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Objetivo Euro: subir impuestos, matar al ciudadano
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Alberto Artero

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Objetivo Euro: subir impuestos, matar al ciudadano

Hemos vuelto a vivir la semana pasada un ejemplo claro de la esquizofrenia en la que se ha instalado nuestra clase dirigente, capaz de vivir una

Hemos vuelto a vivir la semana pasada un ejemplo claro de la esquizofrenia en la que se ha instalado nuestra clase dirigente, capaz de vivir una realidad completamente distinta a la percibida por  los demás. Así, la misma semana en la que Rajoy y su equipo de gobierno se han vuelto a aferrar a los esperanzadores datos de empleo y actividad que están por venir, la Comisión Europea ha reconocido la incapacidad patria para superar el examen del déficit y nos ha puesto arduos deberes a cambio de permitirnos presentarnos más tarde. Ejecución de reformas y subidas de impuestos son, entre otras, las medidas a adoptar.

Se trata, sin duda, de una concesión dramática, por más que se haya querido endulzar en el marco del café para unos cuantos. Por varios motivos.

Primero, porque supone el reconocimiento a nivel europeo de un error de frenada. Siendo la austeridad, como es, la única receta posible de partida para tratar de sanear las cuentas públicas, la perentoriedad de plazos para corregir desequilibrios acumulados durante años era suicida. Jugar con fuego, se llama eso.

Segundo, porque al insistir sobre reformas que nuestros gobernantes pensaban conclusas, ponen en cuestión todo el discurso del PP sobre lo realizado hasta ahora y sus frutos venideros. Oiga, lo que han hecho, es timorato e insuficiente, vienen a decir los colegas europeos. Terrible.

Y tercero, porque da tregua al Gobierno a costa del bolsillo de los contribuyentes, lo que puede dilatar aún más la imprescindible revolución de la estructura administrativa de España, mientras la incipiente clase media nacional termina por desvanecerse definitivamente. Mal vamos, sin duda.

El tema que más recorrido mediático ha tenido, como no podía ser de otra manera, es el de los tributos. Cuando más eco se estaba haciendo dentro de las fronteras sobre su imprescindible bajada, en los despachos comunitarios alguien ha pensado que es necesaria una vuelta adicional de tuerca sobre la base de las puras matemáticas. Si no, las cuentas no salen sobre el papel. Y a Laffer, que le den. Respiración asistida para Pedro J.

Es evidente que se trata de una majadería de tamaño familiar, propia de burócratas encerrados en su realidad administrativa. No en vano, pocas cosas puede haber a día de hoy más contraproducentes para la asistida economía española que reducir la ya mermada renta disponible de sus ciudadanos. Un aviso como este, además, incentiva la economía sumergida, alienta la fuga de capitales y desincentiva la inversión, el emprendimiento y la innovación. Más allá de que supone la consagración definitiva de un modelo socialdemócrata que prima al Estado y la falsa corresponsabilidad por encima del individuo y la iniciativa. Tremendo.

Es verdad que se trata de un modo de organizar la acción política y económica que, aun con sus lagunas, ha encontrado amplio predicamento en algunas regiones del Norte de Europa. Sin embargo, hay dos diferencias esenciales en la cultura latina respecto a la de estos estados.

En primer lugar, el desigual sentido de responsabilidad de unos y otros en términos de tolerancia con el fraude o responsabilidad hacia la comunidad. Algo tiene que ver Calvino en esto.

En segundo término, la certeza ciudadana de que el dinero aportado en su condición de contribuyentes es gestionado con inteligencia, prudencia y rectitud no en infraestructuras excesivas, subvenciones absurdas o coberturas innecesarias.

Esa es la tragedia real de España. No que nos suban los impuestos, sino la certeza de que el fruto de ese mayor esfuerzo está podrido aún antes de que los fondos lleguen a las arcas públicas. En la medida en que esa apreciación no cambie, que no se perciba mayor (o, al menos, alguna) diligencia en la gestión de los dineros de todos, el desapego hacia la acción recaudatoria del Estado se mantendrá incólume, cerrándose el círculo vicioso. Cada vez pagarán más los que no tienen escapatoria fiscal y el resto seguirá en plan sálvese quien pueda. Mientras en algunos lugares pagan más encantados, aquí estamos encantados de no pagar más. Food for thought.

Así son las cosas y así se las estamos contando.

Buena semana a todos.

Hemos vuelto a vivir la semana pasada un ejemplo claro de la esquizofrenia en la que se ha instalado nuestra clase dirigente, capaz de vivir una realidad completamente distinta a la percibida por  los demás. Así, la misma semana en la que Rajoy y su equipo de gobierno se han vuelto a aferrar a los esperanzadores datos de empleo y actividad que están por venir, la Comisión Europea ha reconocido la incapacidad patria para superar el examen del déficit y nos ha puesto arduos deberes a cambio de permitirnos presentarnos más tarde. Ejecución de reformas y subidas de impuestos son, entre otras, las medidas a adoptar.