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¿Quieren crecimiento? Bajen todos los impuestos
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Antonio España

Monetae Mutatione

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¿Quieren crecimiento? Bajen todos los impuestos

Imaginen que hacen ustedes el siguiente experimento. Tomen un cubo o un barreño que sea suficientemente grande para que le quepan los dos pies y métanse en

Imaginen que hacen ustedes el siguiente experimento. Tomen un cubo o un barreño que sea suficientemente grande para que le quepan los dos pies y métanse en él. Una vez dentro, intenten levantarlo del suelo tirando fuertemente de sus asas. ¿Cuál es el resultado? ¿Seguirían ustedes intentándolo ad eternum? Pues exactamente eso es lo que lleva haciendo el actual Gobierno desde prácticamente el mismo momento en el que tomó posesión. Con la depredadora política fiscal articulada por Cristóbal Taxman Montoro, el Ejecutivo aún piensa que puede sacarnos de la crisis a base de impuestos. Sin embargo, los resultados más recientes de esta política mostraron su cara más dramática el pasado jueves, cuando se publicaron las cifras del desempleo de la EPA.

Este experimento está inspirado en una cita célebre de Winston Churchill, utilizada por vez primera en un discurso en defensa del libre mercado en Manchester en 1904 y que luego repitió en, al menos, cinco ocasiones. En versión original: a country which tries to tax itself into prosperity is like a man standing in a bucket and endeavouring to lift himself up by the handle. Por desgracia para los españoles, este Gobierno de corte progresista, tal y como confesaba el propio Javier Arenas este fin de semana en Antequera, parece que nunca ha sido un gran seguidor de Churchill, sintiéndose más cómodo en posiciones socialdemócratas que abogan por mantener el tamaño del Estado a costa del ciudadano.

No se pueden esperar resultados diferentes si hacemos siempre lo mismo

En la rueda de prensa del Consejo de Ministros del pasado viernes, pudimos escuchar a la Vicepresidenta del ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, declarar que este Gobierno no va a cambiar la política económica. O lo que es lo mismo, van a continuar con la represión fiscal y, no sólo no retirarán en 2014 la subida “temporal” del IRPF, sino que plantean subidas en impuestos especiales y nuevas figuras como la que grava los depósitos. También parece que mantienen la misma nula voluntad de reducir el tamaño del Estado –¿dónde quedó aquel plan para eliminar empresas públicas o reducir los niveles de la Administración? Por no hablar del ausente espíritu liberalizador en un Gobierno cada vez más alérgico a la libertad.

Pues bien, tras años de insistir una y otra vez en fórmulas de estímulo keynesianas, ya sabemos a dónde estas nos llevan: a profundizar en la recesión y a alcanzar la terrible cifra de más de 6,2 millones de desempleados. Y todo ello pese a continuar con el supuesto antídoto contra el paro, el déficit público, descontrolado. Pero el único paro contra el que se han demostrado efectivas las políticas de incremento de la deuda y del gasto público es el de los políticos –única profesión conocida con pleno empleo– y sus allegados colocados en empresas públicas, tal y como muestran las cifras de la EPA –en términos interanuales han crecido cerca de un 8%.

Tampoco practicando una falsa austeridad, cuyo principal objetivo es mantener el tamaño del Estado y rescatar al sistema financiero público –las cajas–, va a lograrse la ansiada recuperación. Asfixiando a ciudadanos, empresarios y autónomos a base de impuestos y de cortarle la financiación bancaria –por efecto del crowding out–, difícilmente retomaremos la senda de la prosperidad. Si se plantean por qué sigue subiendo el paro, les sugiero que le pregunten a Cristóbal Taxman Montoro por su brillante idea de subir impuestos.

Sean valientes y ensayen una fórmula diferente: bajen todos los impuestos

No, ya va siendo hora de poner en práctica medidas diferentes para facilitar el camino de salida de esta crisis. Es momento de decirle al Gobierno que saque sus pies del cubo y que nos deje a los ciudadanos que nos ocupemos de él antes de que sea tarde y se quede con el asa en las manos. No será fácil, pero, al menos, no es físicamente imposible como lo es pretender crecer a base de más y más impuestos y menos libertad para la iniciativa privada.

Les propongo cambiar el orden del razonamiento. Desafíen la lógica dominante del pensamiento intervencionista y no piensen en bajar primero el gasto y luego ya vendrá la rebaja fiscal. Porque nuestros políticos profesionales de hoy en día nunca harán tal cosa. Ni lo primero, ni lo segundo.

¿Quieren estimular de verdad el crecimiento de la economía? Pónganlo en manos de millones de ciudadanos deseosos de tomar sus propias decisiones en vez de fiárselo a la ingeniería social de un puñado de políticos y su soporte ideológico en el mundo académico dominante. Aprueben una rebaja generalizada de todos los tipos impositivos, sin olvidar las cotizaciones a la Seguridad Social.

