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El Mariano más cobarde ha traicionado a España
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Alberto Artero

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El Mariano más cobarde ha traicionado a España

En mi opinión hay dos frases definitivas en la entrevista a Pedro Arriola -sociólogo de cabecera del PP- publicada ayer por Graciano Palomo en El Mundo. Muy

En mi opinión hay dos frases definitivas en la entrevista a Pedro Arriola -sociólogo de cabecera del PP- publicada ayer por Graciano Palomo en El Mundo. Muy reveladoras de lo que le puede estar sucediendo a Rajoy en estos primeros meses como Presidente del Gobierno.

La primera es esa boutade de que “el carisma lo da el poder”, modo de justificar su falta tanto en Aznar como en Mariano. O no. John Major pasó por Downing St. y nada; con el finado Calvo-Sotelo ocurrió algo parecido en España. Además, le pasará a quién no lo tiene, porque es evidente que en la política se multiplican los casos en los que el ‘aparente’ carisma es lo que aúpa a un dirigente a las tareas de gobierno; caso de Barack Obama, por poner solo un ejemplo. Su forja como líder, por tanto, será cuestión de tiempo, viene a decir el hombre de confianza, pero no le pidan peras al olmo. Pues bueno, pues vale, pues me alegro.

La otra, es una mezcla de dos aseveraciones del entrevistado, y hace referencia al modo en que el gallego llegó a la Moncloa. Algo que requirió, primero, que la “crisis enseñara su zarpa”, lo que hizo que “la suerte estuviera echada” ya desde el discurso de investidura de ZP en 2008 -de ser cierto, evidenciaría aún más lo patético del tufo a improvisación que desprende el ejecutivo actual- y, después, del “derrumbe de quien estaba en el poder”. En suma: la incapacidad de otros para solventar una circunstancia excepcional es quien le sitúa dónde está, convirtiéndose ese hecho, a su vez, en el reto del ‘popular’.

¿Saben qué? Así también me convierto yo en sociólogo de referencia de cualquier formación, a 600.000 pavos al año según las malas lenguas. A esa tarifa, cuenten conmigo para lo que gusten. Triunfo por demérito ajeno y consejo principal de esperar la caída de la fruta madura, tanto para controlar el partido como para culminar las más altas aspiraciones administrativas. Ale, con un par. 23 años de ejercicio le contemplan. Mérito para mantenerse no le falta. Un crack.

¿Cuál es el problema, que Arriola debería ser el primero en ver? Que tal estrategia es válida cuando no se está en primera línea del frente y se ve plácidamente, copa y puro de por medio, cómo los enemigos propios y ajenos van sucumbiendo al fuego cruzado de sus propias miserias y de la coyuntura económica. No hay una responsabilidad por los actos, las promesas son un brindis al Sol. Entonces sí, el factor t de tiempo te puede llevar “en volandas” al triunfo, en expresión del propio asesor.

Pero no sirve si le toca a uno situarse al frente de los batallones y mandar las huestes hacia la victoria. Cuando más difícil se pone el combate, más importante resulta, para todos los que han puesto los ojos en ti como su referencia, mostrar tu liderazgo. No cabe esconderse, ni procrastinar. Hay que sacar hasta de donde no hay. Los grandes gobernantes de la Historia, los recordados por sus enormes virtudes, destacaron en momentos en los que su aliento, la esperanza, el denuedo, la pasión sirvieron para conquistar el presente de su nación en medio de las dificultades y construir las bases para su futuro.

Rajoy, por el contrario, ha decidido seguir la táctica cobarde, que no prudente, de no mancharse los pies en el barro de la batalla. Ha renunciado a ejercer las tareas propias de su cargo, a la responsabilidad de ser él, en persona, quien explique a los españoles los sacrificios que exige, el porqué son necesarios y cuál será su fruto. Sigue con un discurso plano, generador más de desazón que de adhesión, más de indignación que de impulso, más de derrotismo que de ilusión.

¿Dónde está Mariano?, el pueblo pregunta. En el territorio neutral de las Cumbres Internacionales o en el campo propio de los Congresos Regionales. No aquí, entre los ciudadanos, en medio de quienes le depositaron o negaron el voto. El Parlamento, ¿qué es? Y eso que su mayoría es absoluta… Iba a ser el Presidente de todos los españoles, y se ha quedado en una sombra de sí mismo. En un vano recuerdo cuando apenas ha comenzado su tarea. ¿Comunicación? Atiendan a la publicidad del Partido… 

Esa es su traición. Esperábamos un gobernante, alguien que nos sacara las castañas del fuego, y nos hemos encontrado con un jefe de la oposición incapaz de evolucionar. Que sigue quemando peones para ponerse él a salvo, no importa las contradicciones y el caos que sus subordinados generen. Que quiere cambiar el país de arriba abajo, hacer una revolución radical, sin ensuciarse las manos, haciendo descansar en otros el peso de la crítica y el descontento. Que cae una y otra vez los tics de la perversión parlamentaria, esos que ‘indignan’ al pueblo.

Ahora se ve claro. No se podía esperar otra cosa. De las palabras del propio Arriola se deduce que Rajoy volverá a triunfar porque tiene “tiempo, mucho tiempo por delante”, realidad cuatrienal con la que “ha de jugar hábilmente”. Es su pronóstico. Otra vez la t de la que antes hablamos. Esperar a que escampe y, entonces, que emerja Mariano en vencedor, pisando los cadáveres de los vencidos, como el hombre que salvó a España del colapso. Pero querido Pedro, hay un problema. ¿Y si no ocurre?

No está España para el juego de la política -las reformas espaciadas para que no pierdan fuerza- sino para la lucha por su salvación. A 600.000 pavos al año, según las malas lenguas, ya podíais enteraros tu cliente y tú…

Buena semana a todos.

En mi opinión hay dos frases definitivas en la entrevista a Pedro Arriola -sociólogo de cabecera del PP- publicada ayer por Graciano Palomo en El Mundo. Muy reveladoras de lo que le puede estar sucediendo a Rajoy en estos primeros meses como Presidente del Gobierno.