Es noticia
Las consecuencias de aplazar las compras
  1. Economía
  2. Información privilegiada
Jesús Sánchez-Quiñones

Información privilegiada

Por

Las consecuencias de aplazar las compras

El pasado fin de semana un amigo me comentaba que tal y como está el panorama aplaza sine die la compra prevista de su nuevo coche.

El pasado fin de semana un amigo me comentaba que tal y como está el panorama aplaza sine die la compra prevista de su nuevo coche. Se da la circunstancia que tanto mi amigo como su esposa son funcionarios y, por tanto, sus ingresos tienen poco que temer pese a la crisis económica en la que estamos inmersos.

 

Tiene relevancia el comentario de mi amigo porque la economía se basa, no tanto un conjunto de conceptos macro abstractos difíciles de entender, sino en la suma de millones de decisiones de individuos. Lo que motiva a una familia con los ingresos garantizados a posponer una adquisición de un bien de consumo duradero merece ser analizado por la trascendencia de dicho comportamiento, en caso de ser generalizado, en la evolución futura de la economía.

La percepción que cada uno tenemos de la situación económica actual y futura viene condicionada por nuestra propia vivencia personal y por la cantidad de mensajes que diariamente recibimos. En el caso expuesto en el primer párrafo, sin duda pesan más los mensajes negativos recibidos que su situación personal. La gravedad de la situación económica actual es indudable, pero tanto hablar de la crisis sin aportar soluciones mina día a día la confianza, incluso de aquellos que, a priori, menos deberían verse afectados por la crisis. La falta de confianza lleva a una reducción del consumo y a un aumento del ahorro. El menor consumo implica menor actividad económica.

En ese sentido, la evolución de los índices bursátiles tiene mayor incidencia en la confianza de la población de lo que en un principio se podría suponer, incluso en las personas que no mantienen inversiones en renta variable. La Bolsa actúa como termómetro de la confianza. Históricamente la Bolsa se ha adelantado a la economía, tanto en las caídas como en las recuperaciones. Así, una recuperación de la Bolsa aportaría un rayo de esperanza sobre la confianza de los agentes económicos, y por tanto sobre la economía.

De nuevo, EEUU tiene la ocasión de insuflar cierto optimismo sobre los mercados financieros. Esta misma semana se dará a conocer, tanto el plan de rescate económico por más de 800.000 millones de dólares como la segunda parte del plan Paulson de ayuda a las entidades financieras.

Finalmente, parece que cobra fuerza la idea de crear un “Banco Malo” que adquiriría los activos “dudosos” de la banca. Al mismo se le inyectarían parte de los 700.000 millones de dólares del Plan Paulson dando entrada al sector privado en el capital. Otra posibilidad analizada consiste en garantizar los activos de los bancos hasta determinado porcentaje a cambio de participación en su capital.

En cualquiera de las dos soluciones, el objetivo es atacar la raíz de la desconfianza sobre las entidades financieras: los préstamos fallidos y los activos “tóxicos”.

Hasta ahora las medidas de apoyo a las entidades financieras no han logrado devolver la confianza sobre los bancos. Si esta vez es diferente y el mercado estima que el nuevo plan conseguirá limpiar de una vez los balances de los bancos americanos, las Bolsas podrían disfrutar de una cierta recuperación, al menos a corto plazo. De funcionar el nuevo plan de rescate americano, se habrá marcado el camino a las autoridades europeas para devolver también la confianza sobre las entidades financieras europeas. Romper el circo vicioso de la desconfianza actual es primordial para evitar deterioros adicionales de la economía. Las medidas que se anuncien esta semana en EEUU pueden ser un buen catalizador. Si de aquí a un mes consiguieran hacer cambiar de opinión a mi amigo sobre la compra de su nuevo coche significaría que algo está cambiando.

Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4

El pasado fin de semana un amigo me comentaba que tal y como está el panorama aplaza sine die la compra prevista de su nuevo coche. Se da la circunstancia que tanto mi amigo como su esposa son funcionarios y, por tanto, sus ingresos tienen poco que temer pese a la crisis económica en la que estamos inmersos.