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Los "borrachos" de la CCM, ¿los únicos que dicen la verdad?
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Alberto Artero

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Los "borrachos" de la CCM, ¿los únicos que dicen la verdad?

Sostiene el acervo popular que sólo los borrachos y los locos dicen la verdad. La utilización corriente de tal expresión hace referencia a dos situaciones principales:

Sostiene el acervo popular que sólo los borrachos y los locos dicen la verdad. La utilización corriente de tal expresión hace referencia a dos situaciones principales: la revelación de un secreto desconocido para la gran mayoría de los que lo oyen, lo que genera estupefacción y asombro a partes iguales, o la promulgación de una verdad obvia pero inconveniente que sólo alguien que no esté en pleno dominio de sus facultades mentales se atreve a pronunciar, provocando así que la mayoría de la audiencia trate cuanto antes de someter tal salida del guión al curso corriente de las cosas. Hoy vamos a tratar de este último supuesto.

Dentro del panorama bancario español, CCM se ha convertido en ese personaje incómodo equivalente al loco o al borracho que, a través de sus cuentas trimestrales, se encarga de recordar al conjunto del sector cuál es su realidad implícita, toda vez que su cobijo bajo el paraguas de la Administración provoca que no incurra en las dudosas prácticas de la patada a seguir en las que están inmersos gran parte de sus competidores. Ni hay adjudicaciones masivas de activos inmobiliarios, ni tasaciones irreales, ni refinanciaciones imposibles, ni creación de sociedades aparcamiento fuera de balance a ver si cuela. La verdad cruda y dura, sin aderezos de ningún tipo. O, al menos, eso se supone. Y, ¿qué es lo que nos dicen los orates (pedazo de palabra de crucigrama) de la caja castellano manchega?

Pues nos cuentan, ni más ni menos, que la morosidad de la entidad ha pasado de diciembre del año pasado a junio de este año del 9,32% al 17,33%; es decir, que prácticamente ha doblado en seis meses. Que uno de cada tres créditos a promotores están en mora tras pasar en el mismo periodo del 16,77% al 31,36%; que una quinta parte de su financiación empresarial está incursa en la misma situación (del 11,27% al 20,94%), que los activos dudosos sin garantía real se han multiplicado por cuatro en 120 días (3,47% al 13,86%) y que la mora de las hipotecas sigue por debajo del 3% (del 1,5% al 3%) lo que permite que la cifra final no sea aún más escandalosa. La tasa de cobertura se encuentra ligeramente por debajo del 30%.

Es verdad que se podrá argüir, como reconocen los propios administradores, que el mix de negocio de la caja, al calor de las operaciones cuando menos dudosas acometidas por sus anteriores gestores, era especialmente malo con un peso sustancial del crédito promotor (40% del concedido) y de unas aventuras empresariales de cuestionable viabilidad. Obviamente, no voy a ser yo quien niegue la mayor. Pero ¿tanto como para que su morosidad triplique a la del conjunto del sector? Pocas entidades se libran del pecado de su contribución financiera a la burbuja inmobiliaria, en mayor o menor grado; no creo que la prudencia haya sido la máxima principal a la hora de conceder dinero a empresas ligadas al ladrillo o al ciclo infinito de crecimiento que aguardaba a nuestro país; ni pienso que la caja haya sido excesivamente agresiva en la financiación al consumo, la verdad. Aún aplicando un coeficiente corrector, resulta difícil creer que la mora real de muchas entidades, sin triquiñuelas contables y operativas, no se encuentre ya por encima del 10% al calor de las cifras que citamos en el párrafo anterior.

En la intervención de CCM ha habido muchos errores que van desde el absurdo que supone en un mercado globalizado como el actual el tratar el problema de la supervivencia de una entidad de un modo individual hasta la generación de lo que algunos directivos bancarios han dado en llamar dinámicas competitivas negativas, sobre todo por lo que a la captación del pasivo se refiere, depósitos sobrepagados y compensación del riesgo moral por la vía de las recompras a la par de participaciones preferentes. Es muy cuestionable, en efecto, que uno de los objetivos de la nueva CCM sea “la retención y captación de pasivo minorista” con la garantía estatal detrás lo que se traduce en una reducción del margen de intereses aún en el entorno actual de curva de tipos que está haciendo que la mayoría de las entidades se forren.

Pero, dicho esto, hay que reconocer que la visión sectorial que aporta es impagable. Se trata de la única sociedad capaz de proclamar, a voz en grito, que el rey está desnudo. Sin embargo, tanto gobierno como Banco de España y asociaciones sectoriales, prefieren mantenerse en su falsa inopia en la creencia de que, como el coste de financiación es, gracias a la masiva intervención de los bancos centrales, irrisorio  comparado con 1993, si el ciclo repite su esquema temporal el impacto sobre sus cuentas será mucho más limitado que entonces. Sin embargo, la pregunta cuya respuesta “is blowing in the air” es ¿por qué no se aplican los criterios de CCM al resto de las firmas financieras españolas, verdadero stress test? Y, si se hiciera, ¿cuál sería el resultado? Se admiten apuestas. Buena semana a todos.

Sostiene el acervo popular que sólo los borrachos y los locos dicen la verdad. La utilización corriente de tal expresión hace referencia a dos situaciones principales: la revelación de un secreto desconocido para la gran mayoría de los que lo oyen, lo que genera estupefacción y asombro a partes iguales, o la promulgación de una verdad obvia pero inconveniente que sólo alguien que no esté en pleno dominio de sus facultades mentales se atreve a pronunciar, provocando así que la mayoría de la audiencia trate cuanto antes de someter tal salida del guión al curso corriente de las cosas. Hoy vamos a tratar de este último supuesto.

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