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¿Crisis de Gobierno? No, gobierno en crisis que es muy distinto
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Alberto Artero

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¿Crisis de Gobierno? No, gobierno en crisis que es muy distinto

Lo que anunció ayer el Presidente del Gobierno de esa nación antes conocida como España no es una crisis de gobierno sino que el gobierno está

Lo que anunció ayer el Presidente del Gobierno de esa nación antes conocida como España no es una crisis de gobierno sino que el gobierno está en crisis. Vamos, que tiene un problema de ausencia de gestión que no sabe cómo resolver. Y dado que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer no se le ha ocurrido otra cosa que elegir, para la nueva etapa que pretende emprender, a quienes fueron sus compañeros de fatigas desde un principio. Ya fuera desde la labor de padrinazgo dentro del partido tras su pírrica victoria, caso de Manuel Chaves, ya desde la pelea por encaramarse al vacío de poder que en el PSOE causó la muerte política de Felipe González, con dos exponentes evidentes: José Blanco y Trinidad Jiménez. Entre la tecnocracia y la politocracia, la elección ha ido paradójicamente por el lado de la segunda, lejos de lo que nuestra patria, ¿discutida, discutible?, necesita. Una vuelta atrás después del aparcamiento hace doce meses de Jesús Caldera que suena a despedida. Vinimos juntos, nos iremos juntos, que no hay gobierno que aguante 120.000 parados mensuales, mes tras mes, año tras año.

Una decisión que tiene una consecuencia fundamental: anula la bondad del discurso sobre el que se han construido los cambios de carteras ministeriales y prueba bien a las claras, como el propio Zapatero se ha encargado de recordar, que responden a un proyecto político sobre el que pesa una pequeña losa: nadie sabe con certeza cuál es; que da igual Juana que su hermana si de obtener rédito electoral se trata. Y, ojalá me equivoque por el bien de todos, es una pena; una nueva oportunidad perdida, toda vez que, por fin, se ha establecido una relación causa-efecto entre la difícil coyuntura económica y el papel del gobierno en su solución -hay primero que vencer la crisis, pena de casi dos años perdidos echando balones fuera- y se han sentado las bases sobre las que el nuevo modelo productivo de España se ha de construir: excelencia educativa, ¿incluirá el esfuerzo?, desarrollo de infraestructuras, ¿implicará la recuperación del mercado interior?, y cohesión social, ¿incluye esto a la hoy imprescindible oposición? Muchas preguntas pendientes y muy pocas respuestas.

El papel de Elena Salgado.

Dentro del nuevo ejecutivo emerge la figura de Elena Salgado en contraposición con los dos derrotados a partes iguales, Pedro Solbes y Miguel Sebastián. El primero de ellos ha sido castigado de forma activa, rejón culminado con el curioso obituario en vida del discurso presidencial en el que servidor ve más amortización política que cariño sincero, mientras que pare el segundo el palo ha sido por omisión, obviado en sus pretensiones de convertirse en el redentor económico que España necesita. Menos mal. Entrar en la cualificación profesional de Salgado para el cargo es un debate estéril. Si cualquiera puede ser Presidente del Gobierno, qué decir del puesto de Ministro de Economía y Hacienda, negociado que está copado por gran parte de los mejores opositores de este país. No da más. Lo importante es saber el grado de determinación con el que se enfrenta al reto y que, al calor de su trayectoria política, es muy alto. Se trata de una ejecutiva en el sentido literal del término. Pero tan importante como su voluntad de hacer es la potestad que se le delegue. No siempre querer es poder. Y ahí es donde, de nuevo, surgen las dudas.

Por dos motivos. En primer lugar, está por ver el papel que está dispuesta a arrogarle el propio Presidente del Gobierno. Hasta ahora su gestión de la crisis se ha basado más en la cesión, con objeto de evitar la conflictividad social, que en la determinación, esto es: la voluntad de gestionar adecuadamente los recursos escasos en tiempos de dificultades. Desde ese punto de vista, la lucha entre la ortodoxia económica, lo que España verdaderamente necesita, y la economía del contento, aquello que da votos pero perpetúa los problemas, se ha de resolver necesariamente a favor de la primera si no queremos hipotecar nuestro futuro muchos pero que muchos años. ¿Podrá Elena Salgado lograr lo que Solbes no ha podido?, ¿tendrá un mandato claro para ello? En segundo término, en la nueva composición del Gobierno se advierte que el peso específico de determinados ministerios crece exponencialmente de la mano de sus nuevos titulares, Chaves en la financiación autonómica y Blanco en Fomento. ¿Hasta qué punto va a poder ejercer la nueva ministra, con interlocutores de tanto peso político, la posición de primus inter pares que la coyuntura actual requiere con objeto de mantener déficit, deuda y estado de bienestar en los parámetros adecuados? Más cuestiones por solventar.

Cuidado con la Presidencia Europea.

Concluyo. Hay un factor que a muchos escapa pero que es determinante para conocer el alcance de la potencial equivocación del Presidente del Gobierno en la nueva composición de su gabinete ministerial: la Presidencia Europea de la Unión de España a partir de enero de 2010. Ojo porque supone mucho más de lo que pudiera aparentar a primera vista. No se limita a los seis meses de fugaz estrellato internacional sino que implica mucha dedicación ya desde el semestre anterior, tarea encomendada en muchos casos a aquellos que son los que sacan el día a día de la actividad del ejecutivo, secretarios de estado y subsecretarios. Una distracción de recursos que llega en el peor de los momentos posibles y que precisamente exige de expertos en la organización eficaz de los ministerios con el fin de poder conjugar lo esencial, el rumbo de España, con lo circunstancial, la responsabilidad comunitaria y no animales políticos. Ya en la República Checa, con el cese de su primer ministro, ha tenido Zapatero un adelanto del coste que puede suponer la foto en tiempos tan inciertos como los actuales. Y lo que nunca debería haber hecho, en mi más que modesta opinión, es sentar las bases para que tal circunstancia se pueda repetir en nuestra patria, ¿discutida, discutible?

Servidor se despide hasta el lunes 13. Les deseo una muy Feliz Pascua de la Resurrección de Nuestro Señor.

Lo que anunció ayer el Presidente del Gobierno de esa nación antes conocida como España no es una crisis de gobierno sino que el gobierno está en crisis. Vamos, que tiene un problema de ausencia de gestión que no sabe cómo resolver. Y dado que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer no se le ha ocurrido otra cosa que elegir, para la nueva etapa que pretende emprender, a quienes fueron sus compañeros de fatigas desde un principio. Ya fuera desde la labor de padrinazgo dentro del partido tras su pírrica victoria, caso de Manuel Chaves, ya desde la pelea por encaramarse al vacío de poder que en el PSOE causó la muerte política de Felipe González, con dos exponentes evidentes: José Blanco y Trinidad Jiménez. Entre la tecnocracia y la politocracia, la elección ha ido paradójicamente por el lado de la segunda, lejos de lo que nuestra patria, ¿discutida, discutible?, necesita. Una vuelta atrás después del aparcamiento hace doce meses de Jesús Caldera que suena a despedida. Vinimos juntos, nos iremos juntos, que no hay gobierno que aguante 120.000 parados mensuales, mes tras mes, año tras año.