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El momento dulce de la economía europea
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Juan Carlos Barba

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El momento dulce de la economía europea

¿Cómo va de bien la economía en Europa?

Foto: Imagen de archivo de una moneda de un euro (EFE)
Imagen de archivo de una moneda de un euro (EFE)

Antonio, un pequeño empresario del sector de la informática, se levanta temprano el Viernes Santo. Hoy todo está cerrado pero tiene ganas, antes de coger el coche para ir a pasar el día con la familia, de analizar las cuentas del primer trimestre. Después de un rato tiene los datos provisionales y, como esperaba, ha sido el mejor trimestre desde que empezó la crisis, hace ya más de siete largos años. La cara que le devolvía la mirada en el espejo entonces tenía bastantes menos arrugas y ninguna cana. La de ahora desde luego que sí. Muchas de las canas son fruto de las largas noches de insomnio cuando en 2009 y otra vez en 2012 pareció que todo se iba por la borda y la empresa que fundó 20 años atrás, recién salido de la escuela de ingeniería, iba a fracasar irremediablemente. Pero ahora parece que por fin se empieza a ver otra vez la luz.

Esta imagen de nuestro hipotético empresario se repite a lo largo y ancho de nuestra geografía pero también la situación en casi toda la Eurozona está viviendo uno de sus mejores momentos de los últimos años, aunque en este caso el rebote posterior a la primera oleada de la crisis, que duró hasta la primavera de 2009, fue mucho más fuerte que en España, y el parón mucho menos profundo. Esto lo vemos en el gráfico de actividad compuesta de la economía de la Eurozona, que está en máximos desde nada menos que mayo de 2011.

Pero esto no sucede porque la economía mundial esté especialmente fuerte, sino que es un fenómeno específicamente europeo y norteamericano. El PMI compuesto del mundo está en niveles bastante modestos, sin grandes cambios en los últimos meses.

La economía de los EEUU se halla en un excelente momento, después del desplome ocurrido después del verano, y subiendo su actividad con intensidad por el tirón de los servicios, reflejo de la fortaleza de la demanda interna.

Sin embargo, la economía china está muy débil, solo ligeramente por encima de lo que se considera habitualmente expansión.

Y si consideramos la de los emergentes en su conjunto nos encontramos con una situación bastante negativa, con unos índices que reflejan una expansión muy modesta.

La relativa debilidad de los emergentes y la fortaleza de la economía de los EEUU ya provocaron un efecto de carry trade inverso hace varios trimestres, que ha servido para reforzar el dólar y por lo tanto el consumo y la economía de servicios en ese país, en un proceso que sigue autoalimentándose. En primera instancia esto no ha beneficiado para nada a Europa, con la excepción notable de España y Reino Unido que han vuelto a convertirse en centros receptores de dinero caliente, lo mismo que pasó durante los primeros años del siglo. Sin embargo, la depreciación del euro ha animado las languidecientes exportaciones europeas. También podemos ver cómo la masa monetaria en Europa aumenta en los últimos meses con fuerza. Ambos fenómenos, aumento de masa monetaria y debilitamiento del euro, antecedieron claramente a la recuperación, luego no parece que se trate de un aumento de masa monetaria secundario a una recuperación, sino lo contrario (recordemos las medidas de principios de junio de 2014 tomadas por el BCE). Eso no descarta obviamente que la acción del BCE pueda realimentarse en los meses siguientes por el aumento del crédito, algo que podría estar empezando a pasar. El otro factor que puede haber influido es la bajada de los precios de importación del petróleo que, aunque ha sido parcialmente neutralizada por la depreciación del euro, no cabe duda de que ha tenido un efecto positivo sobre la Eurozona.

La imagen que queda de esta recuperación europea tiene también su cara negativa, pues hemos necesitado tener todo el viento de cola –casi un huracán– para que arranque la economía europea. Nada menos que una política monetaria muy agresiva, una depreciación impresionante del euro y un desplome de los precios del petróleo, todo a la vez. Obviamente esto no va a durar para siempre y despierta serias dudas sobre la solidez de la economía europea cuando las cosas empiecen a torcerse. Porque si algo sabemos de nuestros políticos es que no van a aprovechar la bonanza para prepararnos para la próxima crisis, sino para intentar ganar las siguientes elecciones. El consejo, lógicamente, es que aprovechen a nivel individual todo lo que puedan la bonanza para reducir endeudamiento porque a buen seguro se alegrarán cuando vuelvan las vacas flacas.

Antonio, un pequeño empresario del sector de la informática, se levanta temprano el Viernes Santo. Hoy todo está cerrado pero tiene ganas, antes de coger el coche para ir a pasar el día con la familia, de analizar las cuentas del primer trimestre. Después de un rato tiene los datos provisionales y, como esperaba, ha sido el mejor trimestre desde que empezó la crisis, hace ya más de siete largos años. La cara que le devolvía la mirada en el espejo entonces tenía bastantes menos arrugas y ninguna cana. La de ahora desde luego que sí. Muchas de las canas son fruto de las largas noches de insomnio cuando en 2009 y otra vez en 2012 pareció que todo se iba por la borda y la empresa que fundó 20 años atrás, recién salido de la escuela de ingeniería, iba a fracasar irremediablemente. Pero ahora parece que por fin se empieza a ver otra vez la luz.

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