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La huida hacia delante de Mariano Rajoy
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Juan Carlos Barba

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La huida hacia delante de Mariano Rajoy

La pretendida estabilización de la economía no esconde más que medidas cosméticas y un desorbitado déficit que nos abocan a una nueva intervenciónCuentan que cierto dictador

La pretendida estabilización de la economía no esconde más que medidas cosméticas y un desorbitado déficit que nos abocan a una nueva intervención

Cuentan que cierto dictador latinoamericano, un par de años después del golpe de Estado que le llevó al poder, definió la evolución del país con una frase lapidaria: “Hemos dado un giro de 360 grados a la situación”. Mariano Rajoy bien podría hacer suya esta afirmación. Analizando la segunda legislatura de Zapatero y la primera –y esperemos que última– de Rajoy, vemos una evolución muy similar. Ambas comenzaron con un espectacular declive de la economía, más grave en el 2008 pero terrible también en 2012, seguido de una cuasi-estabilización por el brutal endeudamiento público, con el estilo del keynesianismo más zafio que nadie pueda imaginar. A continuación, en la segunda legislatura de ZP llegaron las llamadas de Bruselas, y tras las medidas de recorte la economía se vino abajo otra vez, precipitando la catástrofe electoral del PSOE. Ambos, ZP en 2010 y Mariano ahora, han presumido de que la economía iba para arriba otra vez y que ya veíamos la luz al final del túnel. Lástima que las luces fueran las del tren de la troika que nos iba –y nos va– a pasar por encima.

Digámoslo claro: las cuentas públicas españolas asustan al miedo. La Administración central, en los diez primeros meses del año, tiene un déficit de caja reconocido 8.000 millones mayor que en 2012, y sólo el hecho de que han recurrido de forma masiva a la contabilidad creativa ha permitido que no sea superior, pues la necesidad de endeudamiento ha sido 32.000 millones de euros mayor. Recordemos que aquí no tenemos en cuenta los rescates al sector financiero. Esto lo vemos en los nefastos gráficos que se muestran a continuación.

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Pero la historia no acaba aquí. Aunque las CCAA informan de sus cuentas con mucho retraso, ya tenemos los datos a mitad de año, y no sólo no reducen el déficit, sino que lo empeoran levemente, desde 8.156 a 8.166 millones. Por lo tanto por aquí no hay ningún tipo de alivio, y recordemos que las trampas contables de las CCAA, vía sobre todo de las famosas “facturas en el cajón”, son legendarias.

La Seguridad Social, por su parte, sólo logra encubrir su desastrosa evolución gracias a las abultadísimas transferencias del Estado, que casi se duplican (7.100 millones), y a pesar de ello cierran septiembre con unas cuentas que se deterioran en 385 millones.

Si la economía ha dejado de caer es principalmente por ese incremento del gasto público. Lo malo es que el dinero no va hacia quienes lo necesitan, sino hacia quienes causaron la crisis. Aunque a lo mejor lo que ocurre es que el Gobierno piensa que ellos son los más necesitados

Como los ingresos fiscales a día de hoy están prácticamente estabilizados, la única conclusión posible es que la famosa austeridad no es sino una milonga que se ha vendido a Europa, al menos en el agregado del sector público, y que el gasto público sigue aumentando. Si bien hay sectores damnificados por las medidas del Gobierno, posiblemente no por cuestiones de austeridad sino por motivos ideológicos, los números nos están diciendo justo lo contrario, y si la economía ha dejado de caer es principalmente por ese incremento del gasto público. Lo malo es que el dinero no va hacia quienes lo necesitan, sino hacia quienes causaron la crisis. Aunque a lo mejor lo que ocurre es que el Gobierno piensa que ellos son los más necesitados.

Otra causa, aunque menor, de que se haya estabilizado la economía responde a factores totalmente exógenos, y es que la percepción de que el euro se iba a romper ha desaparecido y los enormes flujos financieros negativos que tuvimos hasta la mitad de 2012 se han invertido: en lo que va de 2013 han entrado 46.000 millones de euros, frente a los 224.000 que salieron en 2012. Si bien el BCE compensó en buena medida este caos en la balanza financiera, el dinero no llegó a fluir del mismo modo por la economía. Pero en modo alguno es mérito de esta inversión en los flujos financieros es del Gobierno, sino de una Eurozona comprometida a sostener el euro a costa de lo que sea.

Pese a lo que se suele decir, el sector exterior no ha contribuido en nada a la estabilización, ya que la economía ha permanecido estable desde hace muchos trimestres en el entorno del 2% del PIB, siendo el peor trimestre desde 2010 el tercero de 2013, con sólo 1,4 puntos de contribución positiva al PIB. Esto ha ocurrido precisamente por el repunte de la demanda interna auspiciado por el gasto público.

¿Dónde puede terminar esta situación? Evidentemente en ningún sitio bueno. A la vista de que el endeudamiento público no cesa en su trayectoria de crecimiento suicida, está claro que la UE no tendrá más remedio que tomar medidas tarde o temprano. ¿Se puede saber cuándo? Evidentemente, no. Los pagos por intereses, y aunque la deuda sea enorme, aún son tolerables gracias a los bajos tipos de interés. Pero no hay duda alguna de que, a menos que se produzcan fuertes crecimientos de la economía, se alcanzará un punto en que, aun con bajos tipos, los pagos de intereses no serán tolerables. Antes de alcanzar ese punto la UE intervendrá. Y en el momento en que lo haga se hará patente que los cimientos en que se basa esta estabilización de la economía descansan sobre arenas movedizas. Carpe diem, Mariano.

La pretendida estabilización de la economía no esconde más que medidas cosméticas y un desorbitado déficit que nos abocan a una nueva intervención

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