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¿Adiós al sueño imperialista de Rato en Cajamadrid?
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Alberto Artero

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¿Adiós al sueño imperialista de Rato en Cajamadrid?

Desde el aterrizaje de Rodrigo Rato a la presidencia de Cajamadrid, se ha venido especulando con la articulación, alrededor de la entidad financiera madrileña, de una

Desde el aterrizaje de Rodrigo Rato a la presidencia de Cajamadrid, se ha venido especulando con la articulación, alrededor de la entidad financiera madrileña, de una suerte de Caja Popular que involucrara alguna de las instituciones gallegas y valencianas. Sin embargo, tal aspiración se fundaba sobre un cuadro de solvencia y rentabilidad de la firma que a duras penas se corresponde con la realidad que se encontró el nuevo equipo gestor. La arriesgada estrategia de banca de proximidad y exposición inmobiliaria adoptados en los momentos álgidos de la  crisis, completada con la construcción de una incoherente cartera industrial, aún está pasando su factura a sus Cuentas Anuales. La inacción de los directivos recién llegados ha consumado el desastre. A día de hoy, Cajamadrid está muy lejos de poder apadrinar cualquier tipo de proceso de consolidación a nivel nacional.

Prueba de ese descrédito sectorial, condiciones económicas aparte, es su incapacidad para contratar a un Director General que quiera hacerse con el rumbo de la nave en el día a día por lo que vuelven a cobrar fuerza los nombres de Matías Amat y… Mariano Pérez Claver, como soluciones de emergencia dentro de la casa. El camino que se presenta por delante está plagado de obstáculos que requerirán sangre, sudor y lágrimas en su superación. Cualquier distracción, por tanto, puede ser fatal. Yo de usted no lo haría, forastero.

Como ya anticipara en Cotizalia Eduardo Segovia, el principal problema al que se enfrenta la compañía es reinventar su negocio de banca retail tras las pérdidas materializadas en 2009 y que amenazan con repetirse, ampliadas, en el presente ejercicio 2010. De hecho, si no hubiera sido por la contribución de la más volátil área de banca corporativa, los números rojos hubieran hecho su presencia en la última línea de la cuenta de resultados de la entidad el año pasado. Las cifras del primer trimestre recién publicadas ponen de manifiesto tales dificultades. Ya ha anticipado Rato, además, que ésa será la tónica este año. Da la sensación que sólo los extraordinarios por venta de inmuebles, como las 83 oficinas enajenadas de enero a marzo con una ganancia de 55,2 millones o la venta anunciada ayer de la sede informática de Las Rozas con unas plusvalías de 48, permitirán a Cajamadrid esquivar los resultados negativos.

Tal y como refleja este post del siempre interesante Blog Nuestro Mundo y sus Desafíos, Cajamadrid sufre en la comparativa de su negocio doméstico con el de los seis bancos incluidos en el IBEX, así como con las tres mayores Cajas de Ahorro por volumen de activos, a saber: Caixa, Bancaja y la Caja de Ahorros del Mediterráneo o CAM. De hecho, la conclusión a la que llega el autor no puede ser más demoledora: “Cajamadrid no sólo presenta la peor evolución de las variables básicas de la actividad –margen de intereses o gastos de administración, entre otros-, sino que tiene la peor capacidad de generación de recursos, la peor rentabilidad, la mayor morosidad, combinando morosidad y generación de recursos es la que más tiempo va a tardar en digerir la crisis actual aún cuando ésta no empeorara y, aunque las diferencias no sean sustanciales, presenta el peor Core Capital”. La referencia a este análisis no es gratuita. Su carácter visual lo hacen muy intuitivo para cualquier lector medianamente ilustrado. Les recomiendo su lectura.

Está por ver qué parte de ese aparente deterioro responde a una voluntad de aprovechar el cambio de rumbo de la institución para aflorar los muertos que se esconden bajo sus alfombras y así aparecer, de cara al futuro, como el salvador de la sociedad, bueno frente a malo. De hecho, del análisis conjunto de los principales actores del sector se deduce que, o bien Cajamadrid está muy mal, o bien los demás cuentan con “cocineros” de postín. O una mezcla de ambos. ¿No les parece?

En cualquier caso, si fuera así, si se tratara de una estrategia consciente por parte del nuevo equipo gestor la de aflorar las miserias más antes que después, cuidado. Porque no está el patio para experimentos, la lupa foránea –y esto el antiguo responsable del FMI lo sabe bien- está encima de cada uno de los integrantes del sistema financiero nacional –no hay más que ver los diferenciales a los que se está negociando la deuda avalada en el mercado secundario, spread al que hay que añadir el coste del aval- y cualquier veleidad que lleve consigo olor a peligro puede volverse claramente en contra de quien la ejerce, efecto boomerang. Por más que Rodrigo Rato se empeñara en la última Asamblea en defender su rol de liderazgo en la industria, éste es, a día de hoy, un fatuo recuerdo. Cuanto antes se olvide de delirios de grandeza y aterrice en la complicada gestión diaria de la caja, mejor que mejor. El tiempo corre en su contra.

Desde el aterrizaje de Rodrigo Rato a la presidencia de Cajamadrid, se ha venido especulando con la articulación, alrededor de la entidad financiera madrileña, de una suerte de Caja Popular que involucrara alguna de las instituciones gallegas y valencianas. Sin embargo, tal aspiración se fundaba sobre un cuadro de solvencia y rentabilidad de la firma que a duras penas se corresponde con la realidad que se encontró el nuevo equipo gestor. La arriesgada estrategia de banca de proximidad y exposición inmobiliaria adoptados en los momentos álgidos de la  crisis, completada con la construcción de una incoherente cartera industrial, aún está pasando su factura a sus Cuentas Anuales. La inacción de los directivos recién llegados ha consumado el desastre. A día de hoy, Cajamadrid está muy lejos de poder apadrinar cualquier tipo de proceso de consolidación a nivel nacional.

Rodrigo Rato Caja Madrid