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La última de Wert, actor con Woody Allen
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Alberto Artero

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La última de Wert, actor con Woody Allen

Creo que anda Woody Allen preguntando estos días por un señor que responde al nombre de José Ignacio Wert y que le han dicho que es,

Creo que anda Woody Allen preguntando estos días por un señor que responde al nombre de José Ignacio Wert y que le han dicho que es, ni más ni menos, ministro de Educación de Gobierno español. Le habrían hablado del sociólogo como alguien digno de protagonizar una de las características tragicomedias del director neoyorquino. Desde luego, aun si fuera verdad, no andarían muy desencaminados los que tal cosa afirmaran. Su tránsito en estos casi dos añospor las dependencias ministeriales ha dado para eso y para mucho más. AAna Matole sucedería su compañero de cartera en el objetivo del prolífico cineasta.

Como dicen los castizos, lo suyo es como para mear y no echar gota, expresión cuyo significado, estoy de acuerdo, buena parte de los chicos/asde secundaria no sabrían explicar. Procedente del entorno Prisa y encamado entonces con una contertulia ilustrada, de esas que no abundan, llegó al primer Gabinete delPP con la misión imposible de enderezar esa educación patria en la que las carencias estadísticas se ven superadas con creces por la realidad tangible de una parte sustancial del alumnado para el que la Historia está en Google, la Lengua se articula en 140 caracteres y no entiende las Matemáticas sin el Excel de turno.

Puso arte en el empeño y se sacó de la manga una propuesta plena de sentido común en la que se limitó a señalar verdades como puños, como que lo que no cuesta no se valora, como que la contrapartida de todo derecho es una obligación, como que el esfuerzo importa, como que no es tan importante el presupuesto cuanto su gestión, como que la preparación del docente no puede ser indecente, como que la Universidad no es un aparcamiento por horas, como que sí hay materias transversales paratoda la geografía española y así sucesivamente. En un estado tan extravagante intelectualmente como el nuestro, no tardaron los de siempre en echársele al cuello. Y Wert cayó en el clásico error de los listos, creerse el más listo. Principio del fin, comienza el guion.

Declaraciones impertinentes como las de las becas nacionales o las más reciente de las ayudasErasmus –materias sensibles en los que su verborrea se ha encontrado con la sorpresa, primero, y la reacción beligerante, después, del Ejecutivo– han deslegitimado todo lo demás como suele ocurrir en política, donde no importa lo grande y sabroso que es el nabo si das opción a tu oponente a que lo coja por las hojas –otra expresión popular de dudosa comprensión semántica para nuestros pupilos no ya escolares, sino universitarios–. Craso error. Si, además, pones tu vida sentimental en primera línea de actualidad, rompiendo con el pasado reciente,y resulta que la afortunada es tu mano derecha, millonetis para más señas...receta para el desastre.

Así ha sucedido. Wert está en el punto de mira pese a sus buenas intenciones –derivadas de una situación dramática que obligaría en esta materia no a lo propuesto por Wert, sino a mucho más– y al apoyo explícito de Rajoy en los últimos días, que ya es sabido que no es garantía de salvación, sino más bien de lo contrario. Tiren de hemeroteca y verán. Haber dado alas con su incontinenciaa jetas manipuladores que con 28 años pueden seguir eternamente siendo ‘estudiantes’ de primero de Filosofía a los ojos de su particular sindicato y a docentes apesebrados que han entendido siempre la universidad como refugio y no como instrumento de proyección social, como acontece en el mundo anglosajón, es un fallo de parvulario que le ha de costar la cabeza.

Llegados a este punto el cambio no es necesario, sino imprescindible. No le gustan al presidente las cesiones de este tipo, que malinterpreta como un signo de debilidad, incapaz de comprender que la educación es una guerra en la que merece la pena sacrificar en la batalla al general suicida si con ello se consigue reagrupar las tropas y lanzar una nueva andanada. Cuanto más tarde en reemplazar a quien incluso ha dejado de estar a gusto con el mandato encomendado, mejor que mejor. Sería un buen regalo de Navidades para el propio Wert, para su proyecto político y, por qué no, para un Woody Allen que se frota las manos ante quien promete ser un filón.

Buena semana a todos.

Creo que anda Woody Allen preguntando estos días por un señor que responde al nombre de José Ignacio Wert y que le han dicho que es, ni más ni menos, ministro de Educación de Gobierno español. Le habrían hablado del sociólogo como alguien digno de protagonizar una de las características tragicomedias del director neoyorquino. Desde luego, aun si fuera verdad, no andarían muy desencaminados los que tal cosa afirmaran. Su tránsito en estos casi dos añospor las dependencias ministeriales ha dado para eso y para mucho más. AAna Matole sucedería su compañero de cartera en el objetivo del prolífico cineasta.