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¿Rescate bancario inevitable? No, miren qué proponen en UK
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Alberto Artero

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¿Rescate bancario inevitable? No, miren qué proponen en UK

Adam Posen es un personaje curioso. Americano de origen, pertenece al Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra (BoE) y su voto cuenta a la

Adam Posen es un personaje curioso. Americano de origen, pertenece al Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra (BoE) y su voto cuenta a la hora de decidir los tipos de interés de intervención en aquel país. Asesora, además, a la Oficina Presupuestaria de los Estados Unidos por lo que sus conocimientos abarcan las dos principales ramas de la política económica, la monetaria y la fiscal. Ha trabajado también en la Reserva Federal de Nueva York y el en Bundesbank y es coautor, junto con Ben Bernanke, de un ensayo sobre la crisis japonesa y su evolución. Se trata de una voz respetada que, a partir de agosto, volverá a Estados Unidos para dirigir el Petersen Institute. Merece la pena detenerse en sus reflexiones.

Pues bien, este lunes Posen se despachó con un discurso intelectualmente apasionante sobre lo que tienen que hacer los bancos centrales para ayudar a que el crédito de verdad fluya en aquellos países inmersos en la llamada ‘trampa de la liquidez’, fenómeno consistente en que el dinero no circula porque los agentes encargados de hacerlo, los bancos y entidades equivalentes, lo atesoran para paliar sus propios problemas, caso de España por ejemplo. Reactivar este mecanismo de transmisión es una de las finalidades que erróneamente persigue el ‘apoyo financiero’ que, por importe de 100.000 millones de euros, va a recibir ahora nuestro país. Soplar y sorber es físicamente imposible. Prestar y desapalancarse también. Se necesitan alternativas más limpias y eficaces.

Frente a esa ayuda, que se enmarca en el ámbito del gallinero comunitario, el autor aboga por un mayor protagonismo del BoE o el BCE, entes sobre cuya legítima autoridad no existe discrepancia alguna. Pero añade una novedad referida a cuál debe ser el objeto de sus actuaciones. Propone que dejen de actuar sobre el pasivo de la banca, capital y financiación mayorista, y comiencen a hacerlo sobre su activo, mucho más inelástico. No hay que olvidar que el negocio financiero consiste en pedir prestado a corto y prestar a largo, aprovechándose del diferencial. En su opinión, a igual que hizo en su día la FED, tanto uno como otro deberían comprar directamente a las instituciones financieras carteras de créditos. Subyace a su tesis una crítica con la que no puedo estar más de acuerdo: la financiación ilimitada al sistema financiero con tipos preferentes perpetúa los problemas: permite maquillar al alza los resultados y mantener el volumen del balance y no se traduce en más dinero para la economía real, sino más bien todo lo contrario. En la calle hay menos dinero y es más caro. 

Urge para Posen actuar sobre este último punto, “estamos tirando el dinero sin resultado alguno para la actividad y esto solo puede deberse a una percepción excesiva del riesgo existente”. Hora de poner remedio. Defiende, frente a lo que en reiteradas ocasiones ha señalado Mario Draghi, que “también corresponde a la política monetaria calmar el pánico y contribuir a la recuperación de la confianza” lo que no pasa por la acumulación de deuda soberana, que supone trasladar la solución errada para el balance de los bancos a las finanzas públicas, sino sobre el activo de la banca, adquiriendo financiación concedida. A partir de ahí, en la parte más filosófica del texto, aborda cuestiones como la selección homogénea de préstamos, la evaluación técnica de las compras y la garantía a ofrecer por los estados para preservar el balance del banco central. En contra de la ortodoxia, para él, mantener la frontera con lo estrictamente fiscal carece de sentido en una situación de emergencia como la actual. La imaginación al poder.

A su juicio, es la manera más eficaz con la que el BoE o el BCE pueden contribuir al proceso de desapalancamiento. La alternativa es “la indeseada y destructiva hiperinflación”. Glaps Bueno, vale, pero eso ¿funcionaría? Reflexiones a bote pronto de McCoy: se inyectan fondos al sistema bancario a través de la adquisición de carteras –en una interpretación muy laxa, podría sustituir al banco malo si la transacción se hace a precios provisionados-; se reactiva un mercado secundario de carteras de crédito, muerto hasta ahora, cuya razón última atraería sin duda a nuevos inversores; se reduce la financiación mayorista asociada a lo vendido, mejorando la estructura del balance; se mejora automáticamente la ratio de solvencia del enajenante lo que, a su vez, contribuye a ir zanjando la selección adversa de prestatarios; no afecta a la deuda ni al déficit salvo por la parte que se garantiza al banco central en caso de que se produzcan fallidos; se elimina la alarma que ha llevado a tomar el todo por la parte en el provisionamiento de algunas instituciones financieras mejorando sus condiciones de financiación y ayudando a la reactivación de crédito sano. Y así sucesivamente.

Una aproximación muy preliminar sujeta a millones de matices. Pero después del bochorno del rescate abstracto que hemos vivido esta semana y cuyos detalles aún no conocemos por completo, espero que tenga misericordia de un servidor. Por proponer ideas, que no quede, ¿no?

Su turno.

Adam Posen es un personaje curioso. Americano de origen, pertenece al Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra (BoE) y su voto cuenta a la hora de decidir los tipos de interés de intervención en aquel país. Asesora, además, a la Oficina Presupuestaria de los Estados Unidos por lo que sus conocimientos abarcan las dos principales ramas de la política económica, la monetaria y la fiscal. Ha trabajado también en la Reserva Federal de Nueva York y el en Bundesbank y es coautor, junto con Ben Bernanke, de un ensayo sobre la crisis japonesa y su evolución. Se trata de una voz respetada que, a partir de agosto, volverá a Estados Unidos para dirigir el Petersen Institute. Merece la pena detenerse en sus reflexiones.