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El 'agujero' de 3.000 kilos del Santander, aviso a navegantes
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Alberto Artero

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El 'agujero' de 3.000 kilos del Santander, aviso a navegantes

Era imposible que la cifra no pasara casi desapercibida entre los cientos de páginas tanto de la Memoria Anual 2012 del Santander como en la conciliación

Era imposible que la cifra no pasara casi desapercibida entre los cientos de páginas tanto de la Memoria Anual 2012 del Santander como en la conciliación entre los datos del primer trimestre de este ejercicio y los del anterior enviada por la firma a la CNMV (Hecho Relevante número 184.955 de ocho de abril).

De ahí que, pese a su elevado importe, apenas haya tenido eco en los medios de comunicación. Y, sin embargo, no se trata ni mucho menos del chocolate del loro. ¿De qué hablas, McCoy? Paciencia. Vamos a la página 22 del primero de los documentos recién mencionados. En su tenor literal dice:

Modificación de la NIC 19 Retribuciones a los empleados (obligatoria para ejercicios que comiencen a partir del 1 de enero de 2013)

Elimina la “banda de fluctuación” por la que la actualmente las entidades pueden elegir diferir cierta porción de las pérdidas y ganancias actuariales, estableciendo que a partir de la entrada en vigor de esta modificación todas las ganancias y pérdidas actuariales se reconocerán inmediatamente. Incluye cambios relevantes de presentación de los componentes del coste, de forma que el coste de servicio correspondiente a los compromisos por retribuciones post-empleo (servicios pasados, reducciones y liquidaciones del plan) y de interés neto se imputarán a pérdidas y ganancias
 y el componente de revalorización (comprende básicamente las pérdidas y ganancias actuariales) se imputará a Patrimonio neto-ajustes por valoración y no se reclasificará a la cuenta de pérdidas y ganancias.

Los administradores del Banco han estimado que de haberse aplicado dicha norma al 31 de diciembre de 2012, el patrimonio neto se hubiera visto reducido en 3.051 millones de euros debido fundamentalmente a la eliminación de la “banda de fluctuación”. De acuerdo con la NIC 8, dicho cambio normativo supone un cambio de política contable y, por lo tanto, deberá ser aplicado a partir del 1 de enero de 2013 retroactivamente, ajustando los saldos iniciales del patrimonio para el periodo anterior más antiguo que se presente como si la nueva política contable se hubiese estado aplicando siempre.

En román paladino, esto significa que el déficit entre los compromisos de pago de la entidad a sus empleados y el valor actual de los activos que los respaldan superaba los 3.000 millones de euros, 500.000 millones de esa cosa que se dio en llamar pesetas, a 31 de diciembre del año pasado. Y que, frente a lo que ocurría con anterioridad, donde el reconocimiento era discrecional por parte del banco sujeto eso sí a una horquilla o corridor, ahora para bien o para mal se tiene que llevar del tirón ese palme potencial (o plusvalía si se diera la situación contraria) contra ese bien escaso del sector que son sus recursos propios. El detalle en las páginas 103 y siguientes, Nota 25 de la Memoria.

En la página 110 del segundo informe se recoge dicho impacto, tal y como sugiere la norma contable, en la partida "ajustes al patrimonio por valoración" lo que provoca que, pese a los beneficios del ejercicio y los esfuerzos por reforzar su solvencia a lo largo de todo el año pasado, el aumento de patrimonio neto del Grupo Santander en 2012 apenas supere los 460 millones de euros. Magra recompensa para tan arduo viaje que, eso sí, puede revertirse en la medida en que las causas que han conducido a esa pérdida actuarial se reviertan. Algo que tiene pocos visos de producirse a día de hoy.

Y es que, al final, buena parte del 'agujero' se deriva, una perversión más, de la represión financiera, es decir, del sostenimiento de tipos artificialmente bajos por parte de los bancos centrales para sostener la economía y facilitar su proceso de desapalancamiento. Una estrategia que está matando el negocio básico de la banca comercial española y que tiene, además y entre otras, esta consecuencia indeseada: la creación de un enorme diferencial entre la rentabilidad esperada de determinados activos considerados como sin riesgo, con base en referencias históricas, y la real que están ofreciendo, lo que se traduce en unas necesidades de financiación que el que adquiere el compromiso, en este caso la firma financiera, deberá cubrir antes o después.

No sólo eso, en la medida en que la locura de los supervisores se prolongue en el tiempo y se mantenga la situación actual, el tema se puede ir complicando exponencialmente en todos aquellos planes de prestación definida que en el mundo haya. Estamos hablando de cientos de miles de millones de dólares a nivel global. No es de extrañar que en esa Nota 25 antes citada (página 105) el propio banco Santander advierta del cambio en 2012 de los programas sujetos a un retorno prefijado de antemano por otros de aportación definida. Y la rentabilidad, Dios dirá.

Aviso a navegantes de lo que está pasando por el mundo, gentileza de los Draghi, Bernanke, Kuroda y compañía. Están las pensiones públicas como para andarse con bromitas con este tema…

Era imposible que la cifra no pasara casi desapercibida entre los cientos de páginas tanto de la Memoria Anual 2012 del Santander como en la conciliación entre los datos del primer trimestre de este ejercicio y los del anterior enviada por la firma a la CNMV (Hecho Relevante número 184.955 de ocho de abril).