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El inmobiliario sigue en coma profundo
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Juan Carlos Barba

Gráfico de la Semana

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El inmobiliario sigue en coma profundo

Las cifras dicen que el sector no está teniendo una recuperación apreciable y que en realidad se ha conseguido poco más que detener el derrumbamiento que se prolongaba ya más de seis años

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A punto de cumplirse ocho años de crisis, el sector no da indicios de recuperación significativa

Es frecuente escuchar durante los últimos meses comentarios sobre que el sector inmobiliario ya se está recuperando, que vuelven a verse grúas y que ya pronto volverá a ser lo de siempre. Pero ¿es esto lo que nos dicen los datos? Por fortuna disponemos de unas extensas estadísticas sobre el sector que nos pueden ayudar a saber si estas opiniones están fundadas o no.

El consumo de cemento, como vemos en el primer gráfico, ha subido ligeramente desde mínimos de hace dos años, pero aun así sigue por debajo de la línea del millón de Tm al mes, cifra no vista desde los años 60 del pasado siglo.

Las compraventas de vivienda han tenido una curiosa evolución. Si la vivienda nueva no da indicio alguno de remontar, la de segunda mano sí que lo ha hecho, probablemente impulsada por las liquidaciones de stock que está efectuando la banca. Pero, en su conjunto, las compraventas, como se ve, siguen prácticamente en plano.

Las hipotecas también han subido muy levemente, pero, como también se puede apreciar, el número de viviendas hipotecadas es aproximadamente la cuarta parte de lo que había antes de la crisis.

Los visados de obra nueva por fin han convergido con las viviendas terminadas, pero el nivel es impresionantemente bajo, ya que es de más o menos de una vivienda por cada 1.000 habitantes al año, una fracción del nivel de reposición del stock inmobiliario, que sería al menos diez veces superior.

Si nos preguntamos por qué no se vende más vivienda, la respuesta no es que el esfuerzo de compra sea alto, pues como se ve está sobre 1/3 de la renta media por hogar, históricamente en la zona media-baja para nuestro país. Las razones reales hay que buscarlas en el enorme paro e inestabilidad laboral en la franja de edad más propensa a comprar, en una demografía que comienza a ser muy adversa para el inmobiliario, ya que las cohortes que entran en edad de comprar son cada vez menores y posiblemente en un cambio de mentalidad sobre la adquisición de deudas a largo plazo. La larguísima crisis ha supuesto un varapalo impresionante al optimismo sobre un futuro cada vez mejor especialmente entre los jóvenes, y es difícil que eso cambie nuevamente a corto plazo. También es posible que la pérdida de valor de muchas inversiones inmobiliarias, la persistentemente baja inflación y las dificultades para hacerlas líquidas haya dañado mucho su tradicional papel de refugio de los ahorradores.

Por último, el único que está ayudando de forma significativa es el sector público, como se ve en las cifras de licitación, que casi se ha duplicado en los últimos dos años hasta alcanzar casi la media previa a la burbuja. Pero esta remontada está dando ya síntomas de agotamiento y en los últimos meses incluso está bajando ligeramente. En cualquier caso, es sobre la quinta parte de los máximos de la burbuja.

En conclusión, las cifras nos están diciendo que el sector inmobiliario no está teniendo una recuperación apreciable y que en realidad se ha conseguido poco más que detener el derrumbamiento que se prolongaba ya más de seis años. La reactivación de la demanda en la economía a la que estamos asistiendo en los últimos trimestres no está yendo más que tangencialmente al sector de la construcción, lo que nos está diciendo a las claras que algo ha cambiado en la sociedad española respecto a su legendaria pisitofilia. Ya era hora.

A punto de cumplirse ocho años de crisis, el sector no da indicios de recuperación significativa

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