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PwC, el FROB y el desastre de NovaCaixaGalicia
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Alberto Artero

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PwC, el FROB y el desastre de NovaCaixaGalicia

No iban mal encaminados los tiros cuando el Faro de Vigo adelantaba la semana pasada, en una noticia de la que se hizo posterior eco El Confidencial,

No iban mal encaminados los tiros cuando el Faro de Vigo adelantaba la semana pasada, en una noticia de la que se hizo posterior eco El Confidencial, que César González Bueno busca una salida de NovaCaixaGalicia antes de que el barco se hunda irremisiblemente. Tras su marcha por razones personales de ING, el gestor encontró en NCG un acomodo a la espera de retos mayores, en lo que se podía considerar como una apuesta con colchón: si triunfaba, bien; si no, al menos se mantenía en el ‘candelabro’, que mejor un mal curro que un buen paro a la hora de negociar. Postularse discretamente para la Sareb, y abiertamente para alguna que otra oferta latinoamericana, provocó que trascendiera su voluntad de abandonar los predios gallegos antes de que fuera demasiado tarde. El último, ya saben, que apague la luz.

No será porque se ha matado en el intento. Dentro de la entidad son muchas las voces que se levantan en contra de un modelo de gestión que apenas ha prestado atención al devenir operativo del banco y que se ha centrado más en lo periférico -caso de EVO, considerado ahora como activo ‘no estratégico’ sujeto a venta forzada- que en lo nuclear del negocio, y ha buscado más limitar los daños -de imagen de firma, caso de la mediación con los titulares de preferentes- que meter en vereda a la institución. Ni siquiera los supuestos compañeros de viaje, esas fortunas gallegas que ahora están que fuman en pipa, se han hecho dignas de sus atenciones, abandonadas a su suerte casi desde el minuto uno de su entrada en el… ¿capital? Eso sí, siempre que ha podido ha tirado alegremente de una pólvora del rey que escaseaba y escasea en las arcas de la entidad.

No nos estamos refiriendo a sus continuos almuerzos junto a José María Castellano en El Paraguas, uno de los comedores más ilustres –y caros- de Madrid, donde es frecuente encontrárselos departiendo frente a frente, sino por ejemplo al desmesurado coste de la campaña publicitaria de la propia EVO, que obligó a las autoridades europeas a reconvenir a la antigua caja por su uso inapropiado de los caudales públicos. Dinero regalado al posible comprador, si lo hay. O a ese facturón de PwC por llevar a cabo el estudio individual de todos los expedientes de los preferentistas a fin de determinar su idoneidad para el discutido arbitraje. Millones de euros, aprovechando conexiones que se remontan a épocas mckinseinianas, que llevaron a más de uno a llevarse las manos a la cabeza al ver la minuta. Ande yo caliente…

Se quejan los que conocen el percal de que buena parte de las actividades de la cúpula actual son fruto de la dejación de funciones del ‘director ejecutivo’ del FROB, Pedro Comín, que no solo ha dado por buenas tales iniciativas, sino que ha apoyado a los gestores en decisiones más que controvertidas por cuestionar las tesis de Bruselas y chocar con la misión de tutela administrativa que, desde su cargo, está obligado a desempeñar. Una constante en un profesional válido, técnica y humanamente, usado como punta de lanza por el Banco de España en casos tan complicados como CCM al tiempo de la intervención y, sobre todo, Bankia, de cuya inspección era responsable al tiempo de una OPV que validó, pese a mostrarse abiertamente en contra. No tardó en ser nombrado coordinador en la Inspección de las cajas.

Volviendo al comienzo de este post, lo que parece claro a estas alturas de la película es que la suerte está echada para NCG, por más que Castellano y González Bueno se empeñen en hablar de esos fondos internacionales que ya no se sabe si son siquiera como las meigas, si haylas o no, de tantos mitos y leyendas que los interesados han construido a su alrededor. Han gestionado tan mal las expectativas que ahora queda únicamente una salida digna, por mucho que el presidente afirme a quien quiera escucharle que morirá con las botas puestas. Va su orgullo en ello. Eso sí, una vez que el interés de las grandes entidades nacionales parece haberse enfriado, el aterrizaje de la firma en el seno de Bankia se convierte en una posibilidad, si no cierta, sí probable. Tomen nota los interesados.

Mientras, la gran perjudicada puede ser Galicia, cuya idiosincrasia geográfica y cultural sí que justificaría la existencia de una firma financiera local de calado. Pero una fusión absurda y mal parida, una gestión posterior aún peor, con mezquinas batallas internas, los constantes cambios normativos, la falta de diligencia de los teóricos salvadores y esa merienda de negros que son los organismos públicos nacionales, en los que prima muchas veces el interés particular frente al general, han impedido que así fuera. Entre todos la mataron, el empecinamiento de Nuñez Feijóo incluido, y ella sola se murió. Descanse en paz. 

Llegados a este punto, lo más aconsejable es que todo se resuelva cuanto antes, se elimine la incertidumbre y se empiece a trabajar no desde la especulación de un salvamento improbable, sino desde la certeza de una ‘muerte’ inevitable como única vía para no dañar aún más a una franquicia copada de damnificados por los instrumentos híbridos emitidos en el pasado. Frente a la perseverancia en el error, la diligencia en su corrección. Algo taaaaan simple que a algunos se les hace taaaaan cuesta arriba. Así nos va.

No iban mal encaminados los tiros cuando el Faro de Vigo adelantaba la semana pasada, en una noticia de la que se hizo posterior eco El Confidencial, que César González Bueno busca una salida de NovaCaixaGalicia antes de que el barco se hunda irremisiblemente. Tras su marcha por razones personales de ING, el gestor encontró en NCG un acomodo a la espera de retos mayores, en lo que se podía considerar como una apuesta con colchón: si triunfaba, bien; si no, al menos se mantenía en el ‘candelabro’, que mejor un mal curro que un buen paro a la hora de negociar. Postularse discretamente para la Sareb, y abiertamente para alguna que otra oferta latinoamericana, provocó que trascendiera su voluntad de abandonar los predios gallegos antes de que fuera demasiado tarde. El último, ya saben, que apague la luz.