo, que parece salir más a cuenta. Véngase a España. Los ciclos de vida en productos de gran consumo se amplían, sabiéndose perecederos, al tiempo que se reinventa al turista, acreditado con su todopoderosa alquimia de consumidor final, tan ávido de satisfacción para sus demandas, convenientemente alimentadas por el frenesí de la cultura del ocio. Entre tanto, profundizan las huellas del impacto socioeconómico y medioambiental, a cambio de reducir estacionalidad y volatilidad de empleo y rentas. Sin olvidar ese efecto colchón que, bien mullido, minimiza el esfuerzo de incentivos. Así, conforme los individuos canalizan sus elecciones en base a la información disponible, se refuerza el mecanismo de difusión del feedback positivo y estable, ese bouche à oreille social vencedor frente a la búsqueda intencionada o el hallazgo casual. Qué gran invento.

Empero, las operaciones de rejuvenecimiento sólo posponen el natural declive, fruto de unos recursos turísticos finitos, a menudo no renovables. La madurez avisa cuando encalla el número de visitantes, su regularidad resulta crítica, y el gancho del destino se fundamenta en elementos periféricos y artificiales, acomodo de precios inclusive. Excesiva dependencia promocional de tour operadores, agresivo marketing basado en low-cost, alta densidad inmobiliaria, y cambios permanentes en las preferencias de los consumidores, evidencian el ocaso. Fin de trayecto. Tras los exuberantes días de vino y rosas, amanecer de resaca y pánico. DEFCON 3. Todo por la patria del sol & playa. Sálvese, al menos, la temporada. Luego, quizá vuelva a sonar la flauta con la que amenizar la cantinela del Spain is different.

El mosaico de Debilidades y Amenazas, latentes o sobrevenidas, se completa con miedos e incertidumbres, sean reales o imaginarios, susceptibles de afectar las dinámicas consuntivas, dejando sin el cotidiano alpiste a la dorada gallina. Riesgos adicionales cuya percepción resulta tan caprichosa y moldeable como la que guía los placeres soñados con la evasión recreativa. Por tanto, esmerado cultivo y exportación de brotes primaverales, infundiendo ánimo para importar huéspedes al sabrosón ritmo estival de aquí no pasa ná. En oferta, pensión completa de confianza para la terna de posibles, motivaciones y expectativas. Ideal, como en catálogo. Aunque, dado un entorno tan restrictivo, el cambio en las prioridades de satisfacción de necesidades obliga a repensar, se agudiza el ingenio, surgiendo rutas alternativas para gozar como solaz forastero. Belleza de la destrucción creadora.

¿Fortalezas y Oportunidades? Inmensas. Como siempre, cuestión de hacerlas valer. Un patrimonio hospitalario de enorme poder atractivo, con productos innovadores, exclusivos, diferenciados. Una posición internacional de privilegio, a la hora de afrontar los retos de reconversión de cara a un desarrollo sostenible y respetuoso con su medio natural. Un contexto geoestratégico cooperativo, abonado para la siembra de nuevas demandas en fértiles mercados emergentes. Sobrada capacidad de formación y cualificación de capital humano, piedra angular de la excelencia, valor añadido esencial en términos de satisfacción y fidelidad. En definitiva, sublimar la calidad de elaboración y servicio de nuestro plato estrella, alimentando sensaciones placenteras y gratos recuerdos. Entusiasmo contagioso y detalles de felicidad para volver a volver.

PS: Disfruten de su merecido descanso...

... Y se espera que continúe siéndolo. Al menos en España, donde dicen, constituye la primera industria doméstica, tercer destino internacional. Dada la certera incertidumbre rodando por el circuito mundial; mimo, cariño, y parada en boxes. La pérdida de 5 millones de clientes este año, la mitad antes del verano, lo requiere. Tras una doble pole position, en riqueza de recursos culturales e infraestructuras ad hoc, sexta plaza en la última meta volante de competitividad global. ¿La junta de la trócola, tal vez...? Manos a la obra.