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Los Programas Especiales de Armamento lastran al Ministerio de Defensa
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Los Programas Especiales de Armamento lastran al Ministerio de Defensa

Es en los últimos tiempos el Ministerio de Defensa un departamento siempre insatisfecho y con quejas prestas a ser articuladas a cualquier hora: que si lamenta

Es en los últimos tiempos el Ministerio de Defensa un departamento siempre insatisfecho y con quejas prestas a ser articuladas a cualquier hora: que si lamenta éste amargamente los recortes sufridos en sus asignaciones presupuestarias desde 2008, que si plañe por el poco esfuerzo presupuestario que, afirma, España realiza para con sus Ejércitos (no más del 0,67 % del PIB anual en 2013), que si clama por la creciente pérdida de capacidad operativa de las Fuerzas Armadas, etcétera.

Como dichas Fuerzas Armadas no entrenan con la regularidad que solían desde 2008 (con la excepción de aquellas unidades que son remitidas al extranjero) y como se reduce el número de ejercicios de adiestramiento, de días de mar y de horas de vuelo, este tercer lamento relativo al creciente deterioro de la capacidad operativa de nuestros Ejércitos (por no poder pagar adiestramientos y ejercicios militares) es tan real como preocupante. (Al fin y al cabo, ¿para qué queremos un Ministerio de Defensa que por falta de recursos no puede defendernos?)

Razona así el departamento de Pedro Morenés (y de este modo se explicita en sus declaraciones y en las de su Secretario de Estado) que la lógica causal de sus males actuales y de lo que éstos ocasionan (ejércitos hueros, defensa descuidada) es sencilla: tan pocos recursos se le insuflan a raíz de la crisis que no puede cumplir el ministerio de Paseo de la Castellana con su función constitucional de provisión de los bienes públicos de Seguridad y Defensa.

Dándole la vuelta al razonamiento, si se aumentasen los recursos públicos a disposición del ministerio mejoraría inmediatamente la salud operativa de las Fuerzas Armadas. (Y nada más, pues quien vea otras causas persigue quimeras.)

Pero he aquí que se han sucedido esta semana varias publicaciones en 'El Confidencial' que muestran una problemática del ministerio de Defensa español más compleja que la por éste descrita, problemática en la que se incluyen facturas por pagar de aquí a 2030 que ascienden a 22.000 M € y que encuentran su origen en los llamados Programas Especiales de Armamento.

El razonamiento lógico del ministerio (por pocos recursos hay poca operatividad) parece ahora más endeble, pues se ha materializado una (de esas) quimera(s) en forma de elefante rosa en la habitación: el advenimiento de pagos anuales por un total de 2,2 % del PIB para las próximas dos décadas según un calendario difícilmente asumible.

Añadamos ahora la tesis mantenida por muchos analistas del sector (y no sólo del que escribe estas líneas) de que “el gasto en Defensa con relación al PIB se encuentra por encima del 1% (1), lo que indicaría que la causa del problema de la parálisis operativa del Ministerio de Defensa no se debe únicamente a un bajo nivel de gasto en Defensa, que también, sino a algo más, a un extra que ni el Ministerio nos ha contado ni ha incluido en su análisis lógico.

Y es que lo noticioso de esta serie de artículos aparecido en El Confidencial es doble: en primer lugar, porque se publicita por vez primera un documento oficial entre los Ministerios de Hacienda y de Defensa que, con el plácet del Consejo de Ministros, muestra a la ciudadanía las dimensiones del mencionado paquidermo (otra Bankia en orden de magnitud); y en segundo lugar, de mayor relevancia para lo que aquí nos ocupa, porque supone una prueba fehaciente de que la lógica de Morenés de “por pocos recursos, poca defensa” es inexacta al no hacer mención ni del tsunami de pagos descrito ni de su efecto sobre el presupuesto de Defensa.

¿Cómo nos muestra tal documento que no es sólo la escasez de recursos sino la losa de los PEA lo que lastra la Política de Defensa del país? Pues porque en la página 4 de dicho “Acuerdo de Consejo de Ministros del 2 de Agosto de 2013” aparecen los siguientes datos y, sobre todo, esta tercera columna informando sobre qué parte del presupuesto de Defensa sangra anualmente el pago de material militar.

Es decir, que, por ejemplo, para el año 2016 vemos que el Ministerio de Defensa presenta ex ante una hipoteca del 17% de los recursos disponibles. En otras palabras, que hoy, a fecha 5 de Julio de 2014, ya sabemos que el Ministerio deberá emplear en 2016 un 17% de los fondos puestos a su disposición en ese año en un tipo de gasto determinado y en detrimento de la ya maltrecha operatividad de las Fuerzas Armadas.

Haciendo una proyección de los presupuestos iniciales para el Ministerio durante los próximos años* (2) y teniendo en cuenta los millones de € comprometidos en cada ejercicio, se puede realizar una estimación a futuro de todos los porcentajes anuales del presupuesto inicial de Defensa ya hipotecados de antemano a causa de los Programas Especiales de Armamento. Verbigracia:

Y así este gráfico confirma la tesis por muchos mantenida pero hasta ahora no irrefutablemente demostrada por falta de documentación pública: la situación actual de parálisis operativa, de merma en los niveles de provisión de seguridad y defensa para el país por parte del Ministerio, no se debe tanto a un bajo nivel de gasto en Defensa (que también) sino al advenimiento de un calendario de pagos que succiona del presupuesto de Defensa enormes cantidades, entre un 13 % y un 28 % anual, para cumplir con los compromisos de los PEA.

Tendremos en el medio plazo, y de seguir así, un ejército muy moderno (con las mejores piezas)… pero inoperativo, lo que en la jerga del sector se conoce como “ejército bonsái”.

Permítanme que concluya volviendo a la tesis principal: el problema del Ministerio no es un problema de “volumen de gasto” sino de “composición de gasto”. Y la actual dirección política ha decidido emplear los recursos públicos puestos a su disposición de una determinada manera: dejando inalterada a la industria del sector aún en claro detrimento de la operatividad de nuestros Ejércitos y, por tanto, de nuestros niveles de Seguridad y Defensa. Al final del día, esa es la definición de política: gestionar intereses divergentes en la asignación de recursos escasos. A tenor de los gráficos anteriores, queda claro cuáles priman en el Ministerio mencionado.

[1] Antonio Fonfría, profesor de economía de la Universidad Rey Juan Carlos, especialista en Economía de la Defensa, “Panorama Estratégico de la Defensa”, número especial de la revista Política Exterior, Septiembre de 2013.

[2] Suponiendo un escenario económico altamente optimista en el que los presupuestos de Defensa crecen de manera sostenida, algo difícilmente imaginable a fecha de hoy.

*Bernardo Navazo es analista de Defensa de la Fundanción Alternativas

@bnavazo

Es en los últimos tiempos el Ministerio de Defensa un departamento siempre insatisfecho y con quejas prestas a ser articuladas a cualquier hora: que si lamenta éste amargamente los recortes sufridos en sus asignaciones presupuestarias desde 2008, que si plañe por el poco esfuerzo presupuestario que, afirma, España realiza para con sus Ejércitos (no más del 0,67 % del PIB anual en 2013), que si clama por la creciente pérdida de capacidad operativa de las Fuerzas Armadas, etcétera.

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