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El círculo virtuoso de la electrificación
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El círculo virtuoso de la electrificación

Es precisa una urgente transformación de nuestro modelo energético basada en la eficiencia, la reducción de gases de efecto invernadero y la seguridad del suministro

Foto: José Folgado, presidente de Red Eléctrica de España (REE)
José Folgado, presidente de Red Eléctrica de España (REE)

Ahora que tanto se habla del círculo virtuoso en el que ha entrado la economía española, me gustaría referirme a otro fenómeno, menos conocido, pero no por ello menos importante: el círculo virtuoso de la electrificación de la economía.

La disponibilidad de energía es imprescindible para el desarrollo económico, el bienestar social y la calidad de vida. Sin embargo, los recursos energéticos son limitados y su uso tiene repercusiones en el medio ambiente; por tanto, la utilización que hagamos de ellos debe regirse por criterios de sostenibilidad. Debemos elegir los combustibles, las transformaciones energéticas y los consumos que respondan mejor a nuestras necesidades actuales, así como a las de generaciones futuras. Para ello, es precisa una urgente transformación de nuestro modelo energéticoligada a tres criterios de sostenibilidad.

El primero de ellos es la eficiencia y el ahorro energético. Las sociedades desarrolladas han evolucionado sobre modelos de crecimiento basados en una elevada intensidad energética. Si este modelo se extrapolase a las naciones en desarrollo, el aumento del consumo energético sería insostenible tanto por la falta de recursos como por su consecuencia para el medio ambiente. Debemos superar el esquema tradicional que correlacionaba producción y bienestar con el consumo energético, y evolucionar hacia modelos basados en el ahorro y la eficiencia energética.

El segundo criterio es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en la cuantía necesaria para cumplir los objetivos de cambio climático marcados. La elección entre varias alternativas para satisfacer la demanda energética debería tener en consideración no sólo su efecto económico sobre la competitividad, sino también su impacto sobre el medio ambiente. En este sentido, juegan un papel crucial los mecanismos de internalización de los efectos medioambientales en la actividad económica y el cumplimiento de acuerdos internacionales.

Es necesario eliminar aquellos costes que tienen que ver con políticas industriales, sociales o territoriales 

El tercer y último criterio es la seguridad del suministro. La incertidumbre en el suministro energético se traslada a la economía en forma de precios más volátiles y, en definitiva, mayores costes de producción. Para la economía y bienestar de los ciudadanos de la Unión Europea, que es el mayor importador energético del mundo con una factura de 400 billones de euros, suponen una amenaza su actual nivel de dependencia energética (53%) y la incertidumbre de la disponibilidad de gas ruso. En España, con un déficit comercial de más de 24.000 millones de euros en 2014, eliminar el déficit energético, cifrado en más de 38.000 millones de euros, llevaría la balanza comercial a un superávit de casi 14.000 millones.

Un uso más intensivo de la electricidad –climatización con bomba de calor, sustitución del coche convencional por el eléctrico, intensificación del transporte de mercancías por ferrocarril, sustitución de fuentes energéticas tradicionales por electricidad en algunos procesos industriales– permite ahorros de energía primaria, lo que, unido a otras medidas que pueden hacer más eficiente el uso de la electricidad (certificación de edificios, etiquetado energético, iluminación LED), la conviertenen un factor determinante para alcanzar los objetivos de ahorro y eficiencia energética.

Además, cuanto más orientemos nuestro consumo energético hacia la electricidad frente a otro tipo de recursos, más energía no contaminante podremos integrar de forma segura en nuestra dieta energética. En el año 2014, el 43% de la electricidad producida en España fue generada mediante tecnologías de origen renovable. Con una mayor proporción de energías no contaminantes, disminuirá nuestra dependencia energética, puesto que la mayoría de las fuentes de bajas emisiones –la solar, la eólica, la hidráulica, etc.–no necesitan ser importadas.

Para incentivar la electrificación, es fundamental una política energética coherente. En este sentido, medidas como los nuevos objetivos de emisiones, energías renovables y eficiencia energética, la certificación de edificios, el etiquetado energético, los cambios en los modos de transporte, etc., suponen un paso en la dirección correcta, que, sin embargo, serán incompletos si no se ofrecen al consumidor unos precios de la electricidad que resulten competitivos en relación con otras fuentes de energía.

En la actualidad, prácticamente el 50% de la tarifa eléctrica que paga el consumidor final en España lo constituyen recargos e impuestos, de diversa naturaleza, que gravan los precios de la electricidad y que se encuentran por encima de la media de la UE. Por tanto, es necesario eliminar aquellos costes que tienen que ver con políticas industriales, sociales o territoriales y que los costes de la integración de las energías menos contaminantes en la dieta energética no sean soportados en exclusiva por el sector eléctrico.

Si se toman acciones en este sentido, sería posible iniciar un proceso de electrificación, que nos lleve a un consumo energético más sostenible y a una mayor seguridad de suministro.

Ahora que tanto se habla del círculo virtuoso en el que ha entrado la economía española, me gustaría referirme a otro fenómeno, menos conocido, pero no por ello menos importante: el círculo virtuoso de la electrificación de la economía.

Red Eléctrica de España (REE) José Folgado