Devuelvan a los ciudadanos la propiedad sobre el fruto de su esfuerzo y dejen en sus bolsillos, por ejemplo y para empezar, 30.000 millones de euros para que los utilicen según su mejor criterio. Porque hagan lo que hagan con ellos, será positivo para el crecimiento y la reactivación de la economía y no generará distorsión alguna como ocurre con los estímulos monetarios. Los ciudadanos reaccionaremos de tres maneras:

a) Si optan por gastarlo, bien sea en artículos o servicios para el consumo final, o por invertirlo directamente en proyectos empresariales, adquiriendo bienes de equipo, se generará directamente nueva actividad económica donde antes había despilfarro de escaso valor añadido.

b) Si lo aplican a devolver préstamos, estarán liberando recursos dedicados hoy al pago de intereses y, a la vez, estarán incrementando su propia capacidad de endeudamiento futuro al reducir su apalancamiento. A su vez, el propio sector financiero aumentará su capacidad de conceder nuevo crédito. Todo ello genera indefectiblemente actividad económica donde antes había agobio por pagar las deudas a final de mes.

c) Y, salvo que lo hagan guardándolo debajo del colchón, si deciden ahorrarlo en forma de depósitos a plazo u otra forma de activo financiero, estarán dotando de liquidez al sistema, que este canalizará hacia proyectos de inversión vía la reactivación del crédito. Esto indudablemente redundará en una mayor actividad económica –excepto en el caso de que el sector financiero se dedique a adquirir deuda pública con esos recursos, algo que habrá que evitar con la propuesta en la siguiente parte del post.

Y para que no se dispare el déficit, presupuesto base cero

Evidentemente, para tomar esta medida es necesario afrontar, de una vez por todas, el gasto político desaforado. Ni debemos obviarlo ni desde fuera Angela Merkel, Olli Rehn, et. al. nos van a dejar actuar de otra forma. Simplemente les propongo que cambiemos el procedimiento. Primero, que nuestros gobernantes piensen en los ciudadanos y en dejar recursos en sus bolsillos para fomentar crecimiento auténtico y de calidad, en vez de la patraña del gasto público, que no genera crecimiento y nos hipoteca el presente y el futuro. Y segundo, adaptar el tamaño de la Administración a lo que es factible tras la rebaja fiscal.

Tengan en cuenta que el gasto público es lo más parecido a los gases nobles, en el sentido de que tienden a ocupar todo el volumen disponible. Sin pretender hacer de la anécdota categoría, seguramente ustedes han oído alguna vez de algún gestor público que ha gastado apresuradamente su presupuesto disponible en el último trimestre del año, aunque sea para llenar un almacén de objetos inservibles, sólo para evitar terminar por debajo del mismo y que al año siguiente se lo recorten.

Por eso mismo, una vez establecido el máximo importe que vamos a obtener coactivamente de los ciudadanos, les propongo a nuestros gobernantes que planifiquen el gasto con un enfoque de presupuesto base cero. Esto es, sin basarse en las cantidades del año anterior y forzando a preparar las cuentas como si no hubiera histórico. Y todo ello, exigiendo a cada gestor público que justifique todas y cada una de las partidas de gasto, detallando tanto la necesidad de la partida como los factores que determinan el importe a gastar, precio y volumen –o, si lo prefieren, justificar tanto la “P” como la “Q” en el PxQ del presupuesto.

Y, por supuesto, priorizando todas y cada una de las partidas de más a menos esencial, de modo que, una vez trazada la línea roja que no se ha de superar, ya no se comprometa ni un euro adicional. Tal y como les proponía hace unos meses cuando hablábamos del presupuesto diseñado por el Gobierno para 2013. El déficit no puede ser una opción.

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A algunos, quizás muchos, les parecerá una propuesta descabellada. Y el ajuste real –no camuflar como ajuste una subida de impuestos– del 10% del PIB que supondría esta medida inasumible. Pero yo les pregunto, ¿les parece menos descabellado gastar entre un 20 y un 30% más de lo que el Estado ingresa anualmente? ¿Creen que es sostenible incrementar la deuda pública en más de 100.000 millones cada año?

¿Acaso piensan que es de verdad posible levantar el cubo tirando del asa con los pies dentro? Si ya sabemos que no lo es, ¿por qué seguir empeñándose?

Imaginen que hacen ustedes el siguiente experimento. Tomen un cubo o un barreño que sea suficientemente grande para que le quepan los dos pies y métanse en él. Una vez dentro, intenten levantarlo del suelo tirando fuertemente de sus asas. ¿Cuál es el resultado? ¿Seguirían ustedes intentándolo ad eternum? Pues exactamente eso es lo que lleva haciendo el actual Gobierno desde prácticamente el mismo momento en el que tomó posesión. Con la depredadora política fiscal articulada por Cristóbal Taxman Montoro, el Ejecutivo aún piensa que puede sacarnos de la crisis a base de impuestos. Sin embargo, los resultados más recientes de esta política mostraron su cara más dramática el pasado jueves, cuando se publicaron las cifras del desempleo de la EPA.