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Aprende, Moncloa: así se hacen las leyes en UK
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Alberto Artero

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Aprende, Moncloa: así se hacen las leyes en UK

Hace ya tres años recogíamos en este mismo Valor Añadido una anécdota cuyo protagonista entonces no se podía revelar y que nos sirvió para comparar el

Hace ya tres años recogíamos en este mismo Valor Añadido una anécdota cuyo protagonista entonces no se podía revelar y que nos sirvió para comparar el distinto modus operandi entre el Gobierno británico y el presidido entonces en España por José Luís Rodríguez Zapatero. Hablaba de una llamada de David Cameron, primer ministro del Reino Unido, al consejero delegado de una empresa española para agradecerle los planes de inversiónde la firma en su territorio. El interlocutor eraJorge Calvet y la empresa, Gamesa (V.A., "Otro presidente es posible. Crónica de las llamadas personales de David Cameron a directivos españoles", 26-11-2010).

Revelaba ese chascarrillo un modo de hacer las cosas sustancialmente distinto al nacional en el que primaba la comprensión global frente a la local, la cooperación mutua contra la negociación constante y la estabilidad jurídica versus la incertidumbre regulatoria. Vamos, igualito que aquí. Algunos confiábamos, de hecho, en que esta dinámica suicida terminaría con el aterrizaje del PP en el poder. Es obvio, si nos atenemos a los hechos acaecidos desde diciembre de 2011, que no ha sido así. Hay en el sector privado una cierta sensación de arbitrariedad legislativa, inconsistencia legal y primacía de criterios técnicos frente a la realidad diaria de las industrias afectadas porla acción del Ejecutivo.

De ahí que me haya llamado la atención elcorreo que recibo de un expatriado, no necesariamente español, en Londres que me cuenta su particular intervención en uno de los programas que más éxito ha tenido en las Islas desde la llegada de los conservadores al poder. Por razones obvias, no puedo revelar de cuál se trata. Pero realmente da igual. Lo importante no es lo que se hizo, sino cómo se hizo. Estas son sus palabras:

Tras el fallido intento de solucionar el problema en el que nosotros somos expertos, la recién estrenada Administración Cameron consultó con diferentes partes interesadas y especialistas.

Un día recibí una llamada del Policy Unit del Primer Ministro en Downing Street. Me convocaban a una reunión para el día siguiente. No sé cómo habían dado conmigo. Les llevé un documento de tres o cuatro páginas que preparamos en pocas horas.

Me sorprendió el Policy Unit: se trata de un equipo muy restringido de 10 a 12 personas. No son funcionarios, sino personas elegidas individualmente y "prestadas" por el sector privado tras ser requeridas a sus empresas, una a una, por Cameron personalmente. Y también personalmente eran entrevistadas todas en el proceso de selección, no solo por el primer ministro, sino también por el vice primer ministro Clegg y el Chancellor Osborne. No suelen pasar en esa unidad más de un par de años de trabajo intensísimo y su labor es acelerar la ejecución de prioridades políticas del primer ministro.

No siendo especialistas, me sorprendió el grado de comprensión que tenían los asesores de Cameron de un asunto relativamente complejo y específico. Las tres personas con que me reuní el primer día, incluido el anterior jefe del Policy Unit, un socio de una importante consultora en excedencia temporal, habían hecho sus deberes y preguntaban detalles de experiencias internacionales, marcos regulatorios y opciones.

Les debió gustar lo que les contamos, y comenzamos un ejercicio de intenso trabajo basado en preguntas y respuestas que iban formando un documento detallado de unas 60 páginas. Querían números, contratos y posible desarrollo normativo a la mayor brevedad. El Gobierno trabajando mano con mano con el mayor especialista internacional, no británico (y que no les cobraba un penique por ello) y con un equipo de la industria privada dirigido por un expatriado en el que los extranjeros eran mayoría.

(Un inciso: es esos días que presentábamos el modelo, Osborne salía a fichar al mejor gobernador que pudiera encontrar en el mercado internacional para que dirigiese y renovase una institución centenaria como el Banco de Inglaterra. Y fue un canadiense. ¿Alguien se imagina algo así en España? ¿Trayendo, por ejemplo, de México a Agustín Carstens para hacer esa labor? A nosotros parece que nos va mejor acomodando insiders y amigos y preocupándonos de contentar familias; las mismas que fueron responsables de nuestra debacle, mediocridades que por allí siguen pululando, cortocircuitando reformas y restándonos credibilidad internacional con su permanencia).

A dos semanas de la discusión del presupuesto en primavera, el Policy Unit pasó sus (nuestras) conclusiones al Tesoro (el Gobierno).

Sin embargo, en todas partes cuecen habas. Carece este cuento real final feliz.Finalmente, David Cameronaplicó algo completamente distinto a lo diseñado por este equipo. No acabó bien el tema, como dice mi interlocutor, por "la insoportable levedad del cortoplacismo de la política con minúsculas" que prefirió una opción de menor coste social y más efectiva en el tiempo que duraba su legislatura. Votos son amores... "Reconozco que mi probada anglofilia ha vivido mejores días que aquél", concluye el confidente. "Pero ya me gustaría poder sentirme decepcionado de España como a veces me decepciona elReino Unido…"

Si, al menos, tuviéramos en este país razones para ilusionarnos, siquiera fugazmente, con la implantación de un mecanismo parecido, más allá de los frutos...

Pero ni ese consuelo nos dejan, oigan.

Hace ya tres años recogíamos en este mismo Valor Añadido una anécdota cuyo protagonista entonces no se podía revelar y que nos sirvió para comparar el distinto modus operandi entre el Gobierno británico y el presidido entonces en España por José Luís Rodríguez Zapatero. Hablaba de una llamada de David Cameron, primer ministro del Reino Unido, al consejero delegado de una empresa española para agradecerle los planes de inversiónde la firma en su territorio. El interlocutor eraJorge Calvet y la empresa, Gamesa (V.A., "Otro presidente es posible. Crónica de las llamadas personales de David Cameron a directivos españoles", 26-11-2010).

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