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Y mientras en ese ‘oasis’ de tranquilidad llamado Suiza…
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Alberto Artero

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Y mientras en ese ‘oasis’ de tranquilidad llamado Suiza…

Las noticias que han rodeado a la Eurozona y a sus estados más débiles a lo largo de las últimas semanas han provocado que pasara aún

Las noticias que han rodeado a la Eurozona y a sus estados más débiles a lo largo de las últimas semanas han provocado que pasara aún más desapercibido –salvo para ZeroHedge y FT Alphaville, de donde sale la mayoría de la información contenida en este post- el desesperado intento de las autoridades monetarias suizas por mantener el tipo de cambio del franco frente al euro al nivel de 1,20, compromiso adoptado por el anterior gobernador, el ex nadador Philipp Hildebrand, ese cuya mujer fue descubierta operando, precisamente, en el mercado de divisas -lo que provocó su precipitada salida del SNB pese a haber sido absuelto de cualquier culpa, a ver si cunde el ejemplo- y que acaba de fichar por BlackRock como abrepuertas y asesor áulico de su fundador.

Con objeto de proteger la competitividad del pequeño estado centroeuropeo, el Swiss National Bank se embarcó, en septiembre de 2011, en una tarea ya de por sí titánica que se ve ahora dificultada por la incertidumbre que rodea a la Eurozona y que ha puesto aún más en valor el carácter refugio de la divisa helvética, disparando el interés. Con el aumento de la demanda de francos por parte de los inversores europeos se han multiplicado también las compras de euros de la institución -a un ritmo de siete millones al minuto durante las horas de negociación del mes de mayo- lo que justifica parcialmente la sorprendente fortaleza de la moneda única, para desgracia de aquellos mandatarios europeos deseosos de su depreciación (para mantener débil al franco, el SNB adquiere euros o activos denominados en euros, pagando con su moneda existente o creada ad hoc).

El resultado es un notable aumento de la oferta monetaria suiza y un crecimiento exponencial de sus reservas en divisa extranjera hasta el punto de que, al ritmo actual, podrían doblar de aquí a final de año (sólo el mes pasado se incrementaron un 28% hasta CHF300.000 millones, récord histórico). Eso después de multiplicar por dos y medio entre finales de 2009 y el primer trimestre de 2012. Un hecho que puede convertir las pérdidas acumuladas durante ese periodo, cercanas al 7% de su PIB, en un juego de niños. En la medida en que la evolución de los acontecimientos impide una gestión dinámica de la posición como en el pasado más reciente –durante los tranquilos meses de invierno el SNB aprovechó para descargar parte de la carga en euros acumulada- el margen de maniobra se reduce y gana enteros la posibilidad de una ruptura abrupta que se traduzca en un agujero sideral en el balance de la institución. 

Ni siquiera el desincentivo que supone unos tipos de interés negativos en los plazos más cortos de su deuda soberana ha logrado minorar la atracción internacional de sus bonos soberanos. ¿Por qué? Aparte de lo ya comentado, condición de puerto seguro en mitad de la tormenta,

No ayuda el hecho de que la paridad artificial con el euro haya provocado una apreciación del dólar frente al franco suizo que convierte los activos denominados en esta moneda en una clara oportunidad de inversión para los que se manejan en el billete verde, buena parte de los fondos soberanos que en el mundo habitan incluidos. Una circunstancia que se da igualmente con el yen y que se ve perjudicada por los intentos de diversificación que lleva a vender euro (depreciando su valor) y comprar otras divisas distintas (que se aprecian).

Ni que la mayoría de las principales contrapartidas comerciales del planeta estén interesadas en depreciar su divisa por la vía indirecta de la expansión monetaria, obstaculizando aún más su empeño. 

De ahí que la última apuesta tanto de las autoridades monetarias como fiscales helvéticas sea el establecimiento de unos controles de capital que, de momento, parece solo se activarían en caso de una desintegración de la Eurozona pero que, si la dinámica actual perdura en el tiempo, podrían entrar en vigor con anterioridad. Frente al estigma del neoproteccionismo, la necesidad de salvaguardar su economía, amenazada ahora también por el fantasma de la inflación de activos a resultas de una política que, pese a sus potenciales bondades, está provocando -entre otras cosas y en palabras del nuevo gobernador Thomas Jordan- una burbuja inmobiliaria. 

Aparentemente la simple mención de la posibilidad de restricciones a la entrada de dinero habría acelerado los flujos hacia el país en un momento de desconcierto comunitario brutal. Se cierra de este modo el círculo vicioso.

Y es que, ya se sabe, en este mundo tan globalizado y traidor, nada es verdad ni es mentira sino que todo depende del color con que se mira. Y mientras a los ojos de los españoles, por poner un ejemplo cercano, Suiza es el paraíso, a los locales la dinámica actual les puede traer más disgustos que alegrías, si es que no se las ha traído ya. Eso sí, como la maquinita de imprimir billetes es suya, las penas con moneda propia y costes negativos de financiación son menos penas. Y a los que han llevado su pasta allí, eso de hacer patria para los demás, que les quiten lo bailao. En esas estamos, queridos míos, en esas estamos…

Las noticias que han rodeado a la Eurozona y a sus estados más débiles a lo largo de las últimas semanas han provocado que pasara aún más desapercibido –salvo para ZeroHedge y FT Alphaville, de donde sale la mayoría de la información contenida en este post- el desesperado intento de las autoridades monetarias suizas por mantener el tipo de cambio del franco frente al euro al nivel de 1,20, compromiso adoptado por el anterior gobernador, el ex nadador Philipp Hildebrand, ese cuya mujer fue descubierta operando, precisamente, en el mercado de divisas -lo que provocó su precipitada salida del SNB pese a haber sido absuelto de cualquier culpa, a ver si cunde el ejemplo- y que acaba de fichar por BlackRock como abrepuertas y asesor áulico de su fundador.