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La última revolución tecnológica viene de… ¡la madera!
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Alberto Artero

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La última revolución tecnológica viene de… ¡la madera!

A la espera de que los acontecimientos de este otoño se vayan complicando, que se complicarán, me ha llamado poderosamente la atención una noticia que ha

A la espera de que los acontecimientos de este otoño se vayan complicando, que se complicarán, me ha llamado poderosamente la atención una noticia que ha circulado como la pólvora en los círculos informados estadounidenses: el descubrimiento de la celulosa de la madera como un material conductor de la electricidad, flexible, resistente y ligero que está llamado a revolucionar la tecnología del siglo XXI (NewScientist, Why Wood pulp is new wonder material, 24-08-2012).

Es verdad que tales anuncios se producen de tanto en cuanto, referidos a materiales de lo más estrambótico -desde el sulfuro de molibdeno al bambú- pero, en este caso concreto, el anuncio ha sido acogido con inusual entusiasmo, hasta el punto de que en Estados Unidos se habla de una industria de 600.000 millones de dólares en apenas una década. Dado que es también misión de Valor Añadido el abrir horizontes ante tanta angustia que rodea al país, sirva esta pieza para ello en la confianza de que disculparán sus incorrecciones técnicas.

NCC es el acrónimo con el que se ha bautizado al elemento potencialmente revolucionario que ya se estaría utilizando tanto en la industria armamentística como en la tecnológica. Un acrónimo que responde a Nanocrystalline Cellulose, suerte de cristales puntiagudos que suponen la versión natural y renovable de esos nanotubos de carbono que estaban llamados a ocupar este lugar y que ahora son incapaces de competir con la abundancia en la naturaleza y la mayor facilidad de obtención del NCC (The Guardian, Carbon Nanotubes, a new wonder material, 04-05-2012).

No en vano señala la Agencia Forestal de los Estados Unidos que ni siquiera hace falta la tala del árbol para producirlo ya que el material se encuentra en todos sus componentes, incluido el serrín. Y para su obtención basta un proceso en varias fases de purificación que da como resultado final un material transparente, absorbente en función de la terminación y hasta ocho veces más fuerte, en relación con su peso, que el acero inoxidable (Extremetech, Nanocellulose: A cheap, conductive material made from wood pulp, 23-08-2012). De hecho ha sido este ente público el primero en montar una fábrica en territorio norteamericano para desarrollar la tecnología.

De acuerdo con las primeras estimaciones, el NCC podría sustituir al plástico no orgánico en un futuro no muy lejano con todo lo que eso supone tanto para esa industria, como para el medio ambiente. Se habla de él como alternativa eficiente, mejor resultado y menor coste, al kevlar y a la fibra de vidrio. Hay quien no duda en afirmar que su aparición supondrá un punto final para determinados usos de otros materiales de características similares como el consolidado grafeno o el incipiente siliceno.

Comprenderán ustedes que un servidor no tiene ni papa de todo esto pero lo cierto es que me ha llamado poderosamente la atención ya que, de confirmarse las posibilidades de este nuevo material transmisor, supondrá una equiparación de oportunidades para muchos países que carecían de la materia prima necesaria para su propio desarrollo tecnológico, entre ellos España. Una puerta a la esperanza entre tanta desazón colectiva, ¿no creen?

Ahora su ilustrada opinión.

A la espera de que los acontecimientos de este otoño se vayan complicando, que se complicarán, me ha llamado poderosamente la atención una noticia que ha circulado como la pólvora en los círculos informados estadounidenses: el descubrimiento de la celulosa de la madera como un material conductor de la electricidad, flexible, resistente y ligero que está llamado a revolucionar la tecnología del siglo XXI (NewScientist, Why Wood pulp is new wonder material, 24-08-2012).