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Cuando Dios pensó en el Apocalipsis, ¿se refería a esto?
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Alberto Artero

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Cuando Dios pensó en el Apocalipsis, ¿se refería a esto?

Decíamos ayer, en un artículo remedo de otro que publicamos al inicio de la presente temporada de Valor Añadido (V.A., Ocho motivos para el otoño económico

Decíamos ayer, en un artículo remedo de otro que publicamos al inicio de la presente temporada de Valor Añadido (V.A., Diez sorpresas mundiales que ennegrecen el fin de año, 03-12-2012).

Un optimismo que no es fruto del convencimiento, sino de la falta de alternativas ante unas condiciones financieras que, de acuerdo con Ben Bernanke en un discurso pronunciado en Nueva York el pasado 20 de noviembre, son las más laxas desde la primavera de 2007, la víspera del bust. Es verdad que el grifo del crédito bancario se ha cerrado, no en vano los sindicados en Europa se han situado al menor nivel de los últimos diez años (FT, Peligro, muere la banca oficial, crece el ‘shadow banking’, 20-11-2012).

Nos recordaba este fin de semana Henny Sender en su columna semanal del Financial Times cómo las emisiones están en máximos de los últimos cinco años, tanto en los productos de más riesgo, caso de los bonos basura, como en la titulización de préstamos, donde el volumen acumulado en 2012 supera a la de los cuatro ejercicios anteriores juntos (Financial Times, Represión financiera: el contubernio secreto entre banca y gobiernos, 21-03-2012).

Vuelven, entre otras, las operaciones basadas en la fórmula PiK o Payment in Kind, por mor de la cual el pago de los intereses de lo debido, por encima en la mayoría de estos casos del 10%, se va acumulando hasta el vencimiento, con la esperanza de que antes de esa fecha se produzca bien una refinanciación que permita a la financiada abonar tal carga, bien la venta de la compañía con la correspondiente liquidación de la misma (Heard on the Street, Europe´s PIK pickup could continue, 22-11-2012).

Es evidente que la discrepancia entre la realidad productiva, bien descrita por la autora en el antepenúltimo párrafo, y la virtualidad financiera no está exenta de riesgos. Recordábamos ayer, de hecho, cómo inversores value como GMO o fondos de pensiones como el de Quebec habían decidido reducir exposición a bonos soberanos y corporativos, ante lo que no dudan en calificar como una burbuja sin precedentes. Prefieren la liquidez o las llamadas inversiones alternativas: inmobiliario, infraestructuras o capital riesgo.

Por una parte, está el ya señalado riesgo del importe de deuda en circulación, que en algunos casos alcanza volúmenes disparatados. Un ejemplo paradigmático sería Japón, cuyos bancos son titulares de bonos locales por un importe equivalente al 900% de su ratio de solvencia Tier1, frente al 25% de los ingleses o el 100% de los estadounidenses (FT, Japan bank chiefs warns on bond exposure, 02-12-2012). A resultas de ello las posiciones cortas o vendidas sobre el yen se sitúan en máximos de cinco años (FT, Yen short positions hit 5 year high, 03-12-2012).

Por otra, el derivado de las paradojas que trae consigo la búsqueda desesperada de rentabilidad. La inestabilidad filipina no ha impedido que el coste de financiarse haya caído hasta el 3,6% mientras que el precio de sus CDS, protección en caso de impago, haya pasado de 800 a 100 en apenas cuatro años. Mientras, Mongolia –nación que ha sido rescatada cinco veces en los últimos 22 años- acaba de emitir su primer bono internacional con un cupón del 5,125%, exactamente el mismo nivel de mercado de España en la actualidad pese a tener rating BB-, por debajo del investment grade del que aún disfruta nuestro país. Y eso que la colocación era por un importe equivalente al… 20% de su PIB y que su macro se deteriora a pasos agigantados (WSJ, Mongolia binges on bond bonanza, 28-11-2012). Bolivia (BB-) y Zambia (B+) también han accedido por primera vez este año a los inversores internacionales a tipos inferiores al 5,85% que ofrece el genérico español (4,875% y 5,625% respectivamente).

Sigue, por tanto, la inconsistencia entre la actividad real, causa y origen de la financiera, y esta última, que cobró vida propia hace ya muchos años y sigue su imparable marcha, indiferente a la delicada coyuntura subyacente. La mayor expansión monetaria de la historia de la humanidad apenas toca el bolsillo ciudadano, pero sigue alimentando un gigante que amenaza con devorarnos. Cuando Dios pensó en el Apocalipsis, probablemente se refería a esto.

Amén.

Decíamos ayer, en un artículo remedo de otro que publicamos al inicio de la presente temporada de Valor Añadido (V.A., Diez sorpresas mundiales que ennegrecen el fin de año, 03-12-2012).