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La dificultad de preservar el patrimonio. El riesgo existe
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Jesús Sánchez-Quiñones

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La dificultad de preservar el patrimonio. El riesgo existe

La rentabilidad sin riesgo ha desaparecido, si es que alguna vez existió. La deuda pública ha dejado de ser el activo “libre de riesgo”. Esta es

La rentabilidad sin riesgo ha desaparecido, si es que alguna vez existió. La deuda pública ha dejado de ser el activo “libre de riesgo”. Esta es una de las principales consecuencias de la actual crisis iniciada hace ya cinco años para la gestión de cualquier tipo de inversión financiera. En consecuencia, es imprescindible analizar y gestionar todos los riesgos a los que se enfrenta cualquier inversor o ahorrador, priorizando los objetivos de protección sobre los mismos.

Los riesgos a los que se enfrenta cualquier inversor europeo son múltiples: riesgo de ruptura del euro; riesgo de dilución monetaria, riesgo de represión fiscal, riesgo de divisa, riesgo de solvencia, riesgo de depositaría, riesgo de iliquidez o riesgo de valoración.

La percepción de riesgo de ruptura del euro ha provocado un desplazamiento de inversiones en deuda pública de países periféricos hacia inversiones en bonos soberanos de los países centrales del euro, principalmente alemanes. El análisis de las consecuencias de esta eventualidad no deja de ser pura futurología. Aunque todos los socios del euro decidieran mañana liquidar la moneda única, nadie sabe cómo se podría llevar a la práctica, ni cómo liquidar el balance de más de tres billones de euros del Banco Central Europeo.  

En el eventual, e improbable caso de ruptura del euro, las inversiones en bonos alemanes en euros no necesariamente protegen a los inversores. Ya existen informes al respecto (Paul De Grauwe, Yuemei Ji), considerando la posibilidad de que Alemania sólo convirtiera en nuevos marcos alemanes las cantidades provenientes del vencimiento de bonos soberanos propiedad de ciudadanos alemanes. Los inversores extranjeros recibirían el principal de los bonos a su vencimiento en euros devaluados. Por tanto, la única protección frente al riesgo de ruptura del euro es invertir en otra divisa distinta a la moneda única.

Riesgo divisa. Ante el temor al futuro del euro se puede elegir invertir en otra divisa. Sin embargo, las oscilaciones de las cotizaciones de las divisas pueden ser muy significativas, de tal forma que las pérdidas latentes pueden llegar a ser cuantiosas. La cotización del euro respecto al dólar ha pasado del 1,18 dólares por euro en mayo de 2010, momento del primer rescate a Grecia, a 1,29 dólares por euro actual, pasando por una cotización de 1,49 dólares por euro en mayo de 2011.

Los inversores que actualmente buscan refugio en activos como los bonos alemanes, franceses o suizos, corren un elevado riesgo de “dilución monetaria”. Con la rentabilidad de sus bonos a dos años en niveles cercanos al cero y una inflación europea del 2,6%, la inversión en este tipo de activos garantiza una pérdida por dilución monetaria de al menos el 5% en sólo dos años. Quien desee protegerse del riesgo de dilución monetaria, inevitablemente ha de elegir activos con mayor rentabilidad que la inflación que proporcionan otro tipo de riesgos.

La inexistencia de activo libre de riesgo implica que existe un riesgo de solvencia, es decir, de no recuperar el importe de la inversión por insolvencia del emisor. Este riesgo se ha materializado en el caso de las preferentes y de los bonos subordinados, bien aplicándose directamente una quita, o bien canjeando dichos bonos por otros convertibles en acciones con el consiguiente riesgo de mercado. Asistiremos a más procesos de reestructuración de deuda, aunque de forma camuflada.

Riesgo de iliquidez. Con frecuencia los valores de renta fija se consideran más seguros que los valores de renta variable. No obstante, como demostró el comportamiento de los mercados financieros tras la quiebra de Lehman Brothers, el único mercado que proporciona liquidez permanente, aún a costa de reducciones significativas de precios es la bolsa. Intentar hacer líquidas inversiones en renta fija en momentos de tensión de los mercados puede ser misión imposible.

La inversión sin riesgo no existe. Toda protección tiene un coste y anticiparse demasiado en la protección puede elevar significativamente dicho coste. No existen fórmulas mágicas. La mayoría de los riesgos se pueden cubrir con protecciones domésticas, nada costosas. Numerosas de las fórmulas “sofisticadas” de protección ofrecidas actualmente, pueden conllevar gastos elevados, menor capacidad de maniobra y la aparición de otros riesgos distintos a los que se pretendían cubrir. Priorice los riesgos que le preocupan y actúe en consecuencia. Es imposible cubrirlos todos. Elija qué riesgo está dispuesto a asumir.

La rentabilidad sin riesgo ha desaparecido, si es que alguna vez existió. La deuda pública ha dejado de ser el activo “libre de riesgo”. Esta es una de las principales consecuencias de la actual crisis iniciada hace ya cinco años para la gestión de cualquier tipo de inversión financiera. En consecuencia, es imprescindible analizar y gestionar todos los riesgos a los que se enfrenta cualquier inversor o ahorrador, priorizando los objetivos de protección sobre los mismos.

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