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Prepárense para el subidón del aceite de oliva
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Alberto Artero

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Prepárense para el subidón del aceite de oliva

Llego a la realidad del aceite de oliva español a través de un post colgado por Ed Dolan en la web de Roubini, Ecomonitor. En él,

Llego a la realidad del aceite de oliva español a través de un post colgado por Ed Dolan en la web de Roubini, Ecomonitor. En él, el autor se hace eco de cómo los precios en origen se han disparado un 75% desde mediados de 2012, un incremento que antes o después se puede trasladar al consumidor final, con el consecuente impacto para su bolsillo.

Tal y como señala Dolan, son factores de oferta y demanda, ajenos a cualquier tipo de especulación financiera, los que en esta ocasión están detrás de la subida.

Así, por el lado de la oferta y después de dos cosechas récord, en España la campaña 2012-2013 -que se está terminando de recolectar- está siendo terrible debido a las heladas, primero, y la sequía, después, que afectaron en primavera y verano a las mayores zonas olivareras, en especial a la provincia de Jaén. No sólo la cuantía recogida va a caer radicalmente (de 1.400.000 toneladas a alrededor de 600.000), sino que la extracción de aceite por kilo de aceituna se reducirá sustancialmente.

Con una cuota mundial que, en términos efectivos, se sitúa por encima del 50% -si se incluyen los aceites españoles comercializados por otros estados como propios-, el impacto de la falta de materia prima española sobre el suministro global es sustancial. Más aún si se tiene en cuenta que España exporta cerca de la mitad de lo que elabora anualmente.

A este factor coyuntural, el del tiempo, se une un problema estructural del olivo jienense al que hicimos referencia hace tiempo ya en un muy revelador Valor Añadido: la falta de adaptación a los nuevos modelos de explotación en términos de densidad, riego y recogida (V.A., "La España de Zapatero pierde aceite", 27-09-2011).

Cualquier intento de modernización se ha visto frenado en estos tres últimos años por una cosechas récord que, al contrario de lo que ocurre en la actualidad, destrozaron los precios interiores (favoreciendo, no obstante, la exportación y el consumo), liquidaron la rentabilidad de las explotaciones (sobredimensionadas en busca de las correspondientes subvenciones) y desincentivaron las inversiones.

De aquellos barros vienen los lodos de esta volatilidad que ha llevado, en campañas sucesivas, a escenarios extremos y antagónicos.

A escala mundial, y entramos ya en el ámbito de la demanda, el triunfo de la dieta mediterránea ha provocado que las compras de aceite de oliva crezcan significativamente en países como Estados Unidos, donde se espera un incremento interanual de su consumo del 9%, imposible de satisfacer por los productores locales.

China, por su parte, está llamada a convertirse en el mayor importador mundial tras un incremento del 38% sólo en 2012. Y no hay que olvidar que la India es el mayor consumidor global de aceites comestibles y que, de momento, el de oliva solo es usado para terapias. 

Nuevos mercados que compensan con creces el deterioro del uso a nivel europeo, como consecuencia de la crisis, y que añaden presión adicional a los precios.

Nuestro país no es ajeno a tales dinámicas.

Por lo que a la oferta respecta, la posible escasez de aceite se verá paliada por el uso de los llamados stocks de enlace –sobrante de la temporada anterior, unos 600.000 millones de toneladas- y por unas importaciones estimadas en 170.000 millones de toneladas procedentes de naciones como Turquía, Túnez y Marruecos. Ambas medidas permitirán que su efecto no sea tan llamativo para el comprador final.

Ayudará también a que el coste final para el ciudadano no se dispare, una contracción de las compras que el sector estima entre el 15% y el 20% a resultas de la difícil coyuntura por la que pasa España. Si la caída no es mayor, es por el uso del producto como gancho para los consumidores por las cadenas de distribución y la generalización de la marca blanca (35% frente al 15% de, por ejemplo, Italia), lo que permite mantener artificialmente el valor de las distintas referencias.

De hecho, todos los ojos del sector están puestos en los movimientos que lleven a cabo Hacendado y Carbonell, consideradas como los benchmarks para el resto de las marcas. De momento, no han realizado más que un par de ajustes cosméticos al alza, pero fuentes de la industria consideran que, si se cumplen las proyecciones para 2013-2014, el incremento sustancial del PVP será inevitable.

Y es que las estimaciones pasan por una producción cercana al millón de toneladas completada con 150.000 más de stock de enlace, lo que situaría los precios en origen en los 2,4 euros por kilo, un 40% por encima de la media de los tres últimos años pero a un nivel más razonable que los 2,8 en los que se está negociando en la actualidad. Así lo descuentan los futuros sobre la materia prima. 

 

Dado que el sacrificio en márgenes no puede ser infinito, pinta mal. Y, mientras, la pipa, elemento base del aceite de girasol, a un 10% de sus máximos, siendo su sustitutivo natural. O sea que, ya saben: preparen el bolsillo porque, éramos pocos y parió… el aceite.

Llego a la realidad del aceite de oliva español a través de un post colgado por Ed Dolan en la web de Roubini, Ecomonitor. En él, el autor se hace eco de cómo los precios en origen se han disparado un 75% desde mediados de 2012, un incremento que antes o después se puede trasladar al consumidor final, con el consecuente impacto para su bolsillo.