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El BCE y el problema del medio pollo
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Jesús Sánchez-Quiñones

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El BCE y el problema del medio pollo

Imagínense una clínica con 18 pacientes que suministre la misma medicación a todos ellos, tomando como base para determinar el tratamiento a seguir la media de

Imagínense una clínica con 18 pacientes que suministre la misma medicación a todos ellos, tomando como base para determinar el tratamiento a seguir la media de los parámetros de los análisis de sangre individuales de los pacientes.

Unificar el tratamiento aplicado implicará que algunos, o muchos de ellos, reciban una dosis de medicación distinta a la que les correspondería si se tuviera en cuenta exclusivamente su cuadro clínico. Para algunos de los pacientes, las dosis aplicadas serán insuficientes, mientras que para otros serán excesivas. Es el problema de utilizar la media cuando existe una amplia disparidad de datos respecto de dicha medida.

El Banco Central Europeo (BCE) aplica una misma política monetaria para toda la Eurozona, sin que pueda discriminar entre la aplicada a unos Estados y a otros. El mandato del BCE es el control de la inflación, entendiendo por tal un índice de precios inferior pero cercano al 2%. Dicho así, el mandato parece sencillo: debería actuar cuando el índice agregado de precios supere dicho nivel, o cuando se encuentre muy alejado del mismo. Ahora mismo, sucede lo segundo, pero el desglose de la evolución de los precios por países muestra realidades muy distintas.

Actualmente, el IPC de la Eurozona se sitúa en el 0,7%. El problema radica en la disparidad de comportamiento de los índices de precios de los países integrantes del euro. Cuatro de ellos presentan índices de precios negativos (Chipre, Grecia, Eslovaquia y Portugal), mientras que otros cinco se sitúan por encima de la media. Austria y Alemania presentan niveles de crecimiento de los precios cercanos al objetivo deseado por el BCE: 1,3% y 1,8%, respectivamente.

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Dada la enorme disparidad entre países, lograr el objetivo de una inflación inferior pero cercana al 2% en la Eurozona, como índice agregado, implica que algunos países necesariamente deberán padecer índices de crecimiento de los precios por encima del índice agregado. ¿Sería admisible para el BCE una inflación del 1,9% en el conjunto de la Eurozona si algunos países, entre ellos Alemania, tuvieran una inflación del 3% o incluso superior? La opinión del BCE ante dicha eventualidad es dudosa, la opinión de las autoridades alemanas no lo es: NO sería admisible.

De momento, incluso la inflación de Alemania se sitúa por debajo del objetivo conjunto de la Eurozona del 2%, pero cuanto más se acerque su propio índice de precios al objetivo, más difícil será para el BCE contar con el apoyo alemán a sus medidas de lucha contra la “baja inflación”.

Si la referencia del BCE para tomar sus decisiones es el índice agregado de inflación de 18 países y los que se sitúan por encima de dicho nivel no están dispuestos a rebasar el nivel objetivo, será imposible que se alcance. Una muestra más de que sigue primando la visión nacional sobre la visión europea. Un índice agregado de precios del 2% no puede significar que ningún país supere el 2%. Es un problema de estadística elemental.

Imagínense una clínica con 18 pacientes que suministre la misma medicación a todos ellos, tomando como base para determinar el tratamiento a seguir la media de los parámetros de los análisis de sangre individuales de los pacientes.

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