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¿Qué refleja realmente nuestra balanza de pagos?
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Antonio España

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¿Qué refleja realmente nuestra balanza de pagos?

Imagínense que, preocupados por su salud y sus hábitos alimenticios, acuden a un médico especialista en nutrición. Probablemente, una de las primeras recomendaciones que el doctor

Imagínense que, preocupados por su salud y sus hábitos alimenticios, acuden a un médico especialista en nutrición. Probablemente, una de las primeras recomendaciones que el doctor les haría sería mantener un correcto balance entre las calorías ingeridas y las quemadas en su actividad cotidiana. Así, en función de cuál sea su situación, en un momento dado el doctor puede ofrecerles pautas dietéticas para equilibrar el consumo al gasto energético o bien prescribirles una dieta específica por un tiempo para compensar desequilibrios previos. Pero, como probablemente sepan, sólo con la información de las calorías no se puede conocer si su dieta es o no saludable, pues casi tan importante como el contenido energético de los alimentos es la composición de nutrientes. Pues bien, algo similar ocurre con el déficit por cuenta corriente y la balanza de pagos.

La semana pasada se publicaron los datos correspondientes a diciembre de la balanza de pagos (Banco de España, nota de prensa, 28/2/2013) y, con ellos, tenemos la información completa del año 2012 para, disculpen la redundancia, hacer balance del mismo desde el punto de vista del sector exterior de la economía. Los resultados, como se venía anticipando, han sido valorados positivamente de forma prácticamente unánime y el Gobierno, como no podía ser de otra forma, se ha apresurado a sacar pecho, tal y como hizo Mariano Yalopensarémañana Rajoy en el pasado debate sobre el estado de la nación. No en vano, llevamos encadenados seis meses consecutivos de superávit de la cuenta corriente.

Tanto es así que si a la cuenta corriente le sumamos el saldo positivo acumulado de la cuenta de capital -que recoge en gran parte los fondos estructurales de la UE y que, por tanto, no tienen mucho mérito-, el resultado es que España aparentemente ha terminado 2012 con una necesidades de financiación del exterior de apenas 1.700 millones de euros, prácticamente break even si lo comparamos con el margen de error (7.400 millones de euros) y sensiblemente inferior a la cifra de 2011 de 32.000 millones de euros. Todo un éxito. 

¿Todo un éxito? Depende. Desde luego, en la situación actual todo lo que parezca reducir nuestra dependencia del exterior para financiar la actividad cotidiana puede parecer positivo. Pero al igual que ocurre con las dietas, hay que mirar un poco más en detalle antes de lanzar las campanas al vuelo y ver de dónde provienen las supuestas mejoras. No sea que en vez de adelgazar, estemos simplemente, encanijando. Pues seguramente, alguna vez les habrán prevenido contra las 'dietas milagro', ¿verdad?

Sobre la cuenta corriente y el origen del cambio de tendencia no me extenderé mucho más, pues hace pocos días en este mismo medio Juan Carlos Barba hizo un magnífico análisis, partida por partida, en su "Gráfico de la semana". Sólo quisiera llamar la atención sobre dos aspectos. Una buena parte de la reducción del déficit viene por (1)  la caída de las importaciones por la disminución tanto del consumo como de la inversión, consecuencia de la crisis y (2) la caída de las rentas percibidas por los extranjeros por sus inversiones en España, resultado, entre otras cosas, de que ahora tenemos menos inversores que se fíen de nuestro país para depositar sus ahorros.

Y es que, con el descenso de las importaciones no sólo se han reducido las compras de bienes para el consumo final -ya no compramos Cayennes ni nos vamos de crucero-, sino que también han disminuido las compras de los bienes intermedios, necesarios para fabricar los productos que sí producimos en España -y que aspiramos a exportar- pero, sobre todo y en mayor medida, también se han contraído las adquisiciones de bienes de capital, que son aquellos con los que realmente se mejora la productividad y la competitividad de nuestra economía. Por lo tanto, ojo que no es oro todo lo que reluce.

En parte, detrás de estas cifras y del descenso del déficit del saldo de las rentas se encuentra esa otra parte de la balanza de pagos sobre la que es difícil encontrar análisis y que, seguramente, contiene los aspectos más relevantes y, posiblemente, más preocupantes si miramos a 2012 en su conjunto, o más esperanzadores si observamos su evolución -y uno se esfuerza por ser optimista-. Se trata de la cuenta financiera.

¿Quién ha puesto entonces el dinero que falta para cuadrar las cuentas? Fundamentalmente el BCE a través del Eurosistema. Es como si el doctor Draghi nos hubiera conectado a un suero intravenoso que nos proporciona el aporte energético que no obtenemos por las vías normales

Siguiendo con la analogía dietética, mientras la cuenta corriente de la balanza de pagos podría hacer referencia a la contabilización de las calorías consumidas y quemadas en nuestra actividad diaria, la cuenta financiera sería, como si dijéramos, el registro de calorías empleadas en (a) generar musculatura con la que incrementamos nuestra capacidad productiva -y que exigirá a la vez mayor consumo- o (b) almacenar reservas en forma de michelines, que no aportan nada, pero están ahí por si acaso. Como les comentaba al principio, y seguramente habrán experimentado, depende muy mucho de qué comamos y de cómo quememos la energía el que tendamos a generar un tipo u otro de tejido.

En la cuenta financiera, tenemos por un lado el neto entre la variación de las inversiones de extranjeros en nuestro país y la variación de las inversiones de residentes fuera de nuestras fronteras. Como podrán adivinar, la inversión es lo que produce la musculatura del sistema productivo de un país. Y como la balanza de pagos es una identidad contable que al final tiene que cuadrar, la parte de la cuenta financiera que no llega a cancelar el déficit o el superávit de la cuenta corriente ha de reflejarse en una variación, negativa o positiva de las reservas del banco central, en nuestro caso, el Banco de España. Esta es la parte del por si acaso, aunque ahora veremos que tiene cierto truco. 

Pues bien, les invito a echar un vistazo al aspecto de la cuenta financiera de la balanza de pagos de nuestro país en el gráfico anterior. ¿Qué les parece? El saldo de las inversiones ha sido de una salida neta capitales de unos 180.000 millones de euros, casi un 20% del PIB. De esta salida, aproximadamente una cuarta parte corresponde al incremento de inversiones de españoles más allá de nuestras fronteras y el resto a desinversiones de extranjeros en nuestro país, que han recogido velas en busca de mejores vientos.

¿Quién ha puesto entonces el dinero que falta para cuadrar las cuentas? Como verán en el gráfico, fundamentalmente el BCE a través del Eurosistema. En nuestro ejemplo, es como si el doctor Mario Draghi nos hubiera conectado a un suero intravenoso que nos proporciona el aporte energético que no obtenemos por las vías normales. Eso nos permite sobrevivir pero, como cualquier enfermo en cama y que no se alimenta normalmente, perdemos masa muscular sin adquirir reservas. Por lo tanto, no puede decirse que el panorama sea aún tan alentador como el Gobierno pretende vendernos. 

No obstante, y por terminar con una nota positiva, les propongo observar el último gráfico que les adjunto, donde se muestra la evolución en acumulado de los principales componentes de la cuenta financiera, excluyendo el Banco de España. Es decir, los que crean musculatura. En él podrán observar que, al menos, se aprecia un cierto cambio de tendencia. Todavía estamos muy lejos de ver esas cifras en valores positivos, pero parecen marcar la tendencia. Eso es en lo que el Gobierno debería centrarse, aparcando la euforia por la cuenta corriente: en generar confianza para que nuestros socios financieros vuelvan a creer en España como destino de sus inversiones y no sólo como destino de sus vacaciones.

Imagínense que, preocupados por su salud y sus hábitos alimenticios, acuden a un médico especialista en nutrición. Probablemente, una de las primeras recomendaciones que el doctor les haría sería mantener un correcto balance entre las calorías ingeridas y las quemadas en su actividad cotidiana. Así, en función de cuál sea su situación, en un momento dado el doctor puede ofrecerles pautas dietéticas para equilibrar el consumo al gasto energético o bien prescribirles una dieta específica por un tiempo para compensar desequilibrios previos. Pero, como probablemente sepan, sólo con la información de las calorías no se puede conocer si su dieta es o no saludable, pues casi tan importante como el contenido energético de los alimentos es la composición de nutrientes. Pues bien, algo similar ocurre con el déficit por cuenta corriente y la balanza de pagos.