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Fíjese en la rentabilidad real
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Jesús Sánchez-Quiñones

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Fíjese en la rentabilidad real

Durante los últimos años los ahorradores han disfrutado de elevadas rentabilidades sin excesivos riesgos. El panorama ha cambiado radicalmente

Durante los últimos años, los ahorradores españoles han disfrutado de elevadas rentabilidades nominales sin excesivo riesgo gracias a la guerra de depósitos de las entidades financieras. A su vez, la elevada prima de riesgo exigida a las emisiones del Tesoro español hasta hace escasos meses ha permitido comprar letras y bonos del Estado a tipos aparentemente muy atractivos. Era relativamente sencillo obtener rentabilidades interesantes sin excesivo esfuerzo.

El panorama para los ahorradores e inversores más conservadores ha cambiado radicalmente. La limitación a la remuneración de los depósitos, el desplome de los tipos de emisión del Tesoro y niveles de inflación cercanos a cero complican el logro de rendimientos nominales como los existentes hace apenas dos años. No obstante, las rentabilidades reales, es decir, descontada la inflación, no son tan desfavorables como podría parecer a simple vista.

La inmensa mayoría de ahorradores e inversores se fijan en las rentabilidades nominales, sin considerar el nivel de la inflación. Así, se prefiere obtener un 4% de retorno con una inflación del 4,2% antes que conseguir un 0,7% de rentabilidad con una inflación del 0,2%. El primer caso corresponde a la rentabilidad ofrecida por las letras del Tesoro a un año a finales de 2007. La rentabilidad real era negativa, ni siquiera cubría la inflación, mientras que en el segundo caso, el existente actualmente, la rentabilidad real se sitúa un 0,5% por encima de la inflación. La práctica totalidad de ahorradores preferirían el 4% al 0,7%, al ignorar el nivel de la inflación. La percepción de rentabilidad tiene un elevado componente psicológico, difícil de ignorar.

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En los últimos diez años la rentabilidad ofrecida por las Letras a un año, incluso de los bonos a dos años, se ha situado en numerosas ocasiones por debajo del nivel de la inflación. Actualmente, aunque las rentabilidades nominales se sitúan en mínimos históricos, al menos la rentabilidad real es positiva.

Ningún ahorrador o inversor español está acostumbrado a vivir en un entorno de bajísima inflación como el actual. La experiencia de décadas de inflación lleva a poner en duda que el incremento de los precios haya desaparecido de forma permanente.

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Los ahorradores más conservadores deben mentalizarse de que nos enfrentamos a un prolongado periodo de tiempo con bajos tipos interés y escasa remuneración nominal sobre el ahorro. Al menos de momento, el nivel de la inflación se sitúa más cerca de cero que del nivel objetivo del Banco Central Europeo: cercano, pero inferior al 2%. Las rentabilidades reales obtenidas actualmente, de momento, son positivas.

No se puede descartar en absoluto que la inflación repunte hasta niveles que conviertan la rentabilidad real en negativa. Ningún ahorrador o inversor español está acostumbrado a vivir en un entorno de bajísima inflación como el actual. La experiencia de décadas de inflación lleva a poner en duda que el incremento de los precios haya desaparecido de forma permanente. No obstante, los mensajes de instituciones internacionales como el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional hacen más hincapié en los riesgos deflacionistas que en temores inflacionistas. Como consecuencia, los tipos oficiales del BCE seguirán bajos durante un prolongado periodo de tiempo.

Se acabaron los días de rentabilidades nominales fáciles y elevadas. Acostúmbrese a pensar en rentabilidades reales, no nominales. Si aun así desea mayor rentabilidad, no le queda otra alternativa que asumir determinados riesgos. Pero no olvide que en ocasiones los riesgos se materializan, provocando pérdidas.

Durante los últimos años, los ahorradores españoles han disfrutado de elevadas rentabilidades nominales sin excesivo riesgo gracias a la guerra de depósitos de las entidades financieras. A su vez, la elevada prima de riesgo exigida a las emisiones del Tesoro español hasta hace escasos meses ha permitido comprar letras y bonos del Estado a tipos aparentemente muy atractivos. Era relativamente sencillo obtener rentabilidades interesantes sin excesivo esfuerzo.

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