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No todos los emergentes son iguales
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Jesús Sánchez-Quiñones

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No todos los emergentes son iguales

Los inversores suelen incurrir en el error de extrapolar los problemas de un país emergente al resto, aunque la relación directa entre ellos no exista

Las generalizaciones no son recomendables. Considerar la actual situación de las economías emergentes como si fueran un grupo monolítico es poco acertado.

Los inversores suelen incurrir en el error de extrapolar los problemas en un país emergente al resto de países, aunque la relación directa entre ellos sea inexistente. Así, la crisis iniciada en Argentina, país sin acceso a los mercados financieros de emisión desde hace más de una década, ha tenido un impacto directo en el resto de países emergentessimplemente por estar integrados dentro del grupo denominado emergente. Pero no todos los estados emergentes son iguales.

El grupo de países más afectado por la salida de capital está formado por los que tienen mayor necesidad de capitales foráneos al incurrir en elevados déficits por cuenta corriente.

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La salida de capitales se traduce en una fuerte depreciación de sus divisas, que provoca significativos incrementos de la inflación y mayores déficits, tanto por cuenta corriente como fiscales. Las medidas adoptadas por estos países han pasado por: subidas de los tipos de interés (del 7,75% al 12% en Turquía), con el consiguiente efecto sobre el crecimiento económico; defensa del tipo de cambio de la divisa local, vendiendo reservas y adquiriendo la propia divisa; implementación de control de capital, aumentando la percepción del riesgo de invertir en ese país. Cualquiera de estas medidas tiene efectos secundarios, pero no adoptar ninguna habría conducido a una fuerte depreciación de la divisa, con sus consiguientes efectos negativos.

El grupo de países emergentes con inestabilidad política y económica, formado por Argentina, Venezuela y Ucrania, son los menos recomendables para invertir. La falta de seguridad jurídica en el caso de los dos primeros, y la incertidumbre política en el tercero, actúan como repelentes para la inversión foránea.

Algunas de las economías de Europa del Este, como Hungría o Rumanía, sufren las consecuencias de la burbuja de crédito vivida en años anteriores. Su evolución depende en gran medida de las ayudas que puedan recibir de parte de sus socios europeos y de la evolución del euro.

Rusia, Brasil, Sudáfrica o Chile se ven afectados por el menor precio de las materias primas y, en el caso de los dos primeros, por la ausencia de reformas estructurales en sus economías.

La situación de China, obligada a mantener elevadas tasas de crecimiento para evitar problemas sociales internos, es distinta a la del resto de emergentes.

Por último, países como Corea, México o Polonia cuentan conuna solidez macroeconómica que les permite disfrutar de mejores perspectivas que el resto de emergentes.

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Afortunadamente, la situación macroeconómica de los países emergentes, en general, no tiene nada que ver con la existente en otros momentos de crisis financieras, como las de Tailandia en 1997 o Rusia en 1998. Su nivel de deuda sobre el producto interior bruto (PIB) es inferior al de los países desarrollados y su crecimiento económico, superior.

Una parte de la mejora de las principales economías emergentes ya se ha recogido en los precios de los activos. Pese a las últimas caídas de las cotizaciones, su revalorización desde el año 2000 es significativa, sobre todo comparada con el comportamiento del S&P y el Eurostoxx.

Los flujos seguirán mandando y los emergentes, en general, podrán seguir sufriendo, pero finalmente la discriminación entre unos países y otros se impondrá.

Las generalizaciones no son recomendables. Considerar la actual situación de las economías emergentes como si fueran un grupo monolítico es poco acertado.

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