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Juan Carlos Barba

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Luces y sombras en el sector exterior

Los últimos datos del Banco de España y de comercio mundial no invitan al optimismoMientras el Gobierno se empeña en seguir con la campaña de propaganda

Los últimos datos del Banco de España y de comercio mundial no invitan al optimismo

Mientras el Gobierno se empeña en seguir con la campaña de propaganda para que la población crea que sus políticas están conduciendo a que España se convierta en una especie de 'tigre ibérico', un país que ha ganado de forma drástica competitividad y en camino de ser una gran potencia exportadora, la realidad, tozuda e implacable, se empeña en llevarle la contraria.

Los últimos datos del Banco de España muestran una favorable evolución de la balanza de pagos en el mes de julio. Sin embargo, la corrección es mucho menor que en meses anteriores, ya que la mejora en la balanza por cuenta corriente es de sólo 796 millones, frente a cifras más de tres veces superiores en mayo y junio. Podría ser un dato puntual un poco peor si no fuera porque las exportaciones sólo han crecido unos irrelevantes 19 millones respecto a julio de 2012. Sólo un desplome en 1.005 millones en las importaciones, obviamente debido a que los españoles han visto muy mermada su capacidad de gasto, ha permitido que viéramos este dato positivo en la balanza corriente en julio. En los gráficos siguientes se puede ver claramente cómo la mejora en el sector exterior parece haber tocado techo.

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Más preocupante todavía es que la exportación de servicios, precisamente el único sector de la economía donde se está viendo esa reducción salarial auspiciada por el Gobierno (-1,2% según la encuesta de costes laborales), apenas ha aumentado en el último trimestre del que tenemos datos (tan sólo un 2,3% en el segundo trimestre, superior en apenas cuatro décimas al incremento medio en la Eurozona). Esto contradice de forma inequívoca las hipótesis de trabajo del Gobierno, pues precisamente el aumento de las exportaciones, 12,9% frente a 1,5% en la Eurozona en el segundo trimestre, se han dado en bienes, en donde se ha visto un incremento salarial del 1,8%.

Es indudable, pues, que el factor salarios no está teniendo apenas influencia en el comportamiento de las exportaciones, siendo lo más probable que estemos viendo una potenciación de las divisiones de exportación por parte de las empresas ante la desastrosa situación de la demanda interna. Si esto es así, y los comentarios de las compañías exportadoras parecen indicar que sí, estaríamos hablando de unos aumentos de las exportaciones posiblemente basados en políticas agresivas de precios y no en factores estructurales que, por lo tanto, no tienen bases firmes ni tendrán una continuidad en el tiempo. Curiosamente, los informes del Banco de España contradicen la euforia que nos dice el Gobierno que hay en el sector turístico, pues el aumento de los ingresos exteriores es de sólo el 2,7% en los siete primeros meses.

Estaríamos hablando de unos aumentos de las exportaciones posiblemente basados en políticas agresivas de precios y no en factores estructurales y que por lo tanto no tienen bases firmes ni tendrán una continuidad en el tiempo

Tampoco tiene sentido el afirmar que el sector exterior, a pesar del buen comportamiento de las exportaciones en el último año, sea el responsable de la suavización de la recesión, ya que según los propios datos de la Contabilidad Nacional este contribuye aproximadamente lo mismo a la economía española desde hace ya casi tres años, unos dos puntos porcentuales. Es más, el segundo de este año ha sido el que menos lo ha hecho desde 2011. Más bien podemos responsabilizar de esto al incremento del gasto público en forma de rescate bancario –dinero que finalmente acaba circulando por la economía–. Otro tema muy distinto es dónde y sobre todo para quién circula ese dinero.

Pero peor todavía es el entorno internacional que se está gestando para el comercio mundial y sobre todo para la Eurozona. El comercio mundial (a precios constantes) sólo ha crecido en los siete primeros meses del año un 2,1% y manifiesta cada vez una mayor debilidad, pues en los últimos tres meses de los que tenemos datos el crecimiento ha sido un raquítico 1,5%. Entre las economías avanzadas la situación es aún más grave, con una reducción en el comercio del 1,5% en los siete primeros meses del año. Cuesta ver cómo podrían las exportaciones españolas obtener crecimientos importantes de una forma sostenible en un entorno tan hostil como este. A menos que se vea una recuperación firme de la economía mundial, esto será en casi imposible, y las últimas señales que están llegando de EEUU y de los emergentes no invitan al optimismo.

La fiesta exportadora que provoca tanta satisfacción y autobombo en el Gobierno no es sino el resultado de una serie de circunstancias transitorias cuya caducidad está probablemente a la vuelta de la esquina

Además, la Eurozona tiene que batallar con otro problema muy serio, que es el de su balanza de pagos cada vez más positiva, en el último trimestre de un 2,2% del PIB. A pesar de lo que se suele creer, el euro no está caro, sino todo lo contrario. Sólo el hecho de que haya un flujo brutal de capitales hacia EEUU (1,4 billones extra en los últimos nueve meses) está impidiendo que el dólar se desplome frente al euro. En el momento en que ese flujo cese, y tarde o temprano lo hará, el tipo de cambio euro/dólar subirá mucho más, y en esas condiciones, y con la elasticidad-precio tan alta que tienen nuestras exportaciones, veremos cómo nuestras empresas perderán pedidos sin remedio frente a competidores cuyas monedas orbiten en torno al dólar.

Todos estos factores lo que nos están indicando es que la fiesta exportadora que provoca tanta satisfacción y autobombo en el Gobierno no es sino el resultado de una serie de circunstancias transitorias cuya caducidad está probablemente a la vuelta de la esquina. Si esto fuera así, sería un varapalo tremendo no ya para un Gobierno que está dando muestras de una falta de juicio difícilmente superable, sino para una buena parte de la población que está empezando a creerse la propaganda de los brotes verdes.

Los últimos datos del Banco de España y de comercio mundial no invitan al optimismo

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