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¿Es miedo lo que esconde Aznar detrás del bigote?
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Alberto Artero

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¿Es miedo lo que esconde Aznar detrás del bigote?

Es José María Aznar López desde su retirada de la política hombre parco en apariciones, no tanto en declaraciones. Hasta hace bien poco se valía para estas

Es José María Aznar López desde su retirada de la política hombre parco en apariciones, no tanto en declaraciones. Hasta hace bien poco se valía para estas últimas de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, mejor conocida como FAES. Sin embargo, anda en las últimas semanas el expresidente inquieto, de televisión en conferencia, de conferencia en entrevista periodística de fin de semana. Como si una particular inquietud no suficientemente revelada le tuviera desvelado. ¿Qué se esconde tras el hierático bigote virtual de quien gobernara España durante ocho años?, ¿qué es eso que le tiene en un sinvivir y le ha obligado a dar un paso al frente?

No es España, aunque se le llene la boca con el nombre de nuestra nación. De hecho, interpretamos erróneamente desde estas mismas líneas su primera aparición estelar en Antena 3 bajo la guía de Gloria Lomana, entre la vaselina de Marhuenda y la amabilidad de la Prego. Quisimos ver en su aparición una suerte de globo sonda para agitar las masas liberales y, de este modo, plantear una alternativa dentro o fuera del partido Popular al propio Rajoy. La forma directa y estudiada con la que presentó su ideario programático basado en cinco puntos así lo señalaba. Y, sin embargo, se equivocó la paloma, se equivocaba (V.A., "El berrinche de un acabado Aznar, tragedia política", 27-05-2013).

Porque siendo verdad que hay cabida política en este país para una propuesta como la presentada, especialmente entre la masa ingente de votantes cabreados con la deriva socialdemócrata explícita de Cristóbal Montoro, no se le escapaba a alguien tan informado como Aznar el que venían noticias que, al menos sobre el papel, podrían desmontar de manera rauda su planteamiento, siendo la más relevante, aunque quimérica, el primer intento serio de reforma de las Administraciones Públicas elaborado por uno de sus chicos. Por tanto, si la táctica consolida la estrategia, fallida la segunda, ¿a cuento de qué la primera, esa salida intempestiva a la palestra?

La respuesta tiene apellido propio: Bárcenas.

Aznar está visitando, casi uno por uno, a aquellos que tuvieron a bien encontrarse con el ahora presidiario… hasta el punto de producirse escenas rocambolescas por encuentros inesperados entre acusador, acusado e interlocutor en algún restaurante malacitano¡Cómo un servidor ha podido ser tan torpe! Más claro, imposible. Fue en una visita fuera de Madrid hace ya tres o cuatro meses cuando, con motivo de la presentación a las fuerzas vivas de una localidad de El Confidencial, en el aperitivo previo me comentaron gentes cercanas al extesorero del PP: "¿Sabes con quién se ha visto Luis?". De ahí salió una relación de periodistas, algunos de los cuales se han autorrevelado con sus escritos y declaraciones y otros permanecen en el lado oscuro de las fuentes. Bien, siguieron mis compañeros de mesa, "¿y sabes que va proclamando?". Las iniciales J.M.A. salían a diestro y siniestro, bien por acción –caso de la conexión con los fastos de la boda de su hija en El Escorial-, bien por omisión –cómo Luis 'el Cabrón' había crecido en poder e influencia bajo el paraguas del ahora esposo de la alcaldesa de Madrid-.

He rememorado esa conversación ahora que esos mismos contertulios me comentan cómo Aznar está visitando, casi uno por uno, a aquellos que tuvieron a bien encontrarse con el ahora presidiario… hasta el punto de producirse escenas rocambolescas por encuentros inesperados entre acusador, acusado e interlocutor en algún restaurante malacitano. Es evidente que una coincidencia de ese calibre sólo puede deberse a una legítima preocupación por salvar su buen nombre y el aura de incorruptibilidad de la que siempre ha querido dotar tanto a su acción personal como de gobierno. Informado de la amenaza, qué mejor forma de neutralizarla que pasando al ataque: recordando por una parte sus méritos, recabando el apoyo de sus votantes históricos con un mensaje ad hoc y reventando los esfuerzos particulares por deslegitimarle del extesorero. Ni el mejor director de comunicación habría preparado un plan mejor. "Soy Goliat: no me derribarás, David" es el mensaje subliminal.

¿Estamos diciendo que el expresidente es un corrupto? No. Pero ni a él se le escapa que los aires de grandeza que rodearon su segunda legislatura fueron coto para que algunos se aprovecharan para medrar a sus espaldas o, mejor dicho, en su misma cara. Antes que reconocer tal posibilidad y la responsabilidad inherente a ella, cosas del ego, ha enarbolado la bandera del ataque indirecto como mejor vía de defensa. No dudo de su honradez, pero sí de su dejadez. Ahora trata de paliar sus consecuencias mientras Mariano Rajoy ve, como en tantas otras ocasiones, cómo sus enemigos se cavan solitos su tumba, movidos por un frenesí del que él carece. Su pachorra, en términos de batallas internas, siempre ha sido arma letal para sus rivales. Las muescas se multiplican. Él no está en el punto de mira, lo sabe y solo le queda esperar. Adiós, Josemari, adiós.

Efectivamente. Miedo es lo que esconde Aznar bajo el bigote. Miedo, sí, señores. Sus actos recientes, públicos y privados, le delatan. No es un temor culpable, sino trascendente, de deterioro de su huella en la historia. Falló su grandilocuente intento de poner España en el mapa y perdió la oportunidad de hacer una nueva Transición que corrigiera buena parte de los despropósitos que se materializaron en los años del zapaterismo. El juicio objetivo que permite la distancia temporal empieza a ser severo con los años finales de su mandato. Hasta Rodrigo ha caído estrepitosamente. Sólo le queda su buen nombre y su 'profesionalidad'. Si esta se cae... sólo él sabe la dimensión de la amenaza. Pero cuanto más agite los brazos, más sabremos que se está ahogando. No se equivoquen.

Buena semana a todos.

Es José María Aznar López desde su retirada de la política hombre parco en apariciones, no tanto en declaraciones. Hasta hace bien poco se valía para estas últimas de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, mejor conocida como FAES. Sin embargo, anda en las últimas semanas el expresidente inquieto, de televisión en conferencia, de conferencia en entrevista periodística de fin de semana. Como si una particular inquietud no suficientemente revelada le tuviera desvelado. ¿Qué se esconde tras el hierático bigote virtual de quien gobernara España durante ocho años?, ¿qué es eso que le tiene en un sinvivir y le ha obligado a dar un paso al frente?