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Trichet, el tonto útil y el fracaso de Europa
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Alberto Artero

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Trichet, el tonto útil y el fracaso de Europa

No se lleven a engaño. La  Unión Europea no ha rescatado a Grecia. Ha hecho el amago pero poco más. No se puede llamar auxilio al

No se lleven a engaño. La  Unión Europea no ha rescatado a Grecia. Ha hecho el amago pero poco más. No se puede llamar auxilio al pobre resultado de la enésima cumbre para tratar la cuestión. Un fiasco más que se une a tantos otros que se han producido hasta ahora. Al menos en apariencia. Sin embargo, como nadie en este mundo cruel da puntada sin hilo, es interesante ver las claves ocultas que se esconden detrás de lo que parece ser una solución de compromiso por parte de Alemania y Francia para salvaguardar el escaso prestigio de la Eurozona, salvar temporalmente los muebles y ganar margen de maniobra para diseñar la estrategia futura que más convenga a los grandes. Así:

1.     Da la sensación de que han querido dar por buenas las declaraciones del primer ministro heleno y comprar la idea de que, dado que Grecia formalmente nunca ha pedido ayuda, así se las apañe como pueda en el futuro. ¿No querías lavar los trapos sucios en casa? Pues nada, majete, tú mismo.

2.     Eso sí, vienen a decirle, cuando veas que tus proyecciones de reducción de déficit y deuda son ilusorias, que los mercados internacionales estrechan el cerco sobre tus finanzas nacionales, que la contracción de tu economía amenaza con poner en riesgo la estabilidad nacional, no dudes en llamar a nuestra puerta. Toc, toc, ¿quién es? El sable del coronel. ¿Abre la muralla?

3.     Aquí estaremos esperándote con unos préstamos bilaterales, a tipos de interés de mercado y a ¡18 meses! que servirán, llegados a la situación que se describe en el apartado anterior, para darte la puntilla. Muerte dulce, se llama esto, en manos de tus propios aliados. El poder pasará de los acreedores privados a los públicos cuya dependencia electoral les hará tan exigentes a la hora del cobro como los primeros.

4.     Eso sí, la salvaguarda de los intereses de la Unión, de su credibilidad y viabilidad futura, aconsejan la incorporación de un tonto útil a todo este esquema, alguien que asuma el papel de malo de cara a la opinión pública e informativa menos informada. A ver, a ver, quién puede ser… Ah sí, que venga el FMI.

5.     Si alguien aún no había comprendido el papel que jugaba el organismo internacional en toda esta fiesta, ya sabe el por qué de su sorprendente aparición de la mano de los que hasta hace bien poco negaban su idoneidad. Alguien tiene que cargar con el mochuelo de la inevitable vigilancia de la inevitable disciplina fiscal y financiera griega, de la exigencia de cumplimiento de lo acordado y de la supervisión de los planes de actuación comúnmente fijados.

6.     La opción del Fondo Monetario Europeo como alternativa hizo aguas, precisamente, por ese deseo de contemporizar que tanto daño ha hecho a la construcción europea desde su nacimiento. Un ejercicio de tolerancia absurdo que ha ido creciendo como un cáncer en el corazón de la Unión y sobre el que parece existe poca voluntad de erradicación. ¿Le conducirá finalmente a la muerte?

7.     No es broma. Nos encontramos ante un momento crítico toda vez que resulta cada vez más evidente que Grecia es tan sólo la punta del iceberg y que la llamada solución helena no es válida en caso de que se produzca una generalización del problema. Se intenta retrasar lo inevitable, pero está claro que la Unión no es viable en su formato actual. Hemos pasado de votar una Constitución a cuestionar la idea de la moneda única, único elemento de consenso hasta hace bien poco. Es hora de adoptar decisiones drásticas.

8.     El futuro que pasa, inevitablemente, por una cesión de soberanía en materia de fiscalidad entre los estados miembros y la asunción de una doble realidad monetaria europea con reasignación de los tipos de paridad de determinadas naciones con objeto de readecuar los mismos a su realidad competitiva. El impasse actual debería permitir a los estados miembros trabajar en esta dirección. Si no, Europa ha muerto, descanse en paz.

Por tanto, lo dicho, no se crean todo lo que les cuentan. El verdadero rescate momentáneo de Grecia, el motivo para la subida de las bolsas y la mejora en las perspectivas del euro lo ha llevado a cabo el de siempre, Jean-Claude Trichet. Al declarar que el BCE seguirá admitiendo activos griegos de bajo rating como colateral para sus subastas de liquidez, ampliando el plazo fijado de antemano, ha alejado los temores de los tenedores de la misma, por una parte, y ha mejorado las perspectivas de colocación del propio gobierno de aquel país, por otro.  Un balón de oxígeno que llega en el mejor de los momentos posibles, decisión más propia de un gobernante con sentido de responsabilidad que de un banquero central. A lo mejor aquellos que copan las fotos en los medios deberían tomar nota, ¿no creen?

No se lleven a engaño. La  Unión Europea no ha rescatado a Grecia. Ha hecho el amago pero poco más. No se puede llamar auxilio al pobre resultado de la enésima cumbre para tratar la cuestión. Un fiasco más que se une a tantos otros que se han producido hasta ahora. Al menos en apariencia. Sin embargo, como nadie en este mundo cruel da puntada sin hilo, es interesante ver las claves ocultas que se esconden detrás de lo que parece ser una solución de compromiso por parte de Alemania y Francia para salvaguardar el escaso prestigio de la Eurozona, salvar temporalmente los muebles y ganar margen de maniobra para diseñar la estrategia futura que más convenga a los grandes. Así: