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Grecia: tratamiento inconcluso
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Jesús Sánchez-Quiñones

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Grecia: tratamiento inconcluso

No sería justo y se faltaría a la verdad si se dijera que Grecia no ha realizado reformas o no ha tomado medidas para reducir su déficit público, pero quiere abandonar antes de tiempo

Foto: Imagen de archivo de varias banderas griegas. (EFE)
Imagen de archivo de varias banderas griegas. (EFE)

Abandonar cualquier tratamiento antes de la total finalización del mismo es una tentación de cualquier paciente ante el malestar generado por los efectos secundarios pero es algo nada recomendable: el paciente volverá a recaer tirando por la borda los sacrificios, el malestar y la incomodidad del periodo inconcluso del tratamiento.

No sería justo y se faltaría a la verdad si se dijera que Grecia no ha realizado reformas, o no ha tomado medidas para reducir su disparatado déficit público. De acuerdo con el propio informe elaborado por la Comisión Europea sobre la evolución del segundo programa de ajuste de Grecia, el número de empleados públicos se redujo un 26%, o 236.000 personas, entre 2009 y 2013. De haberse seguido con el programa pactado, el número de trabajadores públicos habría que haberlo reducido en 50.000 personas adicionales en el trienio 2014-2016.

Lamentablemente, el gobierno de Syriza no sólo no está dispuesto a continuar con el recorte del tamaño de la administración, sino que su plan es readmitir a 15.000 trabajadores públicos, al menos 3.000 ya reincorporados.

Grecia ha sido capaz de reducir su ratio de déficit público sobre el PIB desde el astronómico 15,6% de 2009 hasta el 2,5% en 2014

Entre las reformas aprobadas por Grecia está la reducción de dos tercios del número de ayuntamientos, pasando de 1.034 a 355, siendo 10.000 habitantes la población mínima por ayuntamiento. El ahorro estimado con esta medida es de 1.185 millones de euros al año.

Grecia ha sido capaz de reducir su ratio de déficit público sobre el PIB desde el astronómico 15,6% de 2009 hasta el 2,5% en 2014. El ajuste de los cinco años contemplados ha sido gradual pero intenso. Una reducción del déficit de 13% del PIB en un quinquenio supone un hito a nivel mundial.

No obstante, conviene recordar que si no hubiera recibido los dos rescates internacionales y la quita del 78% de los bonos soberanos en manos privadas, y hubiese suspendido pagos unilateralmente, el ajuste de las cuentas públicas habría tenido que producirse de golpe y por el 100% del déficit. No dispondrían ni de la financiación del BCE, ni podrían emitir en los mercados, de tal forma que el ajuste del 15% del déficit se habría producido de golpe, siendo mucho más doloroso para la población helena de lo que ha sido hasta ahora.

Syriza no sólo no está dispuesto a continuar con el recorte del tamaño de la administración, sino que su plan es readmitir a 15.000 trabajadores públicos

El verdadero drama griego consiste en haber abandonado el tratamiento a mitad del mismo, pretendiendo revertir algunas de las medidas adoptadas en los ajustes anteriores. Después de cinco años de ajustes, Grecia estaba saliendo del hoyo económico a finales del año pasado. Las expectativas de crecimiento para 2015, 2016 y 2017 eran las mayores de la Eurozona: 2,9%, 3,7%, 3,5%; la tasa de desempleo empezaría a reducirse des el 24,5% de 2014 al 17,1% en 2017; las cuentas públicas se acercarían al equilibrio, con un superávit primario (sin contar los intereses de la deuda) superior al 3% del PIB. Todas estas previsiones se han desvanecido desde la llegada al poder de Syriza.

Grecia había soportado la parte más dura del tratamiento de ajuste, pero el gobierno de Syriza ha decidido no cumplir con lo pactado y no continuar con las reformas acordadas. Los primeros perjudicados están siendo los mismos griegos: la expectativa de crecimiento se ha derrumbado; las previsiones de déficit se incumplirán por la caída de la recaudación tributaria; los ayuntamientos no pueden funcionar normalmente al haberles requisado el gobierno la liquidez, impagando a sus proveedores y acreedores

Es de justicia reconocer el ajuste realizado por Grecia hasta 2014, pero pretender revertir las medidas de ajuste y volver a incrementar sus cifras de déficit, no es realista. ¿Con qué dinero pretende hacerlo el gobierno griego?, ni los inversores, ni los acreedores le financiarían dichas políticas. Aun así, Europa nos tiene acostumbrados a acuerdos de última hora que, sin resolver los problemas de fondo, consiguen ganar tiempo y aplazar la toma de decisiones. Pero el tiempo se acaba.

Abandonar cualquier tratamiento antes de la total finalización del mismo es una tentación de cualquier paciente ante el malestar generado por los efectos secundarios pero es algo nada recomendable: el paciente volverá a recaer tirando por la borda los sacrificios, el malestar y la incomodidad del periodo inconcluso del tratamiento.

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