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Ojito: los inspectores de Hacienda pueden acabar con Montoro
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Alberto Artero

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Ojito: los inspectores de Hacienda pueden acabar con Montoro

Se está gestando en la Agencia Tributaria en general, y en el cuerpo de Inspectores de Hacienda del estado en particular una insurrección de la que

Se está gestando, en la Agencia Tributaria en generaly en el cuerpo de Inspectores de Hacienda del Estado en particular, una insurrección de la que debería tomar buena nota el ministro del ramo, Cristóbal Montoro, alias 'risitas'. No vaya a ser que se encuentre con un plante en el peor de los momentos posibles que le impida aún más cumplir con las fantasiosas cifras de recaudación tributaria que tiene presupuestadas.

Ha sido coincidiendo con la canícula estival que las podaderas de las buenas palabras, las propuestas de reforma organizativa, la demanda razonada de medios técnicos y humanos de los profesionales de ese organismo se han tornado en lanzas que apuntan directamente a la incompetencia de los principales profesionales del ministerio. La falta de amparo sentida ante el sainete de la compraventa de fincas falsamente atribuida a la infanta Cristina o las declaraciones del siempre oportuno presidente de la CEOE, Joan Rosell, iniciaron unas hostilidades que, de no reconducirse pacíficamente, prometen un otoño calentito, informativamente hablando.

Sirva como primer ejemplo el sorprendente ‘Manifiesto por la Profesionalidad de los Trabajadores de la Agencia Tributaria’, que vio la luz el pasado 25 de junio. En él, los trabajadores del organismo público se quitan los pelos de la lengua y deslizan perlas como las siguientes: "No podemos estar de acuerdo con un Sistema Tributario que cada vez se aleja más de los principios constitucionales de igualdad y progresividad", "la Amnistía Fiscal es un verdadero insulto a los trabajadores de la AEAT y a todos los ciudadanos -afortunadamente una mayoría- que pagan religiosamente sus impuestos" o "España es el país de nuestro entorno con menos empleados públicos por habitante destinados a la lucha contra el fraude".

Si se deja a un lado ese rancio tufillo sindical que impregna buena parte de la declaración, se descubre una enmienda a la totalidad tanto a la estructura como a la operativa del modelo fiscal patrio por parte de aquellos que tienen que lidiar a diario con quienes lo sostienen, esto es: los contribuyentes.

Para que la cosa no caiga en el olvido, ha sido el que fuera presidente de la Organización Profesional de los Inspectores de 2004 a 2007, y posterior portavoz de la misma, José María Peláez Martos, el que se despachó el pasado 22 de agosto en Cinco Días con una pieza demoledora de titular extraordinariamente revelador: "Cambios en la Agencia Tributaria, 310 ceses en 18 meses" (esto es, el periodo de gobierno del PP).

La referencia temporal no es baladí ya que todo el artículo gira alrededor de una idea fuerza: el Partido Popular -como antes hiciera el PSOE- está usando el principal instrumento de fiscalización pública del Estado a su servicio. Por si hubiera alguna duda, he aquí el arranque del segundo párrafo: "Ocurre que no se aborda de forma valiente uno de los problemas principales de la AEAT: la falta de independencia en sus actuaciones y el frecuente sometimiento a criterios ajenos a lo estrictamente técnico".

¿Cóoooomo? Aunque en la raíz del problema, denuncia el autor, se halla el abuso en la libre designación, da igual. Lo relevante, lo sustantivo, es que quien está lidiando a diario con el delito o la irregularidad advierte de que su trabajo se ve condicionado por no se sabe qué intereses. Perdón, sí se sabe. Más recaudación, ejemplaridad, ¿y, y, y? Al terminar con los circunloquios y usar el mensaje directo, despierta a los pocos ciudadanos de a pie que no se habían caído aún del guindo y advierte a sus superiores políticos. Estamos aquí, ojito.

¿Problema? Faltará ese tan español ‘a que no hay huevos’ que se podría llevar por delante al ministro. Al tiempo. Porque, al igual que ha sucedido con reivindicaciones similares de los inspectores del Banco de España, también cuestionados popularmente, esta denuncia requiere de concreciones para cobrar legitimidad. Las cinco preguntas básicas del periodismo se echan aquí de menos si entendemos que el deber profesional no pasa por ocultar la irregularidad, sino por denunciarla: qué, quién, dónde, cómo y cuándo.

No obstante, no descarten, como señalábamos al inicio del post, un otoño calentito. A los inspectores les han dado palos, les han quitado zanahorias, se les niegan los medios actuales y las reivindicaciones seculares y, como las cosas vengan como parece que vienenpor el lado de los ingresos, se les va a someter a una presión insoportable. Un cóctel como ese, querido Cristóbal, ¿quieres que te explique cómo acaba?

Se está gestando, en la Agencia Tributaria en generaly en el cuerpo de Inspectores de Hacienda del Estado en particular, una insurrección de la que debería tomar buena nota el ministro del ramo, Cristóbal Montoro, alias 'risitas'. No vaya a ser que se encuentre con un plante en el peor de los momentos posibles que le impida aún más cumplir con las fantasiosas cifras de recaudación tributaria que tiene presupuestadas.