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Se regalan cajas o por qué es mejor un "buen" FROB que una "mala" venta
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Alberto Artero

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Se regalan cajas o por qué es mejor un "buen" FROB que una "mala" venta

Sé de antemano que el de hoy va a ser un post discutido y discutible, privilegio hasta ahora circunscrito al concepto nación. Pero es que llegados

Sé de antemano que el de hoy va a ser un post discutido y discutible, privilegio hasta ahora circunscrito al concepto nación. Pero es que llegados a este punto, me no entender, qué quieren que les diga. Si al final del camino todo se reducía a una mera cuestión de precio, que lo hubieran dicho en el momento cero, que la liquidación por derribo no entiende de fechas concretas; se hace cuando toca y ya está. La cantidad de disgustos y sobresaltos que nos podíamos haber ahorrado por el camino. En España se regalan cajas y uno se pregunta el por qué no un mal FROB antes que una venta que, a esas valoraciones, no tienen demasiado sentido suponiendo, y es una conjetura relevante, que apliquemos un grado de credibilidad razonable al balance de nuestras firmas, lo mínimo que habría que exigir al Banco de España y a los auditores privados a estas alturas de la película.

Porque no deja de ser ése, en definitiva, el fondo del asunto. A qué las prisas, por qué la perentoriedad de salir a bolsa echando el bofe, sin tiempo para dar una trayectoria de cuentas consolidadas, ni de construir una equity story diferencial, ni de probar la validez de los “renovados” órganos de gobierno, ni de permitir que se vean los frutos de unas sinergias que solo están sobre el papel, ni de racionalizar la cartera tanto inmobiliaria como de participadas, ni de esperar a que el vendaval de los mercados financieros amaine, ni de ser cauto ante unos stress tests que pueden estallar en mitad de las colocaciones, ni de ver cómo se resuelven positivamente los agujeros notorios del sistema como CAM, NCG o alguna de las catalanas, ni de vigilar la evolución de la banca irlandesa, ni de… Todo el mundo sabe que la ansiedad del vendedor juega siempre a favor del comprador. De ahí que la horquilla tentativa no vinculante de colocación esté donde está tras los sondeos preliminares. ¿De verdad merecía la pena?

Hay una triple justificación para este elogio de la locura. La absurda presión de un gobierno en desbandada cuyo mediocre líder quiere salir por la puerta grande, como si aún pudiera, con la muesca en el revólver de haber cerrado la reforma del sector financiero. Le importa un comino lo que venga después. Por eso ha hecho de estas operaciones una cuestión de estado, con la absurda complicidad del PP. Dos, la distinción de requisitos de solvencia entre firmas cotizadas y las que no lo están, mayor en el caso de las segundas hasta llegar al 10%, se encuentra en la génesis de buena parte de las urgencias actuales. La connivencia del que sabe, Banco de España, es sangrante por omisión. Podría darse el caso, por último, que la atomización del accionariado estuviera en la base de unas transacciones que buscarían perpetuar, por dispersión en el poder a determinados directivos. Retorcido pero plausible.

Pero si era de esto de lo que se trataba, también el FROB podría jugar un papel esencial no por la vía directa sino en sucesivas etapas. Supongamos que entrara en todas las cajas a una valoración estándar de 0,3-0,4 veces valor en libros que es la que se está manejando pre ampliaciones. Parece un suelo razonable que podría cubrir parte del riesgo derivado de contingencias ocultas, razón del descuento exigido por cualquier inversor. A esos precios la amenaza para el bolsillo del contribuyente podría, de algún modo, minimizarse. Está mal que lo diga pero con un Ejecutivo y un supervisor de salida ambos, la configuración de la participación del estado en las cajas intervenidas, de forma forzosa o voluntaria, no tiene visos de replicar el modelo anglosajón de ordeno y mando sino más bien al contrario. La falta de experiencia, su limitado papel en las decisiones cotidianas, la restricción auto impuesta de tres miembros del consejo de administración de un total de quince, su previsible ausencia en las comisiones de auditoría y similares convertirán a los representantes de la Administración más en guardianes de la ortodoxia que en verdaderos gestores. Un chollo para los afectados, vaya.

De ser ese su papel, como a priori se podría pensar, si yo fuera Rato u Olivas, Pulido o Goñi no me lo pensaría dos veces, sabiendo además que el Estado va a cubrir todo el déficit de capital que existente. Sacaría la mierda del armario, la que pueda quedar; daría entrada a los fondos públicos; iniciaría un proceso de restructuración ordenada y sin presión, evitando de este modo el foco de unos mercados que me van a exigir cifras trimestralmente; rendiría anual o semestralmente cuentas de la evolución del plan estratégico; y cuando fuera factible, primero por la realidad intrínseca de las firmas y en segundo término por la coyuntura de las bolsas, las colocaría entre los inversores a los mismos múltiplos con mejor resultado o a ratios superiores. No creo que dañe menos la marca una intervención que una incierta deriva bursátil. De este modo, compramos todos barato, muy barato en algunos casos; nos beneficiamos todos de la revalorización asociada a una transformación de balance y cuenta de resultados; y la conclusión es la misma que la que se pretende en la actualidad con una diferencia: el control propio del proceso y no de las mesas de negociación internacionales. Blanco y en botella, esto es: la leche que se pueden dar pero...

Sé de antemano que el de hoy va a ser un post discutido y discutible, privilegio hasta ahora circunscrito al concepto nación. Pero es que llegados a este punto, me no entender, qué quieren que les diga. Si al final del camino todo se reducía a una mera cuestión de precio, que lo hubieran dicho en el momento cero, que la liquidación por derribo no entiende de fechas concretas; se hace cuando toca y ya está. La cantidad de disgustos y sobresaltos que nos podíamos haber ahorrado por el camino. En España se regalan cajas y uno se pregunta el por qué no un mal FROB antes que una venta que, a esas valoraciones, no tienen demasiado sentido suponiendo, y es una conjetura relevante, que apliquemos un grado de credibilidad razonable al balance de nuestras firmas, lo mínimo que habría que exigir al Banco de España y a los auditores privados a estas alturas de la película.

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