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Juan Carlos Barba

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Recuperación: cuánto, quién y cómo

Tibia, asimétrica y en los sectores equivocadoSi bien se está defendiendo desde muchos sectores -sobre todos los próximos al Gobierno- la fortaleza de la recuperación económica, los

Tibia, asimétrica y en los sectores equivocados

Si bien se está defendiendo desde muchos sectores –sobre todo los próximos al Gobierno– la fortaleza de la recuperación económica, los datos no avalan esta opinióny se podría hablar más de estabilización que de otra cosa.

Si comenzamos por los indicadores de consumo, el más importante posiblemente sea el índice de comercio al por menor. Como se ve en el gráfico, después del hundimiento posterior a la entrada del PP en el Gobierno por las medidas equivocadas que se adoptaron (la peor de las cuales fue la subida del IVA), se inició una tibia recuperación que nunca llegó ni siquiera al 1% a primeros de este año. Posteriormente la tendencia ha cambiado y actualmente el comercio se halla básicamente estancado, con tasas de crecimiento casi nulas. La actividad comercial en estos momentos está un 27% por debajo de la de 2007.

Una evolución algo mejor se ha visto en la actividad de los servicios, donde incluso de forma puntual llegamos a ver a mediados de año tasas firmes de crecimiento cercanas al 4%. Pero en los últimos meses la tendencia parece haber cambiado, igual que en el comercio, y el crecimiento ha bajado a menos 2%. La actividad de los servicios deflactada con el IPC se halla en estos momentos un 33% por debajo de los máximos de enero de 2008.

Pasando a la industria, podemos ver que el índice de producción ni siquiera ha llegado a entrar en positivo si tomamos la media trimestral (aunque puntualmente algún mes sí que lo ha hecho). La producción se halla en estos momentos un 29% por debajo de los máximos previos a la crisis y en niveles similares a los de 1993.

La construcción tampoco presenta indicios claros de reactivación pese al incremento de la licitación pública. El mejor indicador es el consumo de cemento, que se encuentra en estos momento estancado algo por debajo de las 900.000 Tm/mes. El descenso respecto a 2007 es en estos momentos del 83%.

Otros indicadores importantes son el consumo de energía eléctrica y el de gasóleos. En el primer caso el consumo sigue en tasas ligeramente negativas, probablemente por los enormes incrementos de precios sufridos por los consumidores. El consumo eléctrico ha demostrado ser extraordinariamente resistente a la caída general de la demanda y solo baja un 7% respecto a los máximos de 2007. El de gasóleos, por su parte, está levemente en positivo (menos del 1%) y acumula una caída del 21% desde 2007.

Y mientras tanto, tanto la deuda pública como la deuda exterior neta se siguen incrementando de forma estratosférica. El incremento interanual de deuda del Tesoro es de 5.000 millones más desde primeros de año, llegando a 85.000 millones, lo que sugiere que el déficit real no se está reduciendo sino todo lo contrario, mientras que en estos momentos estamos a la espera de la publicación de la deuda exterior neta, que ya ascendió a 1,021 billones de euros en el primer trimestre y que previsiblemente, y dados los pésimos resultados de la balanza de pagos, volverá a subir en el segundo.

Lo mejor que se puede decir de la economía española en estos momentos es que está fundamentalmente estancada. El cambio a un modelo exportador no está sucediendo, como demuestra el hecho de que son los servicios los que están en mejor situación y no la industria, que sería lo esperable si tal cosa estuviera pasando. El sector exterior español está perdiendo fuelle a marchas forzadas, lo que demuestra que la tesis que se expuso en esta columna de que el impulso exportador del pasado año se debió a la necesidad de las empresas de salir al exterior dado el hundimiento de la demanda interna era correcta.

Según Eurostat, las exportaciones españolas en el primer semestre han permanecido estancadas respecto a 2013, habiéndonos superado 13 de los 28 países de la UE, incluidos países del euro o anclados a este como Alemania, Dinamarca, Italia, Luxemburgo, Irlanda y Austria. Es decir, que la situación es peor que antes de la crisis, cuando habitualmente éramos el segundo o tercer país con mejor comportamiento exportador.

Los costes laborales es cierto que están bajando en los servicios (aunque menos que el IPC), pero en la industria la subida supera en más de dos puntos porcentuales el IPC. Aunque desde aquí siempre he defendido que no se puede conseguir aumentar las exportaciones vía reducción salarial en una economía como la españoladebido al bajo peso que tienen los salarios en la industria, y que por lo tanto la narrativa del Gobierno de reducción salarial era absurda, lo ridículo del asunto es que ni siquiera el Ejecutivo ha conseguido que esos costes salariales en nuestro principal sector exportador, que es la industria, bajen.

La industria española no está mejorando su posición en una economía posglobal que está evolucionando a marchas forzadas en un imparable proceso de automatización. En 2012 tuvimos una cuota del 1,2% en el número de robots industriales instalados en el mundo, mientras que en 1999 era el 2,9%. Italia nos duplica y Alemania multiplica por nueve el número de nuevos robots instalados. Países como Tailandia nos duplican y Corea multiplica por diez nuestras cifras. En esos 13 años hay países que claramente se han subido al tren como EEUU, Reino Unido o México, y han mejorado de forma sustancial sus cifras.

Nosotros, mientras, y ante la absoluta e inexplicable pasividad de los poderes públicos, vemos cómo el tren se aleja y nos quedamos en el andén. La población ve cómo sus niveles de vida se han deteriorado de forma brutal en los últimos siete años y poca gente parece llamar la atención sobre la auténtica causa, que no es otra sino esta. El problema crónico que venimos padeciendo desde hace décadas, cuando se renunció a cualquier tipo de política industrial por razones que desconocemos, no hace sino agravarse. Podrá haber un problema de reparto o redistribución –y yo soy de los que creo que lo hay–, pero una cosa hemos de tener todos claro: sin solucionar la cuestión de la modernización y adaptación de nuestro sistema productivo, ni habrá trabajo, ni prestaciones sociales dignas, ni pensiones decentes, ni salarios razonables.

Tibia, asimétrica y en los sectores equivocados

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