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Un día de junta de accionistas, todo un año de estrés

Entre marzo y junio, las empresas andan inmersas, y cada vez con mayor frecuencia estresadas, en sus juntas generales de accionistas. Qué hace falta para abordar el reto

Foto: Manifestantes a las puertas de una entidad financiera. (EFE)
Manifestantes a las puertas de una entidad financiera. (EFE)

Entre marzo y junio, las empresas andan inmersas, y cada vez con mayor frecuencia estresadas, en sus juntas generales de accionistas. Motivos no faltan, dado que la junta es el órgano donde los accionistas participan y deciden. Es competente para deliberar y adoptar por mayoría acuerdos que vincularán a la totalidad del accionariado, incluso a quienes votaron en contra o a los que no participaron en la reunión.

La cada vez mayor presencia de los asesores de voto ('proxy advisors') y de los solicitadores ('proxy solicitors'), que se han hecho asiduos a la mayoría de las juntas de las compañías cotizadas, está cambiando las formas hacia lo que podría denominarse un creciente activismo accionarial. La aparición de los deberes fiduciarios ha aumentado la importancia de cada votación. Hay, por tanto, una creciente hiperactividad en torno a las juntas. Si el mercado español había sido tradicionalmente monocorde y a veces hasta demasiado pasivo, en la actualidad la creciente participación de fondos internacionales en el capital de las cotizadas está cambiándole las formas.

Además, es usual que muchos de esos inversores institucionales deleguen en sus asesores de voto decisiones clave para el devenir de las compañías. Ese creciente activismo accionarial al que apuntaba anteriormente tiende a provocar resultados cada vez más concluyentes, tal y como hemos visto con sonados rechazos a las propias propuestas del consejo, como la política de retribuciones de la compañía, o incluso drásticas expulsiones de miembros de los consejos.

La creciente participación de fondos internacionales en el capital de las cotizadas está cambiando la cultura accionarial

Si usted pensaba que esa tensión se concentra solo en el día de la junta y sus votaciones, asuma que el cierre de cada sesión tan solo es el arranque de los nervios para la siguiente. Claro que ese margen anual, bien planificado y puesto en práctica, es el mejor modo de poner en valor cada ejercicio y de alentar la reflexión y la participación del mayor número posible de accionistas e inversores. Algo que ayudará a mitigar la amenaza puntual del activismo durante la celebración de las juntas.

Y por ello muchas grandes empresas han comenzado a perfilar políticas de comunicación para involucrar a accionistas e inversores. Se trata de que unos y otros conozcan mejor la compañía, se impliquen en ella y se sientan parte de cada decisión. Además, las nuevas tecnologías facilitan que esa comunicación fluya cada vez por más canales y de forma más y más participativa. Las redes sociales están generalizando el diálogo a través de Twitter y de las más que consolidadas 'webcasts', igual que mediante Periscope, Storify, salas de teleconferencias y aplicaciones específicas para inversores.

Foto: © Simone Golob/Corbis Opinión
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La forma es importante, pero el fondo lo es todo, y aquí el cambio de mentalidad no está tan claro. Es cierto que las compañías hacen públicas sus políticas corporativas, en las que hablan de transparencia informativa y de relaciones con sus accionistas e inversores, pero con demasiada frecuencia ese voluntarismo no pasa de ser literatura corporativa que las compañías encuentran muy complejo trasladar a la práctica.

No es menos cierto que el hecho de que los inversores institucionales tengan que afrontar cientos o miles de votaciones al año, ya sea de forma directa o a través de las recomendaciones de los 'proxy advisors', no ayuda a una relación directa con las empresas, sobre todo en las de mediana y pequeña capitalización.

Sobre la premisa de que el papel fundamental de los 'proxy advisors' es el asesoramiento sobre el derecho de voto en las juntas por parte de los inversores institucionales, es importante saber que cerca del 80% del negocio se reparte entre dos actores estadounidenses (ISS y Glass Lewis), lo cual tampoco favorece una relación demasiado directa o personalizada con ellos. Claro que también existen otros 'proxy advisors' menores en Europa (PIRC, Manifest, IVIS, Proxinvest). En cualquier caso, la labor de unos o de otros es de gran utilidad para los inversores institucionales, ya que estos suelen contar con departamentos especializados que deben estudiar las propuestas de las compañías y, en última instancia, ejercer su derecho de voto asumiendo sus responsabilidades.

La comunicación es la clave

La mejor perspectiva para atenuar riesgos pasa por estructurar bien la comunicación con la comunidad financiera. La época de las improvisaciones o de las meras apariencias ya pasó. Es cometido del consejo de administración alentar políticas activas de comunicación corporativa capaces de llegar en tiempo y forma al accionariado y a la comunidad inversora.

Y ponerlas en práctica, por obvio que parezca decirlo, debería ser un objetivo más, y uno de los cometidos principales de las áreas de Relaciones con Inversores y de Comunicación. Ambas han de trabajar de forma coordinada para definir y aplicar una estrategia de comunicación específica para la comunidad financiera, capaz de ser consistente y coherente, y a la vez fácilmente actualizable y participativa.

Las redes sociales están generalizando el diálogo y abriendo a otros canales las vías de comunicación

Sin afán de exhaustividad, ambos departamentos deberían detallar y desarrollar concienzudamente el 'equity story' de su compañía: qué hace, por qué y para quiénes. Una definición clara y concisa, real y realista, de cuál es el modelo de negocio; cuáles las prioridades estratégicas y los planes para llevarlas a cabo, cuál es el perfil del equipo directivo, cuál el perímetro esperable de los resultados. Cada vez más, es clave trabajar bien y con creatividad la historia de crecimiento corporativo.

A partir de ahí, es fundamental diseñar una estrategia de comunicación y de relaciones bien planificada, que ayude a declinar bien el relato de la compañía, a través de los canales más eficaces y eficientes en cada momento y circunstancia. Aunque el canal directo con los decisores finales es cada vez más estrecho, las empresas no deben desistir y deben tratar de hacer llegar sus mensajes, también los referidos al gobierno corporativo, a través de otros canales.

Pero no se trata solo de multiplicar canales. El propio mensaje no debería ser uniforme, sino adaptado a las funciones y responsabilidades de los diferentes destinatarios, sean analistas, accionistas, inversores, asesores de voto o medios de comunicación, en cuanto estos últimos amplifican los mensajes para todos los demás. Tampoco conviene olvidarse de reguladores, proveedores y empleados, grupos de interés a los que también conviene hacer llegar toda esa información.

Foto: Las monjas que cambiaron el convento por la junta de accionistas de Goldman Sachs

Igualmente primordial es el que las empresas cuiden y analizen bien su política de portavoces ante la comunidad financiera. En ocasiones, con conversaciones periódicas impulsadas por el área de Relación con Inversores; otras veces, ante cuestiones financieras más complejas, con la figura del CFO e involucrando a los CEO si se desarrollan aspectos de estrategia o planes de crecimiento. Es una tendencia creciente y bien percibida que algún miembro del consejo también participe en encuentros con accionistas e inversores, para trasladar el compromiso y preocupación sobre los aspectos de gobierno corporativo.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, conviene recordar, por último, que los asuntos tratados en cada junta se acuerdan mucho antes. La composición del orden del día cada vez es más determinante. En un entorno de activismo al alza, resulta aconsejable que accionistas e inversores conozcan los contenidos con suficiente antelación y de primera mano.

En resumen, nuestra sociedad poscrisis distingue la transparencia corporativa como una obligación apremiante. Ya no es un ejercicio cosmético limitado a algunos aspectos marginales, sino un compromiso firme y constante respecto al conjunto de la actividad global de una compañía, con iniciativas concretas.

* Jorge López Zafra es director sénior de Comunicación Financiera en Llorente & Cuenca.

Entre marzo y junio, las empresas andan inmersas, y cada vez con mayor frecuencia estresadas, en sus juntas generales de accionistas. Motivos no faltan, dado que la junta es el órgano donde los accionistas participan y deciden. Es competente para deliberar y adoptar por mayoría acuerdos que vincularán a la totalidad del accionariado, incluso a quienes votaron en contra o a los que no participaron en la reunión.

